Capítulo 45.- Aden, eres un vendido.

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-Aden, te vas a hacer daño. –Le advertí mientras saltaba sobre la cama del hostal en el que nos estábamos hospedando desde la vuelta a la ciudad.

-¡Mira, mira! –Exclamaba el pequeño mientras yo me perdía en los anuncios de trabajo del periódico. – ¡Mami, mira! –Volvió a intentar llamar mi atención.

-¡Aden, ya vale! –Le grité sin darme cuenta de lo dura que había sonado mi voz. –Lo siento. –Le dije con un tono más tranquilo, observándolo directamente, mientras un gesto triste dibujaba su cara a la vez que se dejaba caer de culo al colchón.

Me acerqué a él sin apartar la mirada de su mirada agachada, concentrado en el colchón, como si aquello fuera lo más interesante del mundo.

-Eh. –Dije a su lado, intentando llamar su atención mientras acariciaba su pelo. –Siento haberte gritado. ¿Me perdonas? –Le dije dulcemente mientras movía sus manitas sobre la manta que había sobre la cama.

-¿Estás enfadada? –Me preguntó alzando un poco su cabecita.

-No cariño. –Le contesté con sinceridad. –Mami sólo está un poco preocupada. Pero no está enfadada contigo. –Dije dando un leve toquecito con mi dedo sobre su nariz, haciéndole sonreír. -¿Por qué no te pones a dibujar un ratito? –Le pregunté sonriente mientras el pequeño asentía feliz con su cabecita.

Observé desde la cama cómo se movía con rapidez hacia su mochilita, sacando un par de lápices y esa libreta que Lexa le había dado y que le había hecho tan feliz.

Y ahí estaba de nuevo. Lexa.

Había intentado sacar de mi mente su gran ofrecimiento. De nuevo me estaba abriendo las puertas de su casa. Pero esta vez el pack era mayor, Aden iba incluido y no parecía preocuparse ni lo más mínimo del asunto y de todo lo que acarrearía. Y por mucho que me había insistido yo me había negado por completo. No. No podía volver a aprovecharme de lo increíble y maravillosa que era. Y menos después de cómo yo me había portado con ella. Era algo totalmente fuera de lugar y demasiado egoísta. Muy egoísta.

No Clarke. Me repetía una y otra vez en mi cabeza cada vez que volvía a mi mente su: ¿Dónde estáis viviendo?

El ruido de alguien llamando a la puerta de aquella habitación me hizo despertar de esos pensamientos en los que me había consumido nuevamente, algo que había estado ocurriendo desde que me lo propuso. Porque aunque yo sabía que debía rechazarlo, dentro de mí una voz me gritaba que me aferrase a ello. Que lo cogiese con todas mis fuerzas y que no lo soltase. Que de nueva Lexa estaba ofreciéndome su ayuda de forma desinteresada y que yo no debía rechazar su generosidad.

Maldita contradicción entre lo que debía y lo que quería hacer.

-Hola. Holita. –Dijo Ontari nada más abrir. –Esto está a tomar por culo eh. –Decía mientras pasaba al interior directamente. –Ups. –Dijo tapándose la boca al ver al pequeño mirándola atentamente. –Eso no se dice eh pequeño. –Soltó mientras Aden sonreía antes de volver a seguir en su hazaña de pintar.

-Tienes que tener más cuidado. –Le dije a Ontari mientras dejaba su bolso sobre la cama.

-Ay lo siento. No estoy acostumbrada a tratar con renacuajos. –Dijo ella observando lo que Aden estaba pintando. –Oye, no se le da nada mal. –Me miró sorprendida y asintiendo con la cabeza.

-Sólo tiene cuatros años. –Contesté yo sonriente. Aunque Ontari tenía razón, al pequeño no se le daba nada mal para la edad que tenía.

-Oye. No le quites mérito. Mira que perfección de sol. –Dijo señalando la hoja donde Aden había dibujado. –Yo los dibujaba casi cuadrados y si ya hablamos de mi hermana... -Dijo poniendo un gesto gracioso en su cara. –Nulas ambas en cualquier arte. Completamente nulas. Yo creo que en el momento de nuestra bendita creación el que fuésemos bellezones de mayores nos quitó cualquier habilidad artística. Una cosa o la otra. No se puede con toda la vida. –Dijo encogiéndose de hombros para quitarle importancia. –Al menos estamos buenas.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Where stories live. Discover now