Capítulo 53.- Un color que ahora necesitaba más que nunca ver.

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-¡Mami! ¡Mami! ¡Mami! –Exclamaba el pequeño mientras me daba toquecitos en la cara para despertarme.

-Aden... ¿Qué pasa? –Pregunté aun dormida mientras me pasaba la mano por la cara e intentaba entender tanto ajetreo.

-Lexa. –Dijo rápidamente mientras se movía nervioso hasta la puerta.

-¿Qué...? –Contesté sin entender sus palabras.

-¡Mami! –Exclamó frustrado al ver que no me levantaba. –Esta malita.

Ni falta hizo que me dijese más. Rápido y conciso. Prácticamente volé hasta su habitación a la vez que el pequeño. Y ahora es cuando agradecía el hecho de que Aden durmiera con ella algunas noches, porque de lo contrario no me hubiese enterado de que Lexa estaba mal, no me hubiese enterado de que le ocurría algo y eso posiblemente no me lo hubiese perdonado. Y es que en mi interior había una parte que quería cuidar de ella desde el día que la conocí. Como un impulso interno que me hacia querer protegerla contra el mundo.

-Lexa. Lexa. –Me acerqué a ella todo lo posible mientras acariciaba su gesto afligido y las lágrimas cubrían sus ojos. -¿Qué tienes? Dime que tienes. –Insistí nerviosa al verla retorcerse de dolor, mientras el pequeño observaba algo intranquilo la escena al lado de Lexa.

-Me duele... -Dijo casi en un susurro mientras bajaba su mano hacia su abdomen.

-¿Te ha sentado algo mal? –Le pregunté preocupada mientras abría sus ojos un poco más, clavando su mirada con la mía a la vez que mi mano seguía acariciando su rostro para así intentar mostrarle mi apoyo y cariño con ese gesto. En un intento de reconfortarla.

-No... -Contestó tremendamente agotada. A saber cuánto tiempo llevaba aguantando el dolor. Posiblemente todo el tiempo hasta que Aden se despertó y la encontró así. –Es otra cosa. –Me informó.

-Vale. Tranquila. –Dije bastante nerviosa. Tanto que sentía que me temblaba la voz a la vez que aguantaba no soltar alguna lágrima al verla en esa situación en la que no podía hacer nada. –Voy a llamar a una ambulancia. Todo va a ir bien. –Le informé mientras agarraba su mano con fuerza a la vez que depositaba un beso sobre su frente, para que sintiera que yo estaba ahí y que no la iba a dejar.

Y tras unos minutos de espera en los que me dio tiempo a ponerme algo de ropa decente y en abrigar al pequeño. Unos minutos en los que también me dio tiempo a pelearme con el chico de la ambulancia, el cual no me dejaba subir por ir con el pequeño. Al que ni siquiera le hice caso porque ni él ni nadie iban a dejarme lejos de Lexa ni de Aden.

Pues tras esos largos minutos por fin el hospital se presentó ante mis ojos. Y su camilla voló hasta el interior sin dejarme tan siquiera volver a aferrar su mano e informarle de que estaría allí, esperándola y que no me iba a marchar a ningún sitio.

Malditos hospitales. Los odiaba con toda mi alma.

Al menos Ontari llegó más rápido de lo que esperaba, y aunque sabía que ella no me reconfortaba de igual manera como lo hacía su hermana, su presencia me produjo bastante tranquilidad.

-¿Has llamado a tu madre? –Le pregunté tras unos minutos de silencio en los que ambas permanecíamos sentadas en la sala de espera, mientras el pequeño se quedaba dormido en mis brazos.

-No. No he querido asustarla a estas horas. –Me contestó Ontari algo nerviosa mientras jugaba con sus manos. –No hasta que no sepamos qué le pasa. Tú deberías irte a casa con el pequeño. –Dijo observando como por fin dormía apoyado en mi hombro aunque él también estaba bastante nervioso. Y es que la relación que habían forjado los dos era tremendamente especial.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora