23.-Noche de bodas

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Después del brindis y de jurarse amor eterno delante de toda la gente, la fiesta continuó, y Samuel miraba como Andrea bebía un trago tras otro mientras platicaba con las personas que se acercaban a ella.

Samuel: Gracias por venir.-dijo despidiendo a los invitados y vio que Andrea se dirigía a la cocina, se despidió con una sonrisa y se fue tras de ella, entrando a la cocina.- ¿No te parece que ya has tomado demasiado?-pregunto enojado mientras la sujetaba del brazo.

Andrea: Pero que dices, solo han sido unos traguitos.-dijo sonriendo mientras le daba leves golpes en la mejilla con la palma de su mano.

Samuel: Pues ya es suficiente para mí. No quiero que bebas ni un solo trago más me entendiste!

Andrea: ¡Suéltame!-dijo intentando zafarse.-¡No lo puedo creer! Apenas llevamos unas horas de casados y ya estás de mandón.

Samuel: ¡Te lo digo enserio!-dijo y la soltó dejándola sola.

Andrea: Grosero.-susurro mirando como el se iba y después volvió a destapar otra botella de champagne. Salió de la cocina mirando como Samuel se despedía de las personas que ya se iban y pronto el lugar comenzó a estar vacio.

Adolfo: ¿Andrea estas bien?-pregunto cuando vio que ella intentaba subir las escaleras y no podía.

Andrea: ¡Suegrito! Por supuesto que estoy bien, solo que...estoy buscando el baño.-dijo arrastrando las palabras, tambaleándose.

Adolfo: Quieres que te lleve a la recamara que mande preparar para ustedes.-dijo y ella sonrió.

Andrea: Si no le molesta, me encantaría.

Adolfo: Bien.-dijo y la sujeto subiendo las escaleras con ella hasta llegar al cuarto.-Ahí esta el baño.-dijo señalándolo.

Andrea: Gracias. Es muy...amable o muy hipócrita, a pesar de que no le caigo bien, me ayuda.

Adolfo: No me caes mal Andrea, es solo que no me gusto que te casaras con mi hijo por interés, pienso que el pudo haber encontrado una mejor mujer.

Andrea: Si, a veces pienso lo mismo.

Adolfo: Andrea...-dijo cuando ella se dirigía al baño y esta volteo mirándolo.-No hagas sufrir a mi hijo.

Andrea: No lo hare, ni creo que a él le afecte tanto el que haga yo.-dijo sonriendo y se metió al baño mientras Adolfo salía.

Samuel: Papá, estoy buscando a Andrea ¿no la has visto?-pregunto subiendo las escaleras y Adolfo asintió.

Adolfo: La metí al cuarto, me dijo que buscaba el baño y la lleve a tu recamara.

Samuel: Bien, voy con ella papá, gracias.-dijo sonriendo y subió.

Entro al cuarto mirando las pequeñas velas que adornaban la cama, había pétalos en las almohadas y una bandeja que estaba tapada, pero que tenía una botella de vivo y pétalos blancos alrededor. Él no había pensado en adornar la habitación para su noche de bodas, para que si no era algo que Andrea fuera a apreciar, pero su padre había tenido un lindo detalle al hacerlo, y era una de las cosas que lo hacía sentirse orgulloso de ser su hijo.

Vio que Andrea salía del baño sujetándose de la pared y él se dirigió a ayudarla, tomándola entra sus brazos, mientras ella sentía que la cabeza le daba vueltas.

Andrea: No debiste dejarme beber tanto.

Samuel: Estoy de acuerdo. Pero eres una necia que nunca me hace caso.-dijo serio y su mirada se relajó al verle el rostro, estaba hermosa a la luz de las velas.-Ven hare que se te pase la borrachera.

Andrea: No, solo sigamos con lo que acordamos.

Samuel: No te puedes ni parar y quiero que estés consiente. Lastimaría mi ego si me acostara contigo en ese estado.-susurro y sonrió al ver la cara de Andrea.-Ven aquí.

Entro al baño con ella y encendió la regadera prendiendo el grifo del agua fría, y metiéndola, haciendo que a ella se le detuviera el corazón y se le fuera la respiración al sentir el agua halada sobre su cuerpo.

Andrea: ¡Sam...Samuel!-grito tratando de salir pero él la detuvo apresándola contra la pared y vio como los ojos de Samuel desprendían fuego mientras le recorrían el cuerpo, Andrea noto como la respiración se le volvía igual de irregular a la de ella y sin más, se metió a la regadera junto a ella.

Samuel: Te dije que no quería que bebieras un trago más.-dijo con suavidad mientras acariciaba su mejilla y se inclinó hacia adelante para darle el beso que tanto ansiaba.

Su beso fue profundo y gentil y ella le devolvió el beso sin ataduras ni vergüenza, tomando con sus manos el cuello de Samuel y pegándolo más a ella, Andrea se sentía perdida entre la pared y el pecho empapado de Samuel percibiendo como la humedad y el calor de su cuerpo, traspasaba la fina tela del vestido, la alzo en brazos tomándola de la cintura y la saco de la ducha cerrando el grifo y saliendo con ella.

El beso se hizo profundo cuando sus lenguas se juntaron e intenso cuando comenzaron a recorrer sus bocas, saboreando cada rincón y cada profundidad el uno del otro, Andrea arranco la camisa de Samuel, mientras este le quitaba el vestido, rompiendo cada parte que no cedía ante él, sus manos recorrían febrilmente el cuerpo del otro y una vez que ambos quedaron en ropa interior volvieron a besarse.

Andrea tembló cuando Samuel la recostó en la cama antes de tenderse junto a ella, luego sus labios dejaron la boca de Andrea y comenzó a besar su cuello, llegando al lóbulo de su oreja y mordisqueándolo haciéndola estremecer, luego bajo nuevamente sus labios hasta el sostén para deleitarse con la redondez de sus pechos que se asomaban tímidamente por la prenda de encaje, la cual él fue quitando con precisión y lentitud, mirándola a los ojos y viendo la pasión que había en ellos.

Cuando por fin tomo uno de sus pezones con los labios, saboreándolo y mordisqueándolo ella, suspiro estrechándose más contra él, repitió lo mismo con el otro pezón y ella hundió sus manos dentro del cabello soltando un gemido cuando las manos de Samuel bajaron a su intimidad y la acarició por encima de las bragas.

Se las quito y se quitó el bóxer conteniendo un gemido al ver la cara de Andrea, no había pudor, ni siquiera una pizca de vergüenza, ella estaba entrada y eso hacía que el corazón le latiera desenfrenadamente. Era la misma expresión de cuando habían hecho el amor por primera vez, a pesar de que ella era virgen, no vio pena, ni nerviosismo, vio la misma entrega.

Ella lo veía detenidamente, era la primera vez que lo veía tan excitado, su pene erecto vibraba al ritmo de su corazón y la suave piel de la punta estaba tensa, y visiblemente húmeda. Ella paso la lengua por sus labios, humedeciéndolos y lo tomo besándolo con pasión e intensidad, aferrándose a él desvergonzadamente, anhelando que la hiciera suya.

Al sentir como el cuerpo fuerte y musculoso cubría su piel, separo las piernas enrollándolas en la cintura de Samuel provocándolo con satisfacción al escuchar sus pequeños jadeos.

Entonces con una sola embestida fuerte y segura, él la poseyó. La exquisita sensación dejó a ambos maravillados, Samuel comenzó a moverse rápido y después lento, deteniéndose y atormentándola, hasta que Andrea presiono frenéticamente el cuerpo contra el de Samuel jadeando con desesperación. Finalmente cuando creía que no lo soportaría más el se retiro casi por completo y la penetro profundamente y con fuerza, haciendo que ella gritara, enterrando las uñas en su espalda.

Andrea le acaricio la espalda, le besaba los hombros, succionaba la piel de su cuello, le jalaba el cabello y lo acariciaba cada vez que podía, mientras el hacia su trabajo dentro de su cuerpo. Abandonándose en el maravilloso éxtasis.

"Podrá ser una boda por conveniencia pero, nunca olvidare esta noche" pensó Andrea mientras cerraba sus ojos cayendo en un sueño profundo...

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