Andrea: ¿Estas nervioso?-pregunto mientras se acercaba a su padre quien esperaba ansioso a la novia.
Fernando: Para nada, sé que mi amor llegara justo a la hora indicada.-dijo y Andrea esbozo una ligera sonrisa.
Andrea: ¿Has dicho, mi amor? Vaya, creo que si estás enamorado.-dijo y su padre sonrió.-Pero lejos de incomodarme, me da gusto papá, te merecías ser feliz, y si tu felicidad es Diana, bueno, no me queda de otra más que aceptarlo.
Fernando: Gracias hija.-dijo y a lo lejos se escucho el grito de alguien anunciando que ya había llegado la novia...
Las campanas de la iglesia comenzaron a tocar anunciando el comienzo de la misa, ambos estaban en la iglesia, Andrea tomaba en brazos a Eduardito, mientras Samuel estaba a su lado, sonriendo mientras escuchaba la misa, el pequeño no dejaba de llorar sin embargo ella se estaba encargándolo de tenerlo bajo control, arrullándolo y susurrándole cosas al oído.
Cuando el sacerdote les pidió que los padrinos subieran a donde estaban los novios, ella sonrió, entregándole el bebé al padre de Samuel, y después ambos subieron, Diana y Fernando los miraron con una sonrisa al mismo tiempo que ellos se encargaban de las sortijas, ya que todo estaba listo, bajaron y regresaron a su lugar, esta vez Samuel fue quien tomo al pequeño entre sus brazos.
Tanto Diana como Fernando se juraron amor, fidelidad y respeto, Andrea los miraba y aunque aún no podía creerse que su padre y su mejor amiga se estuvieran casando, de solo ver la cara de felicidad de su padre estaba satisfecha con todo.
Con eso la misa culmino, y ambos se regresaron a la casa en donde comenzó la fiesta. La muisca sonaba a todo volumen, había comida y grandes banquetes por todos lados, entraban y salían mujeres elegantes, hombres con traje, así como también gente sencilla pero alegre y divertida.
Adolfo: Puedo llevarme un rato a mi nieto?-pregunto llegando hasta ellos con una amplia sonrisa y Andrea asintió.
Andrea: Por supuesto suegrito.-dijo riendo y se lo paso colocándolo entre sus brazos.
Adolfo: Gracias, ahora vuelvo.
Andrea: Tómese su tiempo.-dijo y Samuel comenzó a reír.-Este ya me canse, no siento mis brazos.
Samuel: Cuando vuelva me encargo yo de él.-dijo abrazándola de la cintura y ella rodeo su cuello con las manos.
Andrea: Por eso te amo.
Samuel: No más que yo.-dijo sonriendo y la beso.-¿Qué te parece, como quedo todo?
Andrea: A mí me gusta, creo que no se podrán quejar, aunque bueno, es imposible darles gusto a todos.
Samuel: Si, es verdad. Oye ¿Te parece si bailamos en lo que nuestro hijo llega de nuevo?
Andrea: Si.-dijo tomando su mano y se dirigieron a la pista de baile...
Cuando se acabó la fiesta, Samuel a Andrea con sorpresa y ternura mientras se acercaba a ella con el niño en brazos, su cabeza estaba recargada sobre una de las mesas, apoyándose en sus brazos y no se despertaba ni porque la música no dejara de sonar, un mechón de cabello atravesaba su cara, había intentado quitárselo pero no lo logro, se hinco frente a ella mientras el bebé balbuceaba y él le hizo señas para que se callara, lo cual no consiguió.
Samuel: Andrea.-susurro acariciándole la mejilla.
Andrea: Mmm.-protesto ella aun con los ojos cerrados.
Samuel: Andrea mi amor, ya la fiesta se acabó vayamos a la casa.-susurro de nuevo mientras quitaba ese mechón de cabello y beso su mejilla.
Andrea: Cárgame.-protesto ella alzando sus brazos y el sonrió.
