42.-Tu y yo, todos lo días

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Andrea: ¿Te imaginas como estarás cuando tengamos a nuestro primer hijo?-pregunto acariciando el pecho de Samuel.

Estaba entre sus brazos mientras este miraba hacia el techo, trataba de pensar en esos hombres que les habían disparado pero no lograba dar con ellos, ella le había dicho que ya había puesto una demanda sin embargo él no estaba tranquilo, no si era ella la que corría peligro, cuando escucho que ella lo llamaba de nuevo dejo de pensar en eso y le prestó atención.

Samuel: ¿Qué decías amor?-pregunto acariciando su mejilla y bajando hasta la espalda de Andrea.

Andrea: ¿Si te imaginas como estarás cuando tengamos a nuestro primer hijo?

Samuel: Si, me imagino paseando a una hermosa niña sobre mis hombros, que me pida cada cosa que vea, y que me de muchos besitos en la mejilla sonriendo y entusiasmada de que la lleve a pasear.-dijo y ella sonrió.

Andrea: ¿No quieres a un niño a quien enseñarle futbol? No sé, tal vez con quien puedas jugar a la pelota, con sus cochecitos y salir al campo.

Samuel: Lo que sea está bien para mí.

Andrea: Para mí no, yo quiero un hombrecito son tan adorables...-dijo comenzando a reír.-Pero bueno, si es niña ni modos, no tendré de otra más que quererla y amarla. Al fin de cuentas seria mi hija.

Samuel: Me agrada que pienses así.-dijo y le dio un pequeño beso en los labios.-Vamos a levantarnos, tenemos que comprar de desayunar y aún tenemos que recibir a la mudanza.

Andrea: La puedo recibir así.

Samuel: Ni loco.-dijo apresándola contra la cama, poniéndose encima de ella y esta sonrió.

Andrea: ¿Qué tendría de malo?

Samuel: Todo, no permitiré que a mi esposa la mire cualquier fulano, tu eres solo mía y así será siempre.-dijo y la beso.

Se levantaron ambos de la cama y se bañaron, cuando acabaron cada quien se vistió y salieron de la habitación checando cada parte de la casa, mirando que les hacía falta y que podrían en cada parte de la casa. Samuel al principio la primer ves que fuera a verla con ella no había notado lo hermosa que era, pero ahora ya, y estaba divina, tenía que reconocer que Andrea no se equivocó al escoger esa casa.

Andrea: Aquí podemos poner tu despacho.

Samuel: O una pequeña biblioteca.-dijo y ella lo miro algo desanimada.-Seria buena idea que fomentáramos a los niños a leer.

Andrea: Son niños. Se supone que tienen que disfrutar, que lean cuando vayan a la escuela, pero hasta eso ellos pueden hacer lo que quieran.

Samuel: Esta bien, entonces que sea un despacho.-dijo y ella se alzó de hombros sonriendo.

Andrea: Bien, un despacho. Este espacio podríamos dejarlo como salón principal para cuando se organicen fiestas y esas cosas, es amplio y ya tenemos sala y comedor por lo que quedaría libre.-dijo cuando entraron a un espacio grande y amplio.-Queda junto a las escaleras por lo que los invitados pueden mirarme cuando baje, sería una entrada triunfal y expectante ¿No te parece? –pregunto y él sonrió.

Samuel: Bien, me parece perfecto, siempre y cuando me mires solo a mi mientras bajes.

Andrea: Así será.-dijo y lo beso.

Samuel: Este podría ser mi gimnasio.-dijo cuando pasaban por un cuarto que daba al jardín y ella lo miro sorprendida.-¿Qué? No te agrada la idea de que yo tenga un gimnasio?

Andrea: Si, solo que eso no se me había ocurrido, ¿también lo puedo ocupar yo?-pregunto y asintió sonriendo.-Bueno en ese caso me parece buena idea

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