57.-Peligro

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Las cosas en la empacadora cada vez iban peor, y si Adolfo no hacia algo urgente lo perdería todo, por eso ya había tomado una decisión, le pediría a Samuel que volviera con él, aunque eso conllevaría a aceptar a Andrea, no le importaba pero no quería perder todo solo por su orgullo, por eso en ese momento le estaba diciendo a Paul que quedaba fuera de todo con respecto a la empacadora y sus finanzas.

Paul: ¡No me puedes hacer esto! Tío no me puedes echar, tienes que darme otra oportunidad por favor.-dijo bajando las escaleras de la casa mientras Adolfo iba delante.

Adolfo: Ya te dije que no. Eres un imbécil por tu culpa estoy a punto de quebrar y mi empacadora se esta cayendo al demonio, me quedare en la calle y gracias a ti, eres un imbécil. Pero mañana mismo buscare a Samuel para que rogarle si es necesario que regrese a la empacadora y se encargue de todo

Paul: No puedes estar hablando enserio.

Adolfo: Por supuesto que sí muy enserio, Andrea tenía razón al decir que eres un imbécil que no sirve para nada, siempre ha sido mucho mejor Samuel y ahora lo compruebo.-dijo y subió a su auto dejando a Paul.

Paul: Maldito viejo imbécil, pero me las vas a pagar, tú y el estúpido de tu hijo, ya estoy harto de que siempre lo pongan por encima de mi. Te voy a demostrar que tan bueno puedo ser.-dijo apretando los puños y subió a su auto para también irse.



Andrea por otra parte estaba mirando como Samuel comenzaba a arreglarse, ya lo habían hablado y el se iba de viaje por dos días para cerrar el trato con unos inversionistas de Italia, será un viaje express si se daban las cosas ya que él quería estar lo más pronto posible con Andrea y disfrutar tanto de ella como de su hijo.

Estaba arreglando todo en su equipaje mientras ella tenía al niño en brazos, dándole de comer mientras lo paseaba de un lado a otro, estaba feliz porque tenía todo lo necesario para ser feliz, a Samuel, a su padre, estaba prosperando muy rápido como inversionista y tenía grandes negocios que sabía le darán mucho éxito y dinero.

Samuel y ella estaban felices y llevaban su relación lo mejor que podían, Samuel siempre era atento tanto con ella como con su hijo, a veces paseaban por el pueblo o los llevaba a la capital y disfrutaban de buenas comodidades, le compraba obsequios tanto a ella como al bebé y disfrutaban la mayor parte del tiempo.

Andrea: Cinco ratoncitos de colita gris,

Mueven las orejas, mueven la nariz,

Abren los ojitos, comen sin cesar,

Por si viene el gato, que los comerá,

Comen un quesito, y a su casa van,

Cerrando la puerta, a dormir se acuestan...-susurraba la canción mientras paseaba a Eduardito pero el bebé seguía llorando mientras ella caminaba con él de un lado a otro.-Ya mi amor...¿No te gusta la canción? Samuel le darán miedo los ratones.

Samuel: No, seguramente llora por la forma en la que cantas.-dijo y ella lo miro amenazante.

Andrea: ¡Te voy a golpear eh!

Samuel: No es cierto, si tú cantas divino.-dijo cerrando su maleta y sintió un golpe en la espalada.-¡Auch! Andrea.-exclamo volteándose para mirarla con una sonrisa.

Andrea: Deja de burlarte de mí y mejor ayúdame a tranquilizarlo que parece que se le metió el chamuco, no deja de llorar y no entiendo porque. Le acabo de cambiar su pañal, no tiene fiebre, le di de comer, y sueño tampoco.

Samuel: Haber venga para acá.-dijo tomando entre sus brazos al bebé y comenzó a arrullarlo logrando que él bebé se quedara tranquilo.-Vez necesitaba los brazos de su padre.

Andrea: Ay cálmate.-dijo sonriendo mientras se sentaba en la cama.- ¿Ya llevas todo? ¿Quieres que te ayude con algo más?-pregunto mientras bajaba la maleta de su cama y Samuel negó.

Samuel: Quiero que vayas conmigo eso quiero.

Andrea: Samuel...

Samuel: De verdad no quieres ir a Italia.-pregunto y se acercó a ella.

Andrea: No mi amor, no me gusta Italia, además no tengo ánimos de viajar y me siento muy cansada para hacerlo, prefiero quedarme aquí y que tú me sorprendas con algún regalo o recuerdo de Italia. ¿Verdad Eduardito? Nos quedamos verdad mi amor?

Samuel: Bueno, pues yo hubiera querido que se vinieran conmigo para no estar solito, pero ni modos, ahora tratare de apresurar todo para regresarme lo más pronto posible y estar con ustedes.-dijo y beso la frente de Andrea mientras ella cargaba al bebé.

Andrea: Lo siento mi amor. Sera para la próxima lo prometo.

Samuel: Bueno, más te vale.-dijo y se acercó a besarla.-Bueno pues mi vuelo sale en unas horas asi que ya me voy.

Andrea: Espera te voy acompañar.

Samuel: Enserio?

Andrea: Sii, solo pásame la pañalera que después iré a visitar a mi papá.-dijo y Samuel asintió tomando su maleta y colgándose la pañalera.

Samuel: Vamos entonces.-dijo y bajaron dirigiéndose al auto para ir al aeropuerto.

Esperaron a que él vuelo de Samuel fuera anunciado y cuando fue así él se levantó despidiéndose de ella con un largo y apasionado beso, devorando los labios de Andrea con intensidad y saboreando su sabor, explorando con su lengua la cálida boca, hasta que sintieron que les faltaba aire a sus pulmones y entonces se separaron dándose otro pequeño beso.

Samuel: Nos vemos, Eduardito, cuida a tu mamá.-dijo sonriendo y beso la frente del pequeño.-Nos vemos mi amor.

Andrea: Adiós y vuelve pronto.-dijo y volvió a besarlo para después ver como Samuel subía al avión.

Se regresó en el auto, estacionándose en la hacienda de su padre y bajo junto con el bebé para entrar a la casa, Fernando estaba con Diana ambos sentados en el sillón y revisando algunas cuentas cuando ella pasó a la sala, la miraron sonrientes y se levantaron para recibirla tanto a ella como al pequeño.

Se quedó conversando un buen rato con ellos sobre Samuel y el viaje, cuando se hizo de noche decidió regresar, ya que aún tenía que cenar esperar la llamada de Samuel y preparar algunas cosas que tenía pendientes así que se levantó y se despidió de ellos.

Fernando: ¿Por qué no te quedas aquí hoy?

Andrea: Lo que pasa es que Samuel quedo en llamarme papá. Pero mañana si, va.

Diana: Deja a Eduardito un ratito más, si quieres yo te lo llevo a la hacienda por favor Andrea, este esté niño es adorable.-dijo cargando al bebé y Andrea sonrió.

Andrea: Bueno, está bien. Pero con mucho cuidado he que Samuel me asesina si le llega a pasar algo y yo soy capaz de matarte a ti.

Diana: No te preocupes, sabes que soy responsable. Y con esta lindura mucho más.

Andrea: Bueno, yo los dejo. Adiós.-dijo despidiéndose de ambos y salió para subir al auto y comenzar a manejar hasta la hacienda. Cuando llego pidió a las empleadas algo de cenar y después les permitió irse a descansar como cada noche, al fin de cuentas ya no había nada que hacer en la casa. Subió a su cuarto y comenzó a desvestirse poniéndose su bata y tomo la lap comenzando a ver algunos estados de cuenta que tenía por revisar.

Andrea: ¿Diana?-pregunto en voz alta cuando escucho que alguien subía las escaleras y al ver que no le contestaban se amarro la bata dirigiéndose para ver quién era, pero la puerta de su habitación se abrió de golpe haciendo que se sobresaltara y su corazón se detuvo al ver quien era.-¡¿Qué demonios haces aquí?

Paul: Andreitaaa, que más haría aquí? Vine a buscar al estúpido de tu esposo, para acabar con le dé una vez por todas, así que más te vale decirme donde está, sino quieres ser tú la que desaparezca.-dijo arrastrando las palabras mientras sacaba una pistola, apuntándole...

CAMINOS UNIDOSWhere stories live. Discover now