Capítulo 39.- El destino era un poco bromista.

4.8K 460 274
                                    


Habían pasado tres años. Tres años en los que mi vida había cambiado por completo dando un giro radical. Un giro que había provocado una sucesión de acontecimientos que apenas pude controlar. Sin verlo venir, sin intuirlo y sin ser casi consciente me vi envuelta en una maraña de circunstancias que fueron tejiendo lo que hoy en día era mi día a día. Tres años en los que sentí que había madurado aún más de golpe si era posible, así sin más, sin esperarlo.

Tres años en los que recorrer estas mismas calles me invadían de pensamientos y recuerdos logrando un remolino de emociones por todo mi cuerpo. Pensamientos y recuerdos que habían estado presentes a lo largo de todo este tiempo, pero que justo ahora caminando por esos ya conocidos adoquines parecían querer agolparse con más fuerza y rapidez en mi cabeza. Como si cada uno se empujase uno contra otro por querer ocupar el primer puesto por su cuenta, sin tan siquiera pensar en el resto. Como si ninguno quisiera ceder el lugar a otro. Pero con un objetivo común, lograr un descontrol absoluto en mi mente.

Y es que tres años habían dado para mucho. Para muchas historias y vivencias nuevas que me habían ido forjando a su paso, como siempre me había ocurrido. Cada experiencia nueva la tomaba como una nueva enseñanza, desde siempre. Ese había sido posiblemente mi método para sobrevivir a cada contratiempo que se me había ido presentado a lo largo de los años. Cada fallo, cada derrota y contratiempo era algo más a sumar a mi lista de la vida. Al igual que también cada bonito y maravilloso momento, cada objetivo logrado y cada meta conseguida.

Recordaba como si fuera ayer cada uno de los momentos que me habían marcado en la vida y cada una de las decisiones que había llegado a tomar, ya fuesen correctas o incorrectas, buenas, mejorables o pésimas. Cada una de las personas que conocí y todo lo que me habían aportado. Cada una de las sonrisas que descubrí y cada una de las miradas que me encontré. Intentaba absorber las máximas experiencias posibles, esas que posiblemente se me habían privado durante bastantes años y que yo intentaba recuperar y guardar de la forma más intensa posible.

Porque ante todo lo que buscaba era felicidad. Porque a mi parecer ese era el objetivo que cada persona debía seguir. Y si todo el mundo podía alcanzar un grado de felicidad en su vida... ¿Por qué yo no? ¿Por qué siempre había tenido que permanecer relegada a ella? Las mismas preguntas que podían llegar a atormentarme una y otra vez sin descanso.

Posiblemente iba a sonar tremendamente cursi, incluso en mi cabeza. Pero la verdad es que no estaría nada mal poder tener alguien que me hiciese lograr esa felicidad. Nunca me había negado a eso que llaman amor, pero encontrarlo ya era algo bastante más complicado. Mucho más. Encontrar a alguien que con sus palabras, sus gestos, sus acciones y una simple mirada lograse poder estremecerme eran palabras mayores. Incluso a día de hoy parecía algo imposible.

Y justo en ese momento yo tan sólo podía pensar en su mirada. Porque sus ojos volvían a mi recuerdo una y otra vez sin avisar. Y tan sólo me dejaba llevar por ellos y en todo lo que me había trasmitido en numerosas ocasiones y en cómo sólo una mirada suya podía decirme más que mil palabras. En todas las veces que me había visitado noche tras noche a lo largo de este tiempo, porque sus ojos eran algo que me habían perseguido sin parar todo este tiempo. En todas las veces que sentí la necesidad de verme reflejada en sus increíbles y preciosos ojos, dándome el refugio y la calma necesaria.

Y posiblemente perdí la noción del tiempo y del espacio, haciendo que me apartase de la realidad por completo. Una realidad que volvió en el segundo en que sentí que mi mano quedaba desnuda del amarre que llevaba. Haciendo que se me acelerase el corazón al sentir su vacio, al sentir su ausencia.

-¡No! –Grité al pequeño que corría delante de mí después de soltarse de mi mano. -¡Aden! –Grité más fuerte para llamar su atención lo más rápido posible, pero ese renacuajo desentendía por completo la orden directa que salía de mi garganta. Una garganta que se secó por completo cuando lo vi querer avanzar para cruzar la calle principal. Una calle repleta de tráfico y coches que prácticamente volaban a través de esa calzada.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Where stories live. Discover now