Capítulo 69.- Tienes que ser tú misma.

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Tras la nueva situación que estábamos viviendo y con toda la lucha interna que yo estaba soportando en silencio mientras mi cabeza parecía querer explotar, no me quedó más opción que posiblemente tomar la mejor decisión que creía oportuna en el momento. Y tampoco sabía si era la mejor decisión del mundo, pero era la que de forma más coherente sonaba en mi propia cabeza y la que posiblemente más necesitaba en el precioso momento.

Y es que definitivamente lo había hecho todo mal. Absolutamente todo. Había metido el pie hasta el fondo y ahora me encontraba en una situación en la que no veía como podía salir. En la que sentía que me hundía más y más sin poder tomar una bocanada de aire para rellenar mis pulmones y seguir sobreviviendo. Y es que Clarke estaba enfadada. Enfadada y con razones. Era un hecho. ¿Y cómo no estarlo? ¿Cómo podría tomarse alguien el hecho de confesar tú amor y que la otra persona no dijese nada? Absolutamente nada o al menos nada coherente y significativo. Cómo si no importase para nada tu confesión cuando la realidad era todo lo contrario. Porque lo que ella me había confesado era grandioso. Demasiado. Tanto era así que mi mente o mi corazón no me dejaban asimilarlo por completo.

Maldición. Maldita sea. Y es que siempre me tenía que salir todo mal. ¿Ningún dios iba a apiadarse de mí? ¿Acaso había hecho algo tan sumamente horrible para sus ojos? ¿Tanto para abandonarme cuando más necesitaba un empujón?

Hasta incluso la corta visita con Costia para que me devolviera algunas de las cosas que le había prestado y aprovechar para pedirle perdón y hacerle comprender que jamás había pretendido algo así me había salido mal. Horriblemente mal cuando Clarke se la encontró y su mente comenzó a trazar teorías que no tenían nada que ver con la realidad. Incluso ahí no sabía que decirle ni que hacer debido a que mi mente seguía estancada en no dejar ceder del todo a mi corazón, y mi corazón parecía no querer dejar a mi mente razonar con criterio. Un bucle vicioso tremendamente tormentoso.

¿Acaso esa iba a ser mi condena de por vida? ¿No poder llegar a expresar mis sentimientos hacia la persona que más lo merecía?

-Cariño. ¿Qué haces aquí? –Preguntó mi madre nada más abrir la puerta. Sorprendiéndose bastante ya que mis visitas solían ser poco habituales. -¿Estás bien? –Dijo preocupada mientras me refugiaba en sus brazos prácticamente de un impulso. Sintiendo que en su cobijo podría sentirme resguardada de mí misma. Mi mayor y única enemiga. –Eh cielo. Tranquila. –Decía acariciando con cariño mi espalda mientras reposaba mi rostro en el hueco de su cuello. –Tranquila. No pasa nada.

-Lo siento. –Solté al separarme rápidamente de ella, limpiando las lágrimas de mi rostro de forma inmediata al sentirme totalmente ridícula con mi actuación.

-¿Qué ha pasado? –Preguntó angustiada. Y es que la verdad no recordaba nunca haber llegado a ese punto de romperme delante de ella. Ni tan siquiera cuando Clarke salió de mi vida tres años atrás. Y es que por mucho que lo hubiese necesitado en algún momento yo prefería seguir guardando esas reacciones para mí misma.

-¿Podemos pasar? –Pregunté no sintiéndome cómoda en la puerta. Necesitaba sentirme segura bajo el techo y las paredes de la casa. Alejada del mundo exterior todo lo posible.

-Claro cariño. –Me animó haciéndose a un lado para dejarme paso. –Ve a la cocina a que te preparé algo caliente, seguro que te va a sentar bien.

Intenté tranquilizarme y contener mis lágrimas todo lo posible mientras me entretenía en ver como mi madre me preparaba algún tipo de infusión. Algo que parecía haber funcionado. Y es que la verdad ella siempre había sido uno de los pilares de mi vida, e irremediablemente siempre que había necesitado consuelo en mi juventud acudía a ella aunque no se lo hiciese saber. Tan sólo me sentaba a su lado o me perdía en observar lo que estuviera haciendo.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Onde histórias criam vida. Descubra agora