Capítulo 8.- Y sin darme cuenta.

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Cuando el despertador sonó esa mañana e hizo que volviese a abrir los ojos a un nuevo día, lo hice con una sonrisa en mi rostro. Ni tan siquiera fui consciente de ella hasta que no llegué al baño y me posicioné frente al espejo, descubriendo que algo nuevo había, que algo extraño apareció en mi cara, nada que ver con las famosas ojeras que solía tener, era una sonrisa. Ligera, pero ahí estaba, curvando un poco mis labios. Una sonrisa mañanera era muy extraño en mí si contamos que no solía descansar bien y que era mi café el salvavidas para comenzar un nuevo día.

Y entonces me pregunté que a qué podría deberse tal acontecimiento tan temprano, y aunque no obtuve respuesta, la imagen de Clarke tocando la guitarra en mi cafetería volvió a mi mente y me hizo sonreír aún con más ganas de forma irremediable.

Y cómo cada día me preparé mi preciado café mientras la música de la radio me hacía tararear sin darme cuenta. Sin tan siquiera ser consciente ahí estaba yo terminando de vestirme canturreando la típica canción comercial que no paraba de sonar en los últimos días. Algo corriente cuando esas dichosas canciones se metían en tu mente sin tapujos, pero nada corriente en mí, ya que yo no solía ser persona hasta que la cafeína recorría mis venas y lograba estimular mi atolondrado cuerpo. Aun así, esa mañana me encontraba más activa e incluso podría decir que más viva que de costumbre. Algo que lógicamente no pasó desapercibido para mi amigo Lincoln nada más verme en la puerta de la cafetería. Como si de un suceso paranormal se tratase.

-Uy que efusividad chica. –Dijo de forma sonriente. -¿A qué se debe?

-¿Se tiene que deber a algo? –Pregunté sin querer darle importancia al tema, puesto que ni yo misma sabía responder. –Simplemente he descansado bien esta noche.

-Claro. –Sonrió él no muy convencido con mi argumentación.

-¿Y tú tonta sonrisita? –Pregunté a modo de ataque.

-Supongo que las noches estas de los viernes se van a convertir en mis favoritas. –Contestó mientras ya entrabamos directamente tras la barra. –Sólo te diré cuatro palabras; las pelirrojas son increíbles. –Dijo antes de guiñarme el ojo.

-No sabes cómo me agotas con esas cosas. –Contesté mientras dejaba todo listo sobre la barra antes de que los clientes comenzaran a llegar.

-Deberías agotarte de otra forma pero con cierta rubia... -Dijo pasando por mi lado y dándome un ligero toque en mi cadera con la suya.

Ni quise contestarle. Total. Por mucho que había dejado claro que tan sólo estaba siendo amable con Clarke, la gente no parecía pillar la idea. Era simple. La chica me agradó y cuando la encontré en problemas quise saber de ella por si podía ayudarla, así que cuando apareció la noche anterior en la cafetería era lógico que me acercase a ella e invitarla a unirse. Yo no veía el problema, ni veía nada más, todo lo contrario que el resto, que no paraban de lanzarme esas indirectas muy directas.

La mañana fue trascurriendo sin más hasta que Raven y Octavia aparecieron como cada día. Ahí fue cuando el tema estrella por el momento volvió a la carga. Ya me estaban cansando un poquito con el asunto, y mira que una de mis virtudes, o eso consideraba yo, era la paciencia.

-Esa chica, Clarke. –Comenzó a decir Raven tras dar un sorbo de su café. –Es muy simpática eh.

-Sí. Me encantó conocerla, y además canta genial. –Siguió Octavia mientras yo ordenaba un par de tazas sin alzar la vista. Quizás si ni tan siquiera cruzaba miradas con ellas, el tema acabaría en esas dos frases. Y parece que funcionaba ya que por ahora el tema no parecía ir más allá. Por ahora no me habían incluido en la conversación. Por ahora no habían requerido de mis palabras. Por ahora.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Where stories live. Discover now