Capítulo 62: la fiesta

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La celebración de fin de curso ya había llegado. Fue lo primero que recordé aquel sábado por la mañana.

Todo el día lo dediqué a preguntar a Fer qué esmalte llevaría en las uñas y qué colores combinarían con mi vestido, mientras ella me pedía consejos sobre que usar en el cuello o en las muñecas. Lari no pidió opiniones, aunque se veía que leía los mensajes del grupo.

Al final decidimos que yo iría a buscar a Matt y al volver a casa se uniría a nosotros Dylan, luego pasaríamos por Fer y Lari, y de allí hacia la casa de Renata. Dada la ubicación de nuestras casas era más conveniente que Matt pasara por nosotros, pero yo quería asegurarme de que iba bien vestido, ya que no me había querido mencionar nada del asunto durante toda la semana y quizás suene un poco egoísta, pero quería ser la primera persona en verlo.

Entonces, cerca de las ocho de la noche salí de mi casa hacia la de Matt. La brisa marina me despeinaba mientras caminaba por la ruta que bordea el acantilado, pero, aunque me había arreglado muy bien, no me importó; el cielo estaba color turquesa, puesto que todavía no era noche cerrada, y no había nada más placentero que caminar bajo él. La noche de finales de noviembre brillaba en todo su esplendor.

Llegué a su casa y juro que Carol tenía la sonrisa dibujada desde antes de abrir la puerta. Su rostro se iluminaba de una manera que no había visto antes, los ojos le brillaban.

—¡Pero qué belleza! —exclamó viéndome.

—Gracias —dije, tímida—. ¿Cómo va la preparación de Matt?

—Adelante. —Abrió la puerta y me adentré en su casa—. Tu amigo está casi listo... ¿El perfume, hijo? —gritó hacia el fondo de la casa para que él la escuchara.

—¡Listo! —Se escuchó desde el comedor.

Entonces apareció por la puerta un Matt vergonzoso y sonriente.

La fragancia masculina que usa él habitualmente inundó la habitación y yo ya no pude dejar de mirarlo. De verlo a todo él, desde su cabello hasta la vestimenta que llevaba y, por su puesto, sus ojos y sonrisa no me pasaron desapercibidos en absoluto.

Sentí que un codo me tocaba el brazo izquierdo y alguien me hablaba.

—Está muy guapo, ¿no es así? —advertí la voz orgullosa de su madre.

—Sí, lo está —respondí sin siquiera meditarlo, fue instintivo. Todavía seguía observando a mi amigo mientras se acercaba.

Llevaba su cabello rubio oscuro y ondeado, peinado hacia un lado de la cara con cuidado de no tapar los ojos. Jeans negros ajustados y una camisa a cuadros roja y azul marino dejaban ver su figura delgada; por último, su calzado estaba conformado por zapatillas marrón claro de gamuza. Quedé asombrada por el gusto y la combinación maravillosa que había logrado Carol. Es decir, seguía siendo Matt, pero había logrado un look muy bueno, le había acertado a la perfección con la idea que yo tenía en mi cabeza de cómo debía vestir e incluso me sorprendió con ciertos detalles como la tela y el color de las zapatillas.

Me adelanté hacia Matt y lo saludé con un abrazo.

—¿Te gusta vestir así?

Entonces su preciosa sonrisa se amplió más, de una manera que pocas veces lo hacía; y al fin, después de mucho tiempo, pude contemplarla. Me moría de ternura por dentro.

—Sí —respondió.

Al cerrar la puerta de su casa, él me observó un instante y yo me detuve a verlo también a él. Sonrió tímidamente y bajó la mirada.

—¿Qué sucede? —pregunté y él levantó la cabeza como sobresaltado, sus ojos revolotearon por la vereda debajo de nosotros y por la hierba extendida a los costados de esta, buscó las palabras y titubeó.

Nada más que un añoWhere stories live. Discover now