Capítulo 57: pijama party de Halloween

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Salí de casa con una sonrisa y me dirigí a comprar una de las revistas mensuales que solía leer para pasar el tiempo en el almacén. Abrí el local y me dediqué a leer. Me encontraba concentrada en una nota interesante sobre los principales síntomas de la anorexia y la bulimia cuando Dylan llegó.

—¿Qué hay de nuevo, guapa? —preguntó con una sonrisa ladeada. No tenía sentido la pregunta puesto que vivíamos juntos y no había mucho nuevo que contar, además de algo sobre su trabajo o mis clases.

—Una nota interesante. —Fue lo único que encontré por respuesta. Le mostré la revista y él leyó el título.

De pronto cambió el rumbo de la conversación y preguntó:

—¿Me concedes un día de cine?

—¿Que si te concedo un día de cine? —Arqueé las cejas, sorprendida y mi novio asintió animadamente, con una gran sonrisa iluminando su piel morena—. ¡Por supuesto que sí, amor mío!

Entonces rodeó el mostrador y mi cuerpo se sacudió en un escalofrío, en espera de su tacto. Me adelanté unos pasos para llegar varios segundos más rápido y un fuerte deseo invadió cada extremidad de mi cuerpo hasta el punto de chocar contra él, rodearle el cuello con los brazos y apretarlo fuerte contra mí en un intento de obtener más, de sentir mejor el sabor de sus besos. Dylan pasó sus brazos por mi espalda, acariciando y apretando levemente. Nuestros besos se volvieron más demandantes y sus dedos pasaron unos centímetros por debajo de la cintura de mi jean; los míos recorrieron su cabello castaño y presionó más mi boca contra la suya. Entonces me llevó hacia una pared y apoyó mi cuerpo ahí, lo cual hizo que una sensación de alarma y ansiedad me invadiera de repente. Ir más allá de este punto me estaba comenzando a poner incómoda, en especial después del incidente con el infame de Gastón, no me había podido recuperar del todo de aquello. Así que comencé a dejar de ejercer presión sobre la parte posterior de su cuello, Dylan comprendió en seguida y fuimos separándonos milímetro a milímetro con el dolor de dejar de sentir los labios del otro. Mi respiración se normalizó y mi ansiedad disminuyó.

Finalmente estábamos separados.

—Debo trabajar —dije, viendo sus hermosos ojos negros, en aquel momento algo enrojecidos producto del mal sueño que le dejaba el trabajo. Él asintió.

—Me quedo haciéndole compañía a la hija más ejemplar en todo el universo —replicó y su comentario me hizo sonreír. Bajé la mirada, sintiendo el halago.

—Gracias, pero deberías descansar. De verdad.

—Quiero permanecer esta tarde contigo —respondió besándome en mi oreja derecha.

—Lleguemos a un acuerdo, ¿sí? Te quedás la primera parte de la tarde conmigo y la segunda mitad vas derechito a descansar, que se te nota en los ojos lo agotado que estás.

Él se rio y me dio otro beso, esta vez en la raíz del pelo y el siguiente en la frente.

—Vale, trato hecho. —Acordó tomando mi mano y cerrando dicho acuerdo con un beso en el dorso—. Pero creo que las noches son mejores para descansar.

Y cuánta razón, si tan solo pudiera descansar bien yo también...


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Octubre nos decía adiós y no faltaba nada más que un mes para terminar el año. Eso me ponía muy feliz porque significaba más tiempo para salir con mis amigos.

Fer nos invitó a su casa a quedarnos a dormir, Matt no se molestó en inventarse una excusa así que simplemente dijo que no tenía ganas y se quedó en su propia casa. Allá él; nosotras, por nuestra parte, tendríamos una "noche de chicas". Treinta de octubre, como todos los treintas de octubre, nos la pasaríamos genial. Y luego ya sería 31, Halloween. Sí, acá nadie festeja el Día de Brujas, pero no importa porque nosotras queremos hacerlo; y, después de todo, ¿qué tiene de malo el hecho de festejar? La vida está para vivirla y la mejor forma de hacerlo es celebrando cada vez que se presenta una oportunidad, sea lo que sea, no importa el qué, para ser feliz hay que divertirse.

Nada más que un añoWhere stories live. Discover now