Capítulo 43.-¿Me harías el enorme favor de escucharme?

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-¿Estás segura de esto? –Pregunté un poco inquieta.

-¿Te estás echando atrás? –Me preguntó Ontari alzándome una de sus cejas.

-No. No. –Dije con rapidez. –Es sólo que no sé... -Solté pasándome la mano sobre el pelo mientras dejaba escapar un leve suspiro. –Quizás deberías haber venido tú antes e informarle... No sé. Esto puede ser un poco precipitado. Tengo la sensación de que me odia.

-¿Dónde está la Clarke segura y decidida que conocí hace unos años? –Me preguntó Ontari frunciendo el ceño y esperando una respuesta elaborada de mi parte.

-Lo estoy ¿Vale? –Le aseguré. –Pero eso no quita que esté un poco nerviosa. –Le contesté un poco tajante. Y no es que estuviera un poco nerviosa. Es que estaba un poco bastante aterrada.

-Mami. Mami. ¿Dónde vamos? –Me preguntó el pequeñajo antes de que Ontari volviera a decir una sola palabra.

-Vamos a ir a ver a una amiga de mami. ¿De acuerdo? –Le informé agachándome, intentando quedar a la misma altura que él. –Pero tienes que prometerme que te vas a portar bien.

-Sí. –Me dijo él sonriente, confirmándolo también mientras asentía con la cabecita.

-¡Ay! Es tan mono. –Dijo Ontari observando la escena desde arriba.

Y sí. Ahí estábamos los tres. Subiendo en el ascensor que daba al piso de Lexa. Y es que Ontari me había convencido de que si tenía que hablar con Lexa, tenía que contarle todo. Absolutamente todo. Y cuanto antes mejor. Y la verdad es que tenía razón. Demasiada razón. Porque además según ella su hermana estaría ahora mismo a punto de colapsar mientras su cabeza no paraba de dar mil vueltas.

Pero también es verdad que aunque yo siempre me había visto como una mujer segura de sí misma, ya que la vida en cierta forma me había hecho así, me había forjado ese escudo contra el mundo. También era verdad que ahora mismo esperando que Lexa abriera la puerta después de que Ontari tocara el timbre... Ahora podía jurar que me temblaban un poco las manos, las piernas y hasta las orejas si era posible.

Aferré la manito de Aden esperando a que la puerta se abriese, posiblemente como suplica para rogar encontrarme una Lexa que no rechazara mi visita de primeras. Porque a pesar del nerviosismo ya me había hecho a la idea de hablarlo todo ya, y de no aprovechar la situación no sabría cuando podría volver a intentarlo.

La puerta se abrió descubriéndome a una increíble y espectacular Lexa, con el pelo hacia un lado y algo húmedo, posiblemente provocado por una reciente ducha. Una Lexa que clavó su mirada en mí. Casi sin importarle que justo en ese espacio hubiera dos personas más. Una Lexa que volvía a examinarme como en tantas otras ocasiones había hecho en el pasado. Lo sabía. Lo veía en su mirada.

-Mami. Mami. –Susurró el pequeño tirando de mi mano, haciendo que yo me inclinase un poco hacia él. –Me salvó. –Me dijo un poco avergonzado mientras yo admirada la buena memoria del pequeño. Porque no le había dado importancia a que le comprase aquel pastelito en el hospital, el recordaba con más ganas aquella hazaña que hizo Lexa rescatándolo antes de cruzar la carretera en nuestro primer encuentro tras mi vuelta.

-Anda fíjate. Tienes un admirador. –Dijo Ontari sonriente mirando a su hermana. -¿Te importa? –Preguntó a Lexa, señalando el interior del piso.

Y ella apartando la mirada de mí para clavarla en el suelo se hizo a un lado. Cosa que Ontari aprovechó para colarse dentro y tirar de mí y de Aden a la vez.

-Vamos a ver. –Dijo Ontari tras cerrar la puerta. –Voy a ser rápida. Clarke tiene que contarte algo y tú tienes que escucharla. Es simple. –Decía apuntándonos con el dedo índice primero a una y después a otra. –Las dos os merecéis esta conversación. Lo sabéis. Yo lo sé. El pequeño Aden lo sabe. Todo el mundo lo sabe. El universo por completo lo sabe.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Where stories live. Discover now