Capítulo 41.- Mereces al menos explicarte.

4.9K 465 153
                                    


Tras la información que Lincoln me había proporcionado, y comprobando que no estaba tan lejos de lo que podía pensar en un principio, no dudé ni un segundo en darle a mis pies la orden de activarse. Porque tenía más que claro que debía ver a Lexa, tenía una gran necesidad por hablar con ella ahora que nos habíamos encontrado de nuevo. Porque estaba más que claro y no podía negármelo más. El autoengaño no estaba funcionando. Y sí. Tenía remordimientos. Claro que sí. Porque dentro de mí sabía que aunque mi filosofía de vida era la de sobrevivir por mí misma, también sabía que no había hecho bien en largarme así como así, por muchos motivos que yo considerase tener. ¿Qué nunca le había dado explicaciones de más a nadie? Pues no. No tenía por qué darlas. Pero claro, Lexa era Lexa. El autoengaño perdía todo su sentido en este punto.

Ella me había brindado tanto en tan poco tiempo...Me había ofrecido un techo sin apenas conocerme. Me había ofrecido el calor y el arropo necesario para seguir adelante en esa mala situación por la que pasé. Me había ofrecido un trabajo. Un bonito trabajo a su lado. Me había ofrecido la comprensión y hasta el cariño que tanto había necesito en numerosas ocasiones. En definitiva, me había ofrecido todo sin nada a cambio. Y yo...yo simplemente la cagué. En mayúsculas y con luces de neón.

Y entre tanto, yo sólo pensaba en que eso mismo es lo que yo quería ofrecerle al pequeño. Quería darle todo lo que se me había privado a lo largo de mi infancia. Yo quería ser su Lexa. Quería ser esa persona a la que el mirase con tanto cariño. Quería ser esa persona capaz de protegerlo y demostrarle tanto con una simple mirada. Y lo que no quería para nada es que se sintiera abandonado o algo por el estilo. No quería que el sufriera y pasara por esa sensación de abandono que yo sentí a lo largo de mi infancia mientras pasaba de casa en casa, sin pena ni gloria, como un mueble más al que van acomodando en una determinada habitación al puro antojo del consumidor. Y no es que me compadeciese de una mini yo. Para nada. Todo eso me había servido para madurar en la vida y hacerme más fuerte, pero no quería eso para Aden.

Aunque también es cierto que recordaba bonitos momentos, sobre todo en la última casa en la que viví hasta que pude buscarme la vida fuera de las garras del Estado. Era una pareja increíble, tanto que yo misma aseguraba que de haber caído en sus brazos desde un primer momento todo hubiese sido muy diferente en mi vida. Bastante diferente.

Ambos se encontraron con una yo adolescente un tanto complicada, posiblemente fruto de todo el inconformismo que había experimentado hasta entonces en mi corta vida.

Lo bueno fue que ellos entendieron perfectamente por todo lo que yo había pasado y supieron tratarme y llevarme de la mejor forma posible. Fue con ellos, quienes eran músicos, con quién aprendí a tocar la guitarra. Esa compañera de aventuras que amortizaba y despejaba mi mente ante cualquier situación que podría sobrepasarme. Supieron lograr que canalizase aquella adolescencia rebelde y complicada hacia algo productivo, algo que me servía desde entonces para aclarar mi cabeza y solamente dejarme llevar mientras acariciaba las cuerdas de mi vieja guitarra cada vez que lo necesitaba.

Desgraciadamente ambos fallecieron hace años en un accidente de tráfico, desapareciendo de nuevo y como siempre el cariño y el amor que yo luchaba por buscar.

-Vale. –Me dije a mi misma y cortando con todos los pensamientos que iban apareciendo en mi mente una vez que aprecié a unos metros ya la cafetería de Lexa.

Era algo diferente. Bastante la verdad. Se veía más grande que la otra. Era blanca y con grandes cristaleras, posiblemente un buen recurso para que la gente pudiera ver y relajarse con las vistas de la playa y el mar. La verdad es que era una muy buena localización. Un sitio que invitaba a entrar sin duda alguna.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora