Capítulo 27: nueva ciudad

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Las dos familias nos dirigimos al edificio del Aeropuerto de Mar del Plata. También vinieron Dylan y su padre porque son parte de la familia de mi amiga, claro.

Finalmente, estábamos todos reunidos en la gran sala, a diez minutos del despegue. Comenzamos a despedirnos. Dylan primero, luego su padre y, más tarde, mi familia. Entre todo lo que se dijeron los unos a los otros, el tiempo corrió muy rápido y, cuando finalmente llegó mi turno, sólo quedaban unos minutos antes de que la familia tuviera que salir corriendo para no perder el vuelo.

—Que sepas que si no estoy llorando ahora mismo es porque acostumbro a despedirme de vos desde toda mi vida —le dije a mi amiga, sonriendo.

Ella me devolvió el gesto, divertida al igual que siempre.

Nos abrazamos de manera amistosa como lo hacemos en cada despedida.

—Mantenme informada —me advirtió al abrazarme. Nos separamos y me guiñó el ojo.

A modo de respuesta yo asentí y sonreí. Entonces se volteó junto a toda su familia, adentrándose en el gentío.

Todos comenzamos a regresar por donde vinimos, mis padres hablaban con Marcos, el padre de Dylan. Yo me quedé atrás y el primo de Anahí también, por lo que caminó a mi lado un tiempo hasta que decidió hablar.

—¿Cómo se llama el libro? —preguntó de pronto.

—¿Eh? —dije a modo de respuesta, confundida porque me sacó de mis pensamientos y apenas lo escuché.

Hizo un movimiento con la cabeza, señalando el libro que llevaba entre mis manos, abrazándolo a mi cuerpo.

—Ah, sí. Es una recopilación de poemas de esta autora —levanté el libro para que pudiera ver la portada.

—Alfonsina Storni —leyó—. Interesante.

Salimos al espacio abierto y nos dirigimos a nuestros vehículos. Cuando nos acercamos a ellos, los demás se despidieron y nosotros también.

—Te veo luego, guapa —me sonrió con sus dientes perfectos.

—Eh... Dylan.

—¿Qué? —se volvió, con la misma sonrisa deslumbrante que me había dado hacía unos instantes.

—Sabés mi nombre, ¿no?

—Lucía.

Eso me desconcertó. Creía que no sabía mi nombre y "guapa" es un buen adjetivo para agregar cuando no recordamos el nombre de alguien.

—Ah, bien —le sonreí brevemente, algo desconcertada—. Chau.

—¡Adiós! —respondió con la misma expresión mientras agitaba su mano.

Le devolví el gesto y regresé al auto. Mi corazón latía desbocado. ¿Qué me está pasando? Cuando mi corazón latía de esa forma sólo significaba una cosa y eso no estaba pasando. No podía estar nerviosa al lado de Dylan, ¿verdad? No puede ser eso. No me encontraba en el día del asado, en mi casa, jugando Blackjack y apostando por un beso que no daría nunca.

Pero me obligué a dejar de pensar en tonterías y entonces noté que no sólo se parecía a Anahí en los gestos como el guiñar el ojo, me acababa de decir "guapa". Ella usa la misma palabra para referirse a mí en algunas ocasiones. Parece que son más cercanos de lo que se notaba a simple vista, quizás se criaron juntos en Madrid, vivían en el mismo barrio y eso. Pensando, me di cuenta de que la despedida debió ser mucho más dura de lo que mis ojos vieron. Dentro de todas esas sonrisas por parte de él y Marcos, su padre, se escondía la melancolía de dejar ir a su familia y quedarse en otro país. No puedo ni imaginar el sentimiento porque no se compara con tus amigos a treinta minutos en auto, se trata del otro lado del charco. Eso es mucho.

Nada más que un añoWhere stories live. Discover now