Capítulo 6.- Mi concepto.

6.4K 522 59
                                    


Desde aquel viernes y aquel encuentro nada deseado con Clarke, no había vuelto a encontrarla en su particular banco ni en ningún otro sitio. No podía quitarme de la mente esa imagen de ella sollozando, con la mirada triste y nerviosa, donde ni tan siquiera fui capaz de parar su camino para poder hablar con ella y tranquilizarla.

Y además ningún rincón de la calle me brindaba y ofrecía de nuevo su presencia. Ningún rincón me regalaba esa mirada y sonrisa que tan sólo ella sabía poner. ¿Cómo era posible echar de menos a alguien que ni conoces? ¿Cómo era posible echar de menos una mirada? ¿Cómo era posible echar de menos una sonrisa? Pues sí. Sí que era posible, yo era testigo de ese suceso. Si alguien tenía interés en hacer un estudio sobre tal extraño suceso yo me ofrecía voluntaria sin problema alguno.

Así que ahí estaba de nuevo, mi gran quebradero de cabeza, ese del cual no podía deshacerme, intentando descubrir que le habría pasado, si se encontraría bien, si volvería a verla, si tal vez yo pudiera ayudarla en cualquier cosa. Sí tan siquiera supiera donde vivía, quizás, sólo quizás, podría pasarme como quien no quiere la cosa por su puerta, a ver si el destino me echaba una ayudita empujándome contra ella. Demasiado acosador. Pensé rápidamente. Bastante tenía ya con quedar como una tonta delante de ella, como para que pensara que también estaba loca.

Y claro, como mi actitud había cambiado, o eso decían mis allegados, según mi amigo mi gesto cada día se hacía más serio, dando paso a ese mapache enfurecido con el que siempre intentaba compararme, y del cual yo ya empezaba a cansarme. Eso dio paso a tremendas suposiciones sobre mi vida. Otra de las cosas que odiaba. ¿Por qué la gente tenía que meterse donde no debía? Por qué soy tú amigo y me preocupo por ti, palabras de Lincoln cada vez que le formulaba una pregunta parecida. Sí, era mi amigo, mi mejor amigo, pero eso no le daba derecho a intentar meterse en mi vida, aún el sabiendo lo reservada que yo podía ser. ¿Cómo alguien que me conocía podía seguir insistiendo en los temas que me alteraban el humor?

Bastante tenía yo con mis suposiciones en mi cabeza, donde una y otra vez intentaba crear situaciones en las que Clarke hubiese estado llorando por algo tonto y poco más, en las que ahora mismo estaría feliz de nuevo con su guitarra cantando en el banco.

Y como cada vez que me venía ese pensamiento a la cabeza, salía casi disparada a la puerta para poder comprobarlo con exactitud. Y cada vez que salía disparada a la puerta me llevaba la gran desilusión. Clarke no estaba. Y así una y otra vez. Mi particular ser mitológico había desaparecido sin una explicación. Como una alucinación que desaparece de la vista del más genuino héroe. Dejándome sola frente a la batalla por librar. Dejándome desprotegida.

-¿Qué haces así en la calle? –Preguntó mi hermana nada más verme con un gesto de reproche y para nada compartido, recordándome en cierto modo a nuestra madre.

Nuevamente había llegado el viernes, y yo sin darme cuenta me encontraba en manga corta fuera de la cafetería, observando atentamente la calle, imaginándome que cierta rubia pudiese aparecer. Sin darme cuenta de que el frío era más que evidente y que el viento se dejaba notar con creces.

-Nada. Aquí. –Contesté sin más encogiéndome ligeramente de hombros.

-Anda vamos dentro que te vas a enfermar. –Me dijo mi hermana mientras empujaba levemente mi cuerpo hacia la entrada. –Anda mira, si ya están aquí Raven y Octavia. –Decía señalando la mesa donde siempre se sentaban. Gente de costumbres. Pero... ¿En qué momento habían entrado? Ni si quiera me había dado cuenta de ello. ¿Qué demonios me estaba pasando?

Debido a la insistencia de mí hermana y a que aún era pronto para comenzar esa rutina de micro abierto, nos sentamos junto a ellas un rato en lo que Lincoln nos servía algo amablemente.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora