37.-¿Me amas?

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La noche fue tal y como Andrea lo había imaginado, desde el primer momento en el que entraron al restauran todos voltearon a verlos tanto a ella como a él, pero aunque al principio eso le gusto, después le dio igual, solo le importaba estar al lado de Samuel, y disfrutar de su compañía, lo cual le parecía interesante, ya que ella adoraba ser importante, sin embargo en ese momento le daba lo mismo que los demás se fijaran en ella o no.

Samuel la saco a bailar y pudo sentir cada parte de su cuerpo pegado al suyo, sus fuertes músculos rodeándola de la cintura, sus piernas se rozaban cada vez que se movían y el aliento de Samuel chocaba con su cuello haciéndola estremecer mientras bailaban al compás de la música.

Samuel: ¿Te sientes bien?-pregunto en su oído mientras bailaban.

Andrea: Si ¿Por qué no debería de estarlo?

Samuel: No se, has estado muy callada, eso no ha sido precisamente tu estilo en los últimos días.-susurro y ella sonrió.

Andrea: Pues si, estoy bien, solo que quiero disfrutar del baile y de ti por supuesto, quiero irme de aquí hasta que me duelan los pies.

Samuel: Entonces considéralo hecho.-dijo sonriendo y ella alzo la vista.

Andrea: ¿De verdad te quedarías bailando conmigo hasta que me canse?

Samuel: Por supuesto que si, te perdí durante tanto tiempo, que ahora lo único que quiero es complacerte, mimarte y quererte cada minuto que pasa.

Andrea: Y lo estás haciendo tan bien que me sigo sintiendo como la mala del cuento, aunque no es una cosa que me disguste pero sería interesante volverme una cursi romántica.-dijo y él comenzó a reír.

Samuel: No, yo te quiero tal y como eres, aunque si cambias un poco tu orgullo de guerrera que tienes, tampoco me molestaría. –dijo y ella lo miro divertida.

Andrea: Pides mucho.

Samuel: Entonces dame un beso.-dijo y ella se acercó a sus labios para besarlo con sensualidad y deseo.-Andrea...no sé si debería preguntar esto en este preciso momento pero ¿Has sabido algo sobre tu mamá?

Andrea: No, nada y la verdad tampoco me importa, ya me resigne, además no veo el por qué yo la tenga que buscar si es ella la que me abandono. Si de verdad quiere saber algo de mí, entonces que me busque ella.

Samuel: Si, estoy de acuerdo, aunque si quieres yo te puedo ayudar a buscarla, tengo ciertos amigos que podrían buscarla.-dijo y ella negó.

Andrea: No, deja las cosas como están. Estoy bien así, con mi padre no me v tan mal.

Samuel: Esta bien pero si cambias de opinión solo me dices y ya.-dijo y ella sonrió asintiendo y acercándose a besarlo de nuevo.

Andrea: ¿No vamos?

Samuel: Ya te has cansado?

Andrea: No, pero estoy que muero de sueño.

Samuel: De acuerdo.-dijo sonriendo y pagaron la cuenta para después salir dirigiéndose a la hacienda.-Sabes, hay una casa cerca de la empacadora de tu padre ¿Te parece si mañana vamos para ver qué te parece?-pregunto mientras entraban al auto y ella lo miro sorprendida.

Andrea: Creí que nos quedaríamos en la hacienda de tu padre.

Samuel: Lo sé, pero creo que eso no pasara, además podré visitarlo diario y como dices, estamos casados y necesitamos nuestra privacidad.

Andrea: ¿Y a que ha venido esto? ¿De que hablaron tú y tu padre esta tarde?-pregunto mirándolo con interés y el negó.

Samuel: De nada en particular pero me dijo que si me quería marchar lo podría hacer, el estaría bien y entendía que yo quisiera ser feliz.

Andrea: ¿Enserio? Y de verdad es lo que quieres? Mira tu padre no me cae bien, pero si puedo hacer un intento si eso te hace feliz.-dijo y el sonrió.

Samuel: No sabes lo feliz que me hace escuchar eso, pero no mi amor, es mejor que nos quedemos con nuestra privacidad, y ambos podremos ir a visitar a nuestros padres cada que podamos.-dijo mientras llegaban a la hacienda y estaciono el auto saliendo después para abrirle la puerta a ella.

Andrea: Si esa es tu decisión entonces cuenta conmigo.-dijo sonriendo y lo beso.

Después de eso ambos subieron a su recamara y se durmieron casi de inmediato.

Al día siguiente, cuando Samuel se despertó ella estaba entre sus brazos, aun en un sueño profundo, con una ligera sonrisa y tan serena como nunca lo estaría despierta, recordó con enfado las palabras que le había dicho su padre y la abrazo aún más pegándola a su cuerpo.

Samuel: Ella podría estar embarazada, así que no quiero disgustos para ella y aunque no lo estuviera, quiero que ambos lleven la fiesta en paz.

Adolfo: ¿Ella está embarazada?-pregunto desconcertado.

Samuel: No, bueno no sabemos podría ser una posibilidad, pero también pudiera que no. Por eso quiero que ambos se lleven bien, que se den una oportunidad de tratarse, se que estas delicado, por eso no me sentiría bien si me fuera y te dejara solo.-dijo sin embargo su padre parecía perdido entre sus pensamientos.

Adolfo: ¿Y estas seguro que ese hijo es tuyo?-pregunto y Samuel apretó la mandíbula.

Samuel: Por supuesto que si.

Adolfo: Podría ser de Paul, el asegura que se acostó con ella el mismo día de la boda. Vez porque no quiero que ella este aquí? Esa mujer es una víbora que solo quiere nuestro dinero, y se está aprovechando de todo el amor que le tienes para perjudicarte.

Samuel: No eso no es así. Ella y yo y aclaramos todo y como veo que no la vas a poder aceptar, lo mejor es que me vaya y la lleve a vivir a otra parte.-dijo y se dirigio a la puerta.

Adolfo: ¿Estás seguro que ya no tienes dudas con respecto a su amor? Estas realmente convencido de que ella te ama como tú a ella? Vete si quieres, pero algún día te arrepentirás por haber elegido a ella y no a tu familia que verdaderamente te quiere...

Andrea: Buenos días.-dijo con una sonrisa coqueta y él sonrió acercando sus labios a los de ella.

Samuel: Hasta que por fin despiertas mi bella durmiente.-dijo sonriendo mientras ella le acariciaba la mejilla.

Andrea: Voy a asearme, ayer no me bañe y me siento sucia.-dijo levantándose enrollada entre las sabanas mientras él la miraba.

Samuel: ¿Me invitas?

Andrea: Pensé que no necesitabas invitación.-dijo divertida y él se levantó para seguirla entrando con ella.

Cuando Andrea estuvo dentro dejo caer las sabanas, dejando su cuerpo expuesto a la vista de Samuel, y sonrió al ver la mirada llena de lujuria y deseo que se le había formado, él trago con dificultad y se acercó a ella dejando que el agua comenzara a caerle en todo su cuerpo. Entonces la miro intensamente y la beso suave, lenta y profundamente recargándola contra la pared, logrando que ella soltara un leve gemido.

Samuel: ¿Me amas?-pregunto besando su cuello.

Andrea: ¿Qué si te amo? ¿Por qué preguntas lo que ya sabes?-le respondió divertida y lo volvió a besar.

Samuel: Prométeme que jamás me abandonaras.

Andrea: No lo hare.-susurro besando su cuello y bajando por el pecho de Samuel dando leves mordidas.-Soy prepotente, no estúpida.-dijo y Samuel le quito un mecho de cabello de la frente, dedicándole una mirada llena de esperanza.

Comenzaron a bañarse. Andrea pasaba la esponja por el cuerpo de Samuel sin perder ni un solo musculo de su cuerpo, la deslizaba por los hombros, por su pecho, sus brazos, cadera y por la curva de su trasero, mientras él la besaba con intensidad y deseo, después cambiaron de turno y ahora fue el quien la enjabono a ella, acariciándola y besando su cuerpo al mismo tiempo que pasaba la esponja y cuando por fin terminaron ambos salieron del baño dirigiéndose a la cama...

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