Capítulo 24: despedida

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Y llegó el día sábado: la despedida.

Me dirigí hacia el mar por la calle 491 para encontrarme con ellos en el acantilado. Era oficialmente la despedida y no sabíamos cuándo nos volveríamos a ver ni si eso sucedería siquiera. Tenía los ánimos por el piso.

Pensamientos horrendos me asaltaron de camino allí, aunque también recordé que dejaba cosas malas –gente, más bien– y eso me animó un poco: Cody y Gastón, por ejemplo. Me di cuenta de que habíamos finalmente terminado y no quedaba nada inconcluso, por así decirlo. No tendría que preocuparme en una relación a distancia con él, y menos mal, porque creo que nunca lo hubiera dejado de no ser por lo que vi ese día.

Parece que con una mirada nos dijimos todo lo que debía decirse, nos ahorramos las peleas, los insultos y las ofensas que una infidelidad ocasiona siempre. En un abrir y cerrar de ojos todo estaba solucionado, ¿verdad?

Mis amigos ya habían llegado y sabían perfectamente, como yo, que esta sería quizás la última vez que nos veríamos en mucho tiempo. Matt y Clari esperaban impacientes a que yo llegara a su encuentro mientras que Fer respiraba agitadamente con el rostro sudoroso. Había hecho ejercicio, lo supe. Me alegró saber que interrumpió su rutina por mí; al parecer, todavía significaba algo para ella.

Cuando finalmente estuve frente a ellos nos fundimos en un abrazo grupal, el mejor que di y que me dieron en toda mi vida.

Entonces comenzamos a charlar, parecía que quisieran prolongar la despedida o evitarla a toda costa. Sentados en la hierba algo mojada por el rocío del otoño que finalizaba y con el sol a nuestras espaldas, mirábamos el mar extenso e infinito en todo su esplendor con las olas golpeando en el hermoso acantilado.

Pero todos sabíamos que el fin de la tarde se acercaba y, con ella, me iría de aquel lugar. Nos levantamos de la mantita que Clari había extendido sobre el pasto para no mojarnos al sentarnos y la ayudamos a doblarla.

Y el ambiente se volvió tenso.

Pasé mis ojos por cada uno de mis amigos mientras que ellos me observaban a mí. Entonces me dirigí a Fer sin saber muy bien que hacer o decir.

Ella me tomó de las manos y les dio un leve apretón, me miró a los ojos con una expresión de pena, aunque también sus labios carnosos se curvaron en una sonrisa enmarcada por los dos lunares cerca de ellos. Le devolví la mirada, aunque sin ser capaz se sonreír.

–Nos mantendremos en contacto, para eso existe WhatsApp.

Asentí. Mi boca se volvió una leve curva hacia arriba y se me cayó la primera lágrima. La sequé con la manga de mi suéter lo más rápido que pude y eso ocasionó una sonrisa más amplia que me hizo sonrojar y a Fer escapársele una risita.

Me abrazó lo más fuerte que pudo. Noté sus vértebras en mis manos, el ejercicio la había hecho adelgazar notablemente. Nos separamos y la siguiente fue Clari. Para ella tenía pensado un pedido especial, por eso sabía qué decirle.

Esa vez fui yo quien tomó de las manos a mi amiga, la miré a los ojos y le pedí:

—Cuidá a Matt y a Fer por mí. Y a ti misma.

Ella sonrió.

—Por supuesto que lo haré. Esos dos no se librarán de mi tan fácil —dijo divertida y también se le escapó una lágrima—. ¡Ay, mierda! Vení para acá que ya estoy llorando.

Y me dio un fuerte y enérgico abrazo, sólo como Clara puede dar.

El siguiente fue Matt. No sabía tampoco qué decirle, pero a esas alturas ya estaba completamente angustiada, así que no me molesté en ocultar las lágrimas. Apoyé mi frente en su hombro.

Nada más que un añoWhere stories live. Discover now