Capítulo 47: la escuela de siempre

63 14 39
                                    

Al día siguiente era lunes y tocaba volver a mi escuela de siempre, aquella que había apreciado con todo mi ser porque estaba en Los Acantilados, en mi hogar. Ni siquiera sé cómo es que la directora y el vice me dejaron volver después de lo que sucedió antes de irme.

Pero no fue una agradable bienvenida de vuelta.

Si bien ya tenía noción de que un par de cosas habían cambiado, no me esperaba en absoluto que se me volviera encima tan rápido. Así que fue un horrible primer día.

Parecía que Cody se hubiera asociado a Gastón y Renata se juntaba con ellos. Para colmo también estaban los tres unidos e iban caminando por los pasillos como si fueran "la liga de los malvados". "La liga de los pelotudos", los llamaría yo. Malditos, la secundaria entera los odia y no se dan cuenta —o fingen no hacerlo—. Que alguien me explique: ¿cómo se suponía que debía andar por los pasillos libremente si estaban por todos lados como mosquitos? Tres mosquitos molestos que me gustaría aplastar de una palmada. 

Y eso es lo que sucedió aquel primer día, los mosquitos nos interceptaron.

—¡Pero miren quién regresó! —se escuchó a mis espaldas. Involuntariamente rodeé los ojos y procuré ignorarlo para seguir hablando con mis amigos.

—¿Qué pasa? ¿No me vas a saludar?

Con un gran esfuerzo me volteé y le dirigí una mirada fría, no me importaba ser amable en absoluto, no si se trataba del estúpido de Gastón.

—Hola —proferí de una manera nada amigable, al tiempo que veía a los otros dos imbéciles cerca del primero.

Quise volver a la charla placentera que estaba teniendo antes con mis amigos, pero la crueldad de ese chico no me lo permitió. Estuve segura de que observaba mi espalda y los rostros de Matthew, Fernanda y Lara con sus escrutadores ojos negros antes de volver a la carga.

—Espero que no estés buscando a tu amiga, ¿cómo se llamaba? Esa tal Clara. Te advierto que está muerta.

Eso fue la gota que colmó el vaso. El mosquito sabía exactamente el lugar y el momento en que debía picar, tanto que un calor me subió por el cuello y mi rostro se puso rojo de furia. Ya podía sentir la adrenalina.

Miré hacia ellos y noté a una Lara incómoda. Entonces supe el por qué:

—¡Maldita pelirroja traicionera! —bramó Renata. Todo estudiante presente se centró en ella y en nosotros. Mierda, ¡cómo odiaba ser el centro de la atención! ¡Cómo odiaba esos momentos!

—¿Yo? —dijo Lara, fingiendo inocencia e incredulidad con una mano en el corazón, imitando a Renata— Pero si yo no hice nada...

—¡Se supone que yo era tu mejor amiga! Y mirá como me lo pagás, abandonándome, ahora sólo estás con ellos.

—Reni, no quiero problemas —simplemente dijo mi amiga, esta vez sin imitar a la otra, era ella misma hablando.

—¡Cerrá la boca! —bramó la rubia en un ataque de celos y rabia. Nunca la había visto así, enojada era muy imponente y más por su gran altura.

—¡No! —exclamó Fer mientras avanzaba un paso— Vos no sos nadie para obligarla, Lara va a estar con quien quiera. Y lamento informarte que primero fue NUESTRA mejor amiga. Muchos años antes de que VOS aparecieras —culminó su defensa con un dedo acusador y casi se abalanza hacia Renata, pero yo la detuve apoyando una mano en su pecho.

—Mejor es que se den media vuelta y se vayan. Háganme caso —intenté mediar, pero era imposible.

—¿Por qué deberíamos hacer eso? —preguntó el moreno. Sus ojos negros clavados en mí y la sonrisa burlona apareciendo cada vez más por su horrible cara—. Entiendo que no te guste que te recuerde a tu amiga muerta, pero esas son cosas que pasan. En esa familia eran unos irresponsables si creían que iban a salir todos vivos de esa y conduciendo a tanta velocidad.

Nada más que un añoМесто, где живут истории. Откройте их для себя