Capítulo 37: confesárselo

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Cuando dejé a mi novio frente a su edificio se despidió de nosotros cordialmente.

—Gracias por el paseo, guapa —se inclinó hacia mí y me plantó un rápido beso en los labios—. Me muero por saber cómo va la partida entre mi padre y tu familia, espero que ganen —me guiñó un ojo y se volvió hacia los asientos traseros—. Me ha encantado conoceros.

Les sonrió y salió hacia la calle, ajustándose la bufanda al cuello y a la boca. Cerró la puerta del auto y me miró una vez más, percibí su sonrisa debajo de la bufanda y la divisé en sus ojos, en respuesta agité mi mano y, acto seguido, él se dirigió hacia la entrada del edificio para refugiarse en el interior.

—¡Sí que es primo de Anahí! —exclamó Clara.

—No hay duda —confirmó Lari.

Todos los integrantes del auto estuvieron de acuerdo.


***

—¿Por cuánto tiempo estaremos solos? —preguntó Matt cuando entramos al departamento.

—Volverán a las diez u once de la noche, como siempre.

—¡Hay tiempo de sobra! —Clari aplaudió, enérgica y con los ojos muy abiertos.

—No es que sea hora de la cena, pero el frío me dio hambre y es mejor que comamos ahora, así cuando vuelvan a sus casas no es tan tarde y tienen comida en el estómago.

—¡Que sea algo light!

Todos estuvimos de acuerdo con la idea de Fer y pusimos manos a la obra.

Optamos por galletitas de salvado con queso crema libre de grasas untado como snack, para comer mientras preparábamos lo que sería la verdadera cena: ensalada de muchas verduras, tales como tomate, papa, lechuga, cebolla, zanahoria, remolacha y demás variedades que le pusimos para satisfacer el gusto de cada uno de nosotros. Además, como postre no comimos ningún alfajor ni torta de chocolate, y en su lugar compramos variedades de frutas e hicimos ensalada con ellas, totalmente hecha con nuestras propias manos. Una delicia de cena.

Entre cuchillos y platos, hablábamos como un verdadero grupo organizado de chefs.

—Matt, ¿te divertiste hablando con Dylan? —pregunté.

A mi lado, cortando un tomate, levantó la mirada hacia mí y una media sonrisa le cruzó el rostro. Después volvió al cuchillo con el que cortaba.

—Estaré alerta —dijo casi en un susurro.

Las carcajadas de Fer y Clari sonaron en toda la cocina, no, en todo el departamento. Yo no llegué a tanto, en su lugar me limité a sonreír y observar cómo seguía con su trabajo, dejando de lado el mío por un momento. Estaba tan pacífico, como siempre que se sentía cómodo, como cada vez que nosotras estábamos presentes.

—¿Cómo es estar allá? —pregunté al salir de mi ensimismamiento.

Matt volvió a levantar su mirada.

—¿Cómo? —preguntó con el semblante torcido en una mueca de confusión.

—Lo que Luci quiere decir es si nos va bien en el colegio..., y en la vida en general —respondió Fer en su lugar—. Y la verdad es que nos hacés falta. Mucho.

—Estoy bastante segura de que pueden vivir sin mí —dije, intentando parecer divertida.

Pero el rostro de Clari se volvió serio.

—Podemos, sí. Pero no queremos. Ahora que los idiotas se unieron, son más contra nosotros y no es justo, no lo es en absoluto.

Me volteé hacia Matt.

Nada más que un añoWhere stories live. Discover now