Capítulo 36.- Ya veremos.

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Los siguientes días fueron muy confusos para mí. Quizás demasiado. Ese beso entre ella y yo seguía marcado en mi memoria debido a que había hecho una buena labor al memorizarlo por completo en su momento. Recordaba el tacto de sus labios al fundirse con los míos y la sensación que me produjeron, recordaba su sabor y su respiración mezclándose con la mía propia. Cada uno de sus pasos. Como si ese beso estuviera marcado a fuego en mi piel, en mi mente y en mis sentidos.

En cambio, Clarke no recordaba nada y ni tan siquiera había hecho mención de aquella noche de nuevo. Como si aquel beso hubiese pasado por su vida justo en ese momento sin pena ni gloria. Y aunque una parte de mí se moría de ganas porque recordase algo, especialmente ese momento en concreto, otra parte se moría casi de miedo por si al recordarlo se arrepentía por completo. Y yo lo que realmente quería es que todo siguiera igual entre nosotras. Me bastaba con eso. Me bastaba con haber disfrutado de sus labios tan sólo por una vez. Me era más que suficiente haber alcanzado un momento de gloria efímero producido por ella.

Ese día habíamos quedado todo el grupo, bueno, Ontari nos había convencido para quedar por la noche y tomar algo en un conocido local del centro, algo tranquilo, nada que ver con el sitio de hace unas cuantas noches. ¿El motivo? Murphy había vuelto y digamos que le apetecía una reunión de todos con todos. A mí en cambio me apetecía bien poco, y menos aún cuando tuve que esperar sola en la cafetería a que dejasen un par de cajas de productos mientras el resto se preparaba. Y no es que me dejasen sola, prácticamente había tenido que sacar a empujones a Lincoln y Clarke de la cafetería, quería aprovechar ese ratito para estar pendiente de mis propios pensamientos, focalizarme sólo en ellos si era más posible aun.

De camino a casa para cambiarme mi hermana me informó de que ya estaban en el local y de que no tardase mucho, que yo estaba bien con cualquier cosita y que no me entretuviese demasiado. Típico de ella y sus formas de intentar decirme; mueve el culo ya, te estamos esperando.

Y estuve tentada a quedarme en casa. Y más aún cuando la cama me miraba de esa forma casi suplicante. Sí. Puedo jurar que me miraba con absoluto cariño y demanda, como si de un fiel compañero se tratase. Pero luego pensé en mi hermana y la ilusión que le hacia aquel plan que había estado planeando y difundiendo a lo largo de la semana. Así que sin más remedio tras una ducha rápida me puse lo primero que pillé, me abrigué y salí a la calle.

Durante el camino al local no pude evitar pensar en ella. En Clarke obviamente. Y más aun cuando observé un par de llamadas pérdidas suyas, pero yo pensando en que nos íbamos a ver en apenas unos cinco minutos opté por no devolvérselas y preguntarle directamente cuando nos viésemos. Y mientras no podía evitar seguir pensando en cientos de cosas relacionadas con ella. En qué ropa había escogido. ¿Se habría recogido el pelo o lo llevaría suelto? ¿Se habría pintado los labios de ese color rojo que tanto me gustaba? ¿Iría con falda? ¿Vestido? ¿Pantalón? Demasiadas preguntas que yo necesitaba responder ya con su presencia a mi lado. Una presencia que se dibujó ante mis ojos antes de entrar dentro del local, justo en la esquina, apartada de la puerta principal.

Allí la vi. Vestía un vaquero ajustado y una cazadora oscura me impedía ver si era una camiseta o camisa lo que llevaba debajo. Pero lo que más me llamó la atención es que estaba hablando con un chico que no reconocía. ¿De quién se trataba? Para nada era ni Lincoln ni Murphy. Y casi a la vez que mi mente despejaba la duda, el chico, quién yo ya descubrí como su ex, quién recordaba de la vez que los vi discutir en la calle, pues ese mismo chico se acercó peligrosamente a ella, quizás demasiado. Pero lo peor vino después cuando Clarke terminó cediendo, haciendo que sus labios se unieran.

Y justo en ese momento sentí como un puñal de acero se clavaba en el centro de mi pecho. Sentí como ese acero se fundía en mi sistema y me paralizaba por completo mientras mis ojos se llenaban de lágrimas sin tan si quiera poder evitarlo. Unas lágrimas que yo no podía controlar y que comenzaban a caer de forma rebelde por mi rostro. Mi rostro, el cual tuve que girar para dejar de contemplar esa escena. Una escena que me había hecho tal daño, que me había provocado tal dolor, que no me quedó más remedio que dar media vuelta y volver al refugio de mi hogar.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Where stories live. Discover now