Capítulo 60: Alfonsina y Horacio

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El sábado siguiente vinieron a casa y nos pasamos la tarde tomando mates y charlando. Dylan estaba siendo él, Fer también estaba siendo ella, y Lari, pero Matt... Matthew no brillaba ni siquiera con el reflejo del sol dorado que anunciaba el fin de la tarde, los destellos que entraban por la ventana llegaban hacia sus ojos mieles, pero estos no los regresaban.

Pronto hablaría con él, me propuse hacerlo cuando nos encontráramos solos para evitar que se sintiera incómodo.

—Así que celebrarán el fin de las clases... —dijo mi novio con un tono que indicaba la buena opinión que tenía acerca de aquella idea.

—Afirmativo. —Asintió Fer. Luego me miró—. Y ya habrá que ir a comprar alguna ropa bonita...

—Por eso no hay problema. ¿Verdad, guapa? —me preguntó Dylan con su tan habitual sonrisa de lado. Casi me derrito ahí mismo.

—No la sonrojes —protestó Fer en broma.

—¿Y tú, tío, también te comprarás "alguna ropa bonita"? —preguntó él a Matthew haciendo burla de las palabras dichas por Fer.

Matt negó de manera casi imperceptible.

—¿No? —insistió Dylan.

—No iré —respondió mi amigo de una manera algo seca, como soltada de sopetón. Estaba siendo demasiado introvertido otra vez, como al principio del año al conocerlo, con esa mirada que parece indicar que quiere escaparse de donde esté.

—¡Matthew! Dejá de amargarte y salí de una vez por todas —exclamé bruscamente. No lo pude evitar, estaba cansada de que escapara a todas las salidas e invitaciones que le proponíamos. Antes eran Fernanda y Lara, y cuando al fin decidían unirse a nosotros quería borrarse él. No, señor.

Dylan le pasó un brazo por los hombros y lo zarandeó amistosamente.

—Vamos, chaval, anímate. Será divertido y te hará bien. —Ante esto, Matt levantó sólo un poco sus ojos de la mesa para volver a posarlos allí y se dejó ver una sonrisa muy sutil. Ojalá hubiera sido más amplia, más llena; al menos para que Dylan se sintiera mejor por hacerlo sonreír, pero no. Una mueca apenas perceptible como la mayoría de las veces.


***

Al término de esa tarde me quedé en casa con mi novio. Permanecimos el sábado y el domingo juntos, decidimos ver las películas que había comprado y que faltaban por ver. Como estábamos solos me animé a preguntarle sobre algo que había notado. Le tomé las manos, lo miré a los ojos y él se acercó más a mí en el sillón, atento a mis palabras.

—Guapo, necesito saber algo. —Él asintió y yo proseguí—: A mi parecer te veo mejor, te ves fuerte, sin nada indigno invadiendo tu sangre.

Dylan sonrió y asintió.

—Eso quiere decir que...

—No consumo, sí —respondió. Me sentí muy feliz por él e instintivamente lo abracé muy fuerte—. Dejé de hacerlo hace un tiempo, cuando me encontraste en casa. No quiero que me veas así, no me gusta, y siento mucho lo que pasó ese día.

—Dejá que adivine. —Me acomodé en el sillón, como preparando lo que diría a continuación y él sonrió—. Las reprimendas de tu prima surtieron efecto.

Aquello lo hizo reír y me confundió un poco.

—Tuve que escucharla largo rato por el teléfono y le hubiera colgado en la cara de no ser por educación y porque es mi prima. Si hacía eso me esperaba algo peor, estoy seguro. Conociéndola a Anahí... En fin, lo hice por ti.

Nada más que un añoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ