Capítulo 64.- Podría acostumbrarme a esto.

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Con ella había descubierto lo que era disfrutar de las cosas simples y sencillas. De aquello que podía pasar desapercibido y sin importancia. De una mirada. De una sonrisa. De una caricia. De una frase o de una simple palabra.

Y es que ella había conseguido dibujar perfectamente a esa persona especial que tanto andaba buscando. Alguien que me hiciera encajar y pertenecer a un sitio, a un lugar. Alguien que con un simple cruce de miradas hiciera sonreír cada centímetro de mi piel. Alguien que me hiciera sentir de verdad.

Para muestra tenía la cita que había casi improvisado la noche antes de dejar el pueblo, esa misma repleta de momentos especiales que deseaba resguardar en mi memoria. Y es que aunque sabía que a Lexa le costaría hablar de sus sentimientos y demás, aun así me llevé una preciosa e increíble confesión. Simple y de pocas palabras como era ella en estas circunstancias, pero tan perfecta e increíble como cada parte de su ser.

-Buenos días. –Escuché su voz justo detrás de mí. Mientras preparaba como cada día el café que tanto ansiaba para comenzar la jornada. Y lo que para algunos podría parecer una obligación, para mí era algo tremendamente cotidiano y satisfactorio. Y es que ver y escuchar su voz nada más despertar era algo increíble. Un estímulo para empezar un nuevo día.

-Buenos días. –Contesté con una sonrisa en los labios mientras giraba mi rostro para poder observarla mejor. -¿Has dormido bien? –Pregunté a la vez que servía el café en su taza favorita.

-He echado de menos al pequeño. –Sonrió ligeramente. Y es que tras el largo camino de vuelta a la ciudad el pequeño había decidido dormir conmigo. Algo único debido a la gran unión que tenía con Lexa. –Gracias. –Dijo cuando le entregué la taza. -¿Qué ocurre? –Preguntó debido a que me perdí durante demasiado tiempo observando detenidamente sus ojos. Sus increíbles ojos.

-Son preciosos por la mañana. –Contesté acercándome a ella para acariciar suavemente su rostro. –Corrección. Son preciosos a todas horas, pero por la mañana tienen un verde intenso increíble.

Sonrió algo avergonzada con mi confesión mientras me apartaba ligeramente la mirada, algo que aproveché para girar su rostro levemente y besarla. Para dejarme llevar de nuevo por el tacto de sus labios y el ritmo que ambas marcábamos.

-Podría acostumbrarme a esto. –Dije provocando una sonrisa en sus labios mientras acariciaba su mandíbula.

-Yo también. –Contestó mientras seguíamos mirándonos.

-¿Quieres algo en especial para almorzar? –Le pregunté tras separarnos un poco y dejar que siguiera con su café. Más que nada por educación, porque ganas de separarme de ella había pocas. Prácticamente nulas.

-Sí quieres puedo traer algo preparado de fuera. –Contestó algo dudosa, como si estuviera pidiéndome permiso.

-Me parece bien. Al pequeño fijo que le encanta la idea, y a mí me viene bien para organizar un poco toda la ropa y sus nuevos juguetes. –Le dije levantando ligeramente la ceja. Intentando pincharle un poco y haciéndole entender de nuevo que se habían pasado con tantos regalos. –No sé dónde vamos a meter la bicicleta. –Solté mientras ella sonreía ligeramente, completamente consciente de mi leve regañina. –Yo no me rio. –Dije escapando una leve sonrisa inevitable al ver la suya.

-Podemos seguir usando el maletero de Murphy. Que yo sepa no se ha quejado aun. –Dijo entre seria y sonriente.

-Pobre chico. –Negué con la cabeza mientras ella se encogía de hombros.

-La verdad es que sí. Bastante tiene ya con mi hermana. –Contestó mientras limpiaba en el fregador su taza ya vacía de café. –Tengo que irme. Hoy vienen a dejar algo de mercancía en la cafetería. –Dijo tras observar el reloj de la cocina.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Where stories live. Discover now