Capítulo 12.- Cumple lo que acabas de decir.

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Clarke aceptó mi invitación, y en ese mismo momento sentí una liberación, una relajación tanto en mi pecho como en mi cabeza. Por un rato sabía que estaría junto a mí, sabía que estaría bien y que yo podía asegurarme de ello si seguía con ese valor espontaneo que se me había regalado. Bendito regalo. Bendito regalo divino unido al tacto y sensación de sentir su mano junto a la mía durante los segundos que duro el contacto entre nosotras. Sentir como agarraba mi mano para levantarse del banco, fue una de las mejores sensaciones que yo había podido experimentar en mi corta vida. Sentir por fin, aunque sólo durante un leve periodo de tiempo, como aceptaba mi mano, fue un impulso enorme para la incertidumbre y mis pocos reflejos ante ella. Durante un momento me sentí completamente dueña de la situación. Dueña de mi cuerpo y de mi mente. Me sentí con la fuerza necesaria para cumplir con la promesa que le había ofrecido hace apenas unos minutos.

Nuestra conversación en el camino se basó básicamente en el tiempo y en que yo debería abrigarme más al ir en bicicleta todos los días, que la mezcla de sudor y el frío que cada vez se acentuaba más y más, podría hacerme enfermar sin tan siquiera darme cuenta. Podría decirse que fue una conversación casi madre e hija. Poco me importó la verdad. El caso es que Clarke estaba hablándome y parecía completamente despreocupada, así que era todo un logro conseguido. Podría asegurar que Clarke se sentía bien a mi lado, al igual que yo al suyo. Podría asegurar que incluso debido a mi falta de conversación ante ella, la situación no era para nada incómoda. Ambas disfrutábamos de nuestra mutua compañía de camino a mi piso.

Me resultaba tan agradable la situación que ni si quiera caí en que podía tener aún la compañía de mi hermana rondando mi piso, lo comprobé nada más abrir la puerta y escucharla. Como para no escucharla. Cuando Ontari estaba en un sitio ella tenía que hacerse notar. Esa era su regla por excelencia. Si no se hacía notar parecía que no era feliz.

-¡Lexi! –Me gritó posiblemente desde mi habitación. –Te he cogido ropa. He usado tu gel y champú, ah y tu mascarilla del pelo. Me encanta como huele. –Iba relatando mientras avanzaba hacia la entrada, lo sabía por como su voz cada vez se escuchaba más clara ante nosotras. –Ah hola. –Dijo cuando vio a Clarke a mi lado, pillándole completamente por sorpresa, e incluso frenando de forma brusca sobre sus propios pies.

-Hola. –Contestó Clarke educadamente y con una leve sonrisa.

-¿Clarke cierto? –Preguntó mi hermana mientras se recogía el pelo en una cola alta.

-Sí. –Contestó ella con rapidez.

-Un placer volver a verte. –Contestó mi hermana tremendamente feliz de la vida, a la vez que yo descubría que la situación traería una conversación entre mi hermana y yo. –Yo ya me voy. No me eches de menos cosa guapa. –Me dijo antes de darme su típico beso en los labios y salir por la puerta. –Nos vemos Clarke.

Con la intrusión, o más bien salida de mi hermana, yo parecía haber perdido esa fuerza de reaccionar, la cual vino de nuevo de sopetón al verme ahí parada junto a Clarke, sin saber muy bien qué hacer, pero sabiendo que yo siendo la dueña del piso debía dar el primer paso. Era la que se solía y debía hacer. ¿No?

-Discúlpame. –Dije intentando parecer una persona normal ante su presencia. No un ser medio tonto y sin raciocino para hablar o actuar. –Siéntate, voy a preparar lo que te prometí. –Dije señalando el cómodo sofá de mi salón. Ese sofá que tantas veces había sido testigo de mis siestas, esas en las que endemoniado Morfeo me dejaba por fin poder descansar.

Y aunque había sentido una liberación al ser consciente de que Clarke estaría en mi casa durante un ratito, un ratito en que mi cerebro podría descansar, ahora parecía estar más inquieto de lo normal, más inquieto desde que fui consciente de la voz de la rubia que ahora mismo estaba en mi salón. La cuestión era que por lo visto estaba condenada a no dejar de pensar. Parecía más bien un castigo divino típico de la mitología griega.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora