Capítulo 38.- Y tal vez eso es lo que debería ocurrir.

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Después de la visita de mi hermana mi mente no parecía querer dejar de funcionar. Cómo cada hora, minuto, segundo y microsegundo en el que permanecía despierta, incluso durmiendo podía asegurar que seguía conectada. Todas mis neuronas se habían puesto de acuerdo en intentar aturdirme lo máximo posible, intentando llevarme al límite. Y lo que podía asegurar es que de seguir así o mi mente explotaría o yo desfallecería por completo, porque lo que estaba claro es que nunca en mi vida le había dado tantas vueltas a algo, y mucho menos sumado a la sensación de tormento y angustia que experimentaba a la vez. Todo parecía un completo coctel explosivo tanto mental como sentimental a punto de estallar.

Al menos ese día me tocaba a mí hacer esas horitas en la cafetería en las que Lincoln y Clarke descansarían. Unas horas en las que yo quería intentar poder calmar mi mente, algo que no logré alcanzar porque en esas horas mi cabeza no se calmó en absoluto, dejándome cada vez más agotada e incluso irascible.

Y al menos a la vuelta de ambos la cafetería empezó a animarse, provocándome así el poder a ratos despejarme entre pedido y pedido, alejándome de esos pensamientos que tanto me atormentaban, y además propiciaba que Clarke y yo siguiéramos distanciadas ese día. Algo que no pude evitar a media tarde cuando me agarró del brazo con delicadeza en un gesto de llamar mi atención y así enfrentarse a mí cara a cara.

Yo ya al sentir su tacto sobre mi piel pensaba en la excusa barata que le pondría para decirle que estaba bien y que no me pasaba nada. Intentando escabullirme de la forma más rastrera posible al juicio que tendría con sus preciosos ojos azules. Porque lo que me esperaba era algún tipo de recriminación por mi actitud o por mi comportamiento, algo lógico y completamente entendible.

Pero mi sorpresa fue cuando esas respuestas planeadas en mi mente de forma instantánea no tenían cabida ante su pregunta. Porque lo que me planteó no tenía nada que ver con lo que mi cabeza pensaba.

-Lexa. ¿Puedo irme antes hoy? –Me preguntó pillándome totalmente desprevenida. –Tengo algo que hacer y necesito irme ya. –Me dijo con algo de preocupación.

-Claro. Claro. Puedes. –Solté antes de que mi mente de nuevo trazara cualquier historia en mi cabeza. Cualquier historia en la que Clarke necesitase salir de trabajar antes. Algo que nunca había hecho antes.

Tarde. Tarde porque mi adorada mente ya había hecho su plan. Un plan en el que irremediablemente el ex de Clarke entraba en escena mientras yo sentía que algo se quemaba dentro de mí. Como sentía arder algo profundamente en mi estómago subiendo hacia mi pecho de una forma abrasadora, conquistando cada resquicio de mí ser. Algo que nunca había sentido y experimentado.

-Gracias. –Contestó acariciando mi brazo, bajando su mano hasta la mía para después acariciarla mis nudillos con su dedo pulgar.

-De nada. –Contesté con un nudo en el estómago debido a su caricia. Y es que por mucho que mi cabeza diera mil vueltas a todo, un gesto suyo lograba calmarme inmediatamente como si de pura magia se tratase.

Observé como alzaba ligeramente su rostro para enfrentarse de nuevo a mis ojos. Analicé sus preciosos ojos azules y podía jurar que estaban cubiertos de lágrimas, pero antes de que pudiera decir o hacer nada ella simplemente me regaló una triste sonrisa para después soltar mi mano y salir con prisa por la puerta.

Una puerta que me llamaba a gritos. Que me llamaba para comprobar con mis propios ojos lo que mi mente había dibujado segundos atrás. Pero preferí ser fuerte. Preferí no acercarme a ella, porque bastante tenía ya con recrear una y mil veces la escena de aquella noche como para llevarme la desdichada suerte de unir una nueva más a mis recuerdos y pensamientos. Era más que suficiente con lo que ya tenía. No necesitaba seguir torturándome de forma tan gratuita.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Where stories live. Discover now