Capítulo 44.- Me mata estar mal contigo.

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-Gracias. –Sonreí mientras Lexa me entregaba una taza de té ya que amablemente me ofreció tomar algo al ver mi estado. Un estado entre nervios, miedo, angustia. Un combinado perfecto que raramente yo había experimentado. ¿Y por qué ahora? ¿Por qué justo en este precioso momento?

Vamos Clarke. Céntrate.

-De nada. –Me contestó sentándose de nuevo en el sofá, regalándome así su presencia y haciendo que por arte de magia yo me tranquilizase un poquito.

Wuao. Menudo poder. Sí señor.

Sin duda esa era Lexa. Era la misma que yo había conocido tres años atrás, la misma que me había dado tanto a cambio de nada. Y de nuevo estaba ahí, sentada a mi lado, haciéndome sentir tan especial tan sólo con una taza de té y con la promesa de querer escuchar mi explicación y todo lo que yo quisiera contarle. De nuevo cuidando y mirando por mí. Era increíble que existiera alguien así en el mundo. Verdaderamente increíble. Todo el mundo debería tener una Lexa en su vida. Todo iría muchísimo mejor sin duda alguna.

Y es que en cuanto vio que posiblemente venía lo peor de la historia, no dudó en prepararme algo que me hiciera sentir mejor y así ofrecerme unos minutos a solas. Unos minutos a solas observando al pequeñajo en su tarea de seguir dibujando, otra de las cosas que lograba tranquilizarme. ¿Curioso verdad? Lexa y Aden. Tan parecidos. Con tanta diferencia de edad. Pero con tanto poder sobre mí.

-¿Cuánto hace desde que me fui? –Le pregunté mientras la observaba dar un trago de su adorada taza de las tortugas ninjas. Era tan increíble que aún la tuviese. Y muy pero que muy adorable.

-Unos tres años. –Dijo tras aclararse la garganta y un corto silencio. Quizás debido a que no se esperase que la conversación empezase por ahí.

-Aden tiene cuatro. –Le dije para que así se diera cuenta de la situación lo más rápido posible. Rápida. Concisa y directa.

-El no es tú... -Dijo clavando su mirada en mí.

-Shhh. –Le corté con rapidez. –El piensa que sí. Y aunque sé que es una conversación que tengo pendiente con él... Sé que no es el momento aún. Es muy pequeño. –Le informé mientras clavaba ahora su mirada sobre el pequeño.

-Pero si sois tremendamente...

-Parecidos. –Terminé la frase por ella.

Y era cierto. Todo el mundo me comentaba lo mucho que el pequeño se parecía a mí. Que parecíamos dos gotas de agua. Y claro por la diferencia de edad todo el mundo tiraba a lo básico: madre e hijo.

-Mi madre, bueno, la mujer que me trajo a la vida. –Aclaré con rapidez. Porque estaba claro que para mí el hecho de dar a la luz no te hacía ser madre. Y muy demostrado estaba en ese caso. –Resultó ser más joven de lo que yo pensaba, y también resultó ser más inconsciente e irresponsable aún. –Explicaba mientras Lexa me miraba atentamente, sin querer perderse detalle de todo. –Hizo lo mismo con él que conmigo. Pero ahora se lo entregó a mi abuela. Sí, tengo abuela. Bueno, tenía. –Expliqué con claridad y algo de nostalgia, pero intentando ser lo más sincera posible. Ella se merecía toda la verdad.

Si había algo que adoraba sumamente de ella era el hecho de que cuando descubría alguna información parecía concentrarse de tal forma de que en cualquier momento su cabeza podría empezar a echar humo.

-Lo llevó a casa de su madre y le explicó todo. Le lloró, le suplicó perdón, todas esas cosas que se hacen. Supongo. O más bien lo que mi abuela me explicó. –Dije moviendo ligeramente mi cabeza y mis manos. –Pero supongo que no todo el mundo está predestinado para afrontar las responsabilidades. Así que... según mi abuela se volvió a marchar de un día para otro. Dejándolo con ella. –Dije señalando ligeramente al pequeño, quien permanecía ajeno por completo de la conversación, perdido por completo en su mundo interno. –Lo bueno es que también le contó sobre mí. La pobre de mi abuela no sabía nada de mi existencia. Así que cuando se enteró movió cielo y tierra para poder dar conmigo. No sé ni cómo lo logró ya que mi supuesta madre no le dejó prácticamente nada de información y el tema casas de acogidas es complicado... –Sonreí tristemente al recordar el carácter que solía tener mi abuela y como no se daba por vencida ante nada. Era una mujer de tremendo carácter y fuerza.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora