Capítulo 49.- Cual elefante en una cacharrería.

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Ese día me levanté más nerviosa que de costumbre desde que había vuelto a vivir junto a Lexa. Nuevamente iba a volver a trabajar con ella. Eso no era lo que me preocupaba. Me preocupaba el hecho de ser tan buena ante sus ojos como me era posible. No quería defraudarla, y no quería que sintiera que el contratarme de nuevo, por pena, porque así yo lo sentía y lo sabía, fuese el único motivo para mantenerme allí. Aunque tampoco entendía muy bien la necesidad que tenía por contratarme cuando yo ya tenía un trabajo en una tiendecita del centro, el cual obviamente tuve que dejar. Dos trabajos y el pequeño era algo que no podría haber llevado ni de loca. Su comprensión y cariño hacia el pequeño me daba el tiempo y espacio necesario para ocuparme de él sin problema, para tomarme las horas necesarias que el requería mi presencia, o en este caso, el de llevarlo al colegio. En ese sentido estaba claro que tanto Aden como yo salíamos ganando con el cambio de trabajo.

Lo bueno es que el hecho de volver a trabajar bajo su ala me daba la máxima tranquilidad del mundo. Sabía que a su lado se trabaja de forma agradable, tranquila, sin prisas y con el máximo respeto posible. Y es que el tiempo que trabajé con ella posiblemente había sido mi mejor experiencia laboral.

Entré algo nerviosa por la puerta mientras observaba el interior de la cafetería. De paredes blancas y el suelo de madera. Las mesas y las sillas oscuras contrastaban con el blanco de la barra y las grandes cristaleras que te permitían ver la playa. Todo envuelto en un ambiente agradable y bastante tranquilo.

Mi mirada se clavó en Lexa y en observar como preparaba algún pedido sobre la barra. Me encantaba ver como se concentraba y lo profesional que era siempre. Además, estaba preciosa. Qué decir que el negro le quedaba genial. La camisa negra que llevaba hacía que sus ojos sobresaltasen muchísimo más. Casi como un espectáculo.

Y aunque nos habíamos separado en el portal del piso, ella para ir directa a la cafetería, y yo para dejar al pequeño en el colegio, sentía la necesidad de seguir mirando sus ojos casi como por obligación. Lo mismo que ocurrió cuando mis pies se dirigieron directamente hacia la barra para cumplir el objetivo que mi cerebro había mandado.

Sí quieres algo. Actúa. Esa era la clave.

-Hola. –Dije tras la barra, esperando que su mirada me encontrase de nuevo. Porque ya que había cedido a lo que ella quería no tenía nada más que perder ante su mirada.

-Hola. –Contestó ella alzando la vista hacia mis ojos. -¿Qué tal el pequeño? –Preguntó mientras anotaba algo en un papel.

-Bien. Cada vez lleva mejor eso de quedarse allí. Aunque bueno... nunca le ha ido del todo mal la verdad.

-Eso está bien. –Asintió ligeramente pero sin volver a mirarme. –Aquí funcionamos igual que en la otra cafetería, nada nuevo. Por eso no vas a tener problema. Aquí tienes esto. –Me aseguró dándome un mandil propio por encima de la barra junto a una pequeña libretita y un bolígrafo.

-Entendido. –Contesté sin que ella volviese a mirarme.

-Ésta es Niylah. –Dijo mientras una chica alta y rubia pasaba por su lado con una bandeja después de salir de la que supuestamente sería la cocina. –Hoy estamos aquí todos pero organizaré los turnos con tu incorporación.

-Hola. –Sonrió con entusiasmo la chica mientras se paraba junto a Lexa. –Qué chica más guapa. –Dijo mirándome de arriba abajo, sin tan siquiera disimular. Algo que en el pasado posiblemente hubiese llamado mi atención. Pero no ahora. Esas formas de entrar a matar no eran las que actualmente llamaban mi atención, posiblemente debido a que caí prendada de cómo Lexa fue ganándome poco a poco años atrás. Y ahora posiblemente me iba más eso de fuego lento o cómo sea que le digan.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora