Capítulo 45: día frío

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Semanas después de lo sucedido, Matt me envió un mensaje. No uno por correo ni mucho menos a modo de carta, uno muy simple y conciso por WhatsApp:

Luci, necesito verte —leí. Matt nunca me decía eso, ni siquiera aunque me extrañara, nunca demostraba necesitar verme.

Inmediatamente le respondí que podíamos vernos cuando quisiera y pregunté en el grupo si había sucedido algo.

Te queremos mucho, te extrañamos. No hay razones para no verte, Lucía.

Eso fue lo que respondió Fer y lo creí suficiente, pero seguía sintiendo que había algo diferente en la situación, algo que ellos no me decían. Lari mandó un sticker con un corazón, siempre de pocas palabras, demostró su cariño de otra forma.

Definitivamente acordamos que nos veríamos en unos días y ellos decidieron que el punto de reunión sería mi casa. No me opuse.

Pero más extraño fue lo que sucedió conmigo al recibir aquel mensaje. Algo se movió dentro de mí, como despertando, desde la boca del estómago hacia el corazón; una sensación que, si bien experimenté con anterioridad cada vez que recibía un mensaje de mis amigos, no llegaba a ser tan fuerte. Era como emoción, aun mejor que eso, y la había producido el mensaje de Matt.


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Así que ese día llegó y los esperé con ansias. Sentada en una silla y con el móvil en la mano, no me permitía bajar la vista hacia la pantalla más que para contar los minutos que faltaban y en su lugar me limitaba a mirar fijamente a la puerta en espera de la melodía que sonaría por toda la habitación cuando ellos llamasen al timbre.

Cuando abrí la puerta me esperaba el abrazo de Fer primero —ella siempre se adelanta para todo—, pero en su lugar recibí el de Matt... Porque a su espalda no había nadie.

Al separarme de nuestro abrazo le dirigí una mirada interrogante.

—Ella no vino. Dijo que no se sentía bien, que su cabeza explotaría —asentí para hacer notar mi comprensión, aunque una risa no prevista salió de me boca.

—Lo sé, es un poco exagerada —comentó él en respuesta.

—¿Y Lari?

Matt negó, cabizbajo.

—Lara no ha sido la misma de siempre desde lo de Clari. No quiere salir. No salimos los tres después de ese día, sólo nos vemos en el colegio.

Me sentí mal por no notarlo, pero sólo había hablado con ella por chat y, después de todo, cada uno estaba mal. Estando juntos pensé que estarían mejor que yo, que estoy lejos de ellos.

—Supongo que es comprensible. Al menos se tienen a ustedes, y a mí, saben que siempre pueden contar conmigo.

Mi familia decidió ir a jugar a las cartas a lo de Marcos otra vez, ignoraba si Dylan iba a jugar con ellos; si se encontraba en su casa, seguramente sí. Pero lo curioso es que parecía que a mi familia se les ocurría visitar a sus amigos cada vez que venían los míos. Quizás les recuerdo que los dejaron un poco olvidados, no lo sé. Mejor para nosotros, las habitaciones estaban más tranquilas y podíamos hablar de lo que sea sin problemas a ser interrumpidos.

En cuanto nos sentamos en la alfombra, me arrojé a los brazos de Matt y a él lo sorprendió un poco mi acto impulsivo, pero en el mismo segundo me estrechó fuertemente entre sus brazos. Su presencia me relajaba y, con simplemente darle un abrazo, podía ponerme de buen humor. No sé cómo hacía eso, pero era un poder superior a mi entendimiento. Nadie más que mi amigo conseguía tranquilizarme en los días malos, renovarme como lo hacía él, transformarme. Y esa temporada era mala, definitivamente; no sólo para mí, también para todos aquellos que alguna vez hayan querido a Clari.

Nada más que un añoWhere stories live. Discover now