Capítulo 26: viaje por la autopista

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Terminé de llevar las maletas con lo sencillo al auto y me senté en el lado del copiloto porque allí es más cómodo. El camión de mudanzas ya estaba listo con el resto de lo que nos llevábamos —no muchas cosas, los muebles quedarían en la casa— y ya marchaba detrás de nosotros por la Avenida Jorge Newbery, camino al centro. No es que fuera un viaje muy largo, el camino más corto y con buen tránsito tardaba treinta minutos nada más, pero era lejos de mi hogar. Sí, con sólo media hora por este camino podía volver cuando quisiera, pero no creí que pudiera perder siquiera eso en viaje cuando me adaptara a mi nueva vida. Sería muy ajetreada, estaba segura.

Los pensamientos sobre lo que dejaba atrás me invadieron otra vez.

Y recordé algo: ¿qué se supone que quiso decir Matthew con eso de que encontraría la forma de verme? No creo que se tomara la molestia de viajar media hora en los horarios pico para verme... ¿O sí?

Pero también me invadieron los pensamientos de lo que sucedería a continuación, lo que sería de mi vida y en qué parte de la ciudad estaría ubicada nuestra nueva casa. ¿Cómo sería? ¡Qué nervios!

¡JA, y qué ironía! Lo que menos imaginé que pasaría en ese momento sería encontrarme ansiosa por saber cómo es una simple casa.

Para evitar pensar en todas las cosas que me llegaban a la mente decidí sacar del bolso el libro que me prestó —¿o regaló?— Matt y leer sus poemas de allí en adelante.

Pero en cuanto llegué a la primera página noté que había una dedicatoria escrita con lápiz, muy clarito. A Matt no le gusta marcar los libros, pensé. En eso nos parecemos.

"Espero que este librito lleno de maravillosa poesía de época sea un inmenso placer y entretenimiento para los momentos de ocio mientras se adapta a su nuevo estilo de vida.

Suyo siempre,

El caballero que la aprecia a usted tanto".

Y, a medida que pasaba las páginas, había pequeñas notas trazadas con el mismo lápiz en el resto de libro, pero de manera informal, que decían cosas como: "este es mi verso favorito" o "lo considero el mejor poema de todo el libro".

Si quería olvidar mis pensamientos, no podría. Pero era agradable tener a Matt "encerrado" en el libro —o a sus palabras—. Al menos podría conocer todas las opiniones que nunca expresaba en voz alta, la perspectiva completa de mi amigo sobre la recopilación de poemas y la obra en general de esta autora que tanto admira.


*** 

Mi padre estacionó el auto. Al sentir el cese de movimiento, salí del ensimismamiento que me provocó libro de Matt durante todo el viaje.

Ante mis ojos se presentó un edificio, imponente por su altura.

—¡Ya llegamos, familia! —exclamó con una sonrisa de satisfacción.

¡Ah, pero qué tonta! ¿Cómo pude creer qué iríamos a una casa? Nuestra casa era la mejor adquisición de la familia e íbamos allí para conseguir una mejor oportunidad económica. Papá nunca podría haber comprado otra casa; y mamá, con lo que sacaba de su pequeño almacén, mucho menos. Por supuesto que no, con un departamento estaríamos bien.

Salí del auto y comenzamos la ardua tarea de subir nuestras cosas, que más bien eran maletas con ropa, y cajas con elementos de limpieza y CD's —de mamá—, herramientas y más CD's —de papá—, libros —míos—, y videojuegos —de Agus—. Por suerte el edificio tenía ascensores. De hecho, era muy acogedor, con vista a la ciudad e incluso al trabajo de mi padre. Ahí fue cuando supe que estábamos a unas cuantas cuadras, no muy lejos.

Nada más que un añoOnde histórias criam vida. Descubra agora