Capítulo 22: último día

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Ultimo viernes en mi instituto. Sí, mío porque siempre había sido así y lo seguiría siendo, aunque estuviese en otro lugar, cualquiera fuese la distancia.

Era receso y, a pesar de que debíamos estar todos juntos, la realidad era que cada uno estaba en sus cosas. Fer en el baño, Clari comiendo con Matt y yo vagaba por los pasillos llenos de alumnos que hacían barullo, intentando absorber los pequeños detalles que nunca había percibido para así jamás olvidarlos. No quería que eso pasara, por eso me empeñaba en observar cada rincón de ese instituto con el fin de recordarlo con perfecto detalle. Puede sonar melancólico, pero lo cierto es que lo era. Sí, total y completamente melancólico. No pude evitarlo.

Finalmente, luego de sentirme satisfecha con el pequeño y ligero recorrido que había hecho, me dirigí a buscar a Clari y a Matt, que estaban juntos almorzando en algún rincón del instituto.

La hallé en medio del jardín trasero, sentada como indio en donde no había pasto y lo cubría el cemento. Me acerqué a ella y le pregunté por Matt.

—Me dijo que iría al baño.

Entonces me alejé, dispuesta a hacer otro mini recorrido mientras lo esperaba cerca del baño. Cuando estaba a una distancia prudente del sanitario para chicos me detuve a esperarlo.

De pronto salió.

Caminaba con su acostumbrada cabeza gacha, pero su andar, a diferencia de la tranquilidad que expresaba normalmente, estaba curiosamente transformado en nerviosismo; era rápido, además. Su mano cubría la mitad de su rostro, sosteniendo la nariz ligeramente.

Entonces supe que algo andaba mal y eché a correr.

Me paré frente a él para impedir que siguiera caminando y, una vez hubo notado mi presencia, agarré su mano y la aparté de su rostro con una serenidad que no sé de dónde logré sacar.

Lo que vi debajo de esa mano casi me dejó sin aire. Dos amplias líneas rojas surcaban cada una de sus fosas nasales hacia su boca rosada. Volví a mirar la mano que había corrido de su cara y la volteé con la palma hacia arriba.

Sangre.

Miré a Matt a los ojos, tomé su rostro por las mejillas con mis dos manos.

—¿Qué pasó? —inquirí.

Levantó la mirada, pero inmediatamente la volvió a desviar hacia el cemento que cubría el patio.

—¡Matt!

Esta vez habló. Aunque rápido y entrecortado, logré entenderle.

—Me..., me está saliendo sangre por la nariz —soltó.

—¡No me digas! —bufé.

—Es n-normal —respondió entre tartamudeos.

—¡No lo es! —exclamé.

—Lo siento —estaba llorando.

—No me importa.

—Lo sien-to —volvió a repetir, como si no escuchara mi respuesta.

—¡Ya basta de disculpas, Matthew! —odio cuando se disculpa, aunque esa vez lo hacía porque mentía. Matt no miente, pero podía ver en su mirada que esa vez si lo hacía. Quería encubrir a alguien y estaba segura de que ese alguien no se merecía ningún tipo de tapadera, porque sabía muy bien quién era esa persona. Tenía muy claro quién se lo había hecho.

Pero comenzó a respirar agitado, palidecer y transpirar al tiempo que Clari se acercaba preguntando qué era lo que sucedía y Fer salía del sanitario de chicas.

Nada más que un añoWhere stories live. Discover now