48.-Las cosas cambian

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Andrea: ¿Cómo se te ocurre decirme eso? Me vas a traumar, además tengo cuatro meses de embarazo, ¿Qué esperabas?-pregunto sonriendo y lo beso mientras el subía las escaleras con ella en brazos.

Samuel: Si, lo sé, pero te ves hermosa.-dijo sonriendo mientras la recostaba en la cama y llevo la mano hasta el vientre ya abultado de Andrea.-Y te varas aún más hermosa cuando tengas a esta pequeña entre tus brazos.

Andrea: Que será niñooo.

Samuel: No.

Andrea: Ay si Samuel, nada más imagínate...un Samuelito en mis brazos, con esos ojitos lindos, esa carita tierna y esos labiesitos que tientan a ser devorados, corriendo por toda la casa ¡Aaay mi vida me lo como!-dijo emocionada y Samuel comenzó a reír.

Samuel: No, mejor una mini Andrea, así en chiquita, con moñitos, vestidos de holanes, y jugando a la mamá o con su casita...

Andrea: Ay no Samuel, yo quiero un niño.

Samuel: No, aunque bueno, yo lo que sea, pero si es niña sería mucho mejor.-dijo sonriendo y se recargo sobre el respaldo de la cama haciendo que Andrea que recostara en su pecho.-Mi hijo y la mujer de mi vida, ¿Qué más puedo pedir?-pregunto y Andrea soltó una risita.

Andrea: Hay muchas cosas que aun debes pedir.-dijo poniéndose a horcajadas sobre él.-Pero con lo que somos ahora me conformo.

Samuel: Y me alegro por ello.-dijo sonriendo y Andrea se acercó a besarlo.-¿Hace cuanto que no estamos así?

Andrea: Bueno, en las últimas semanas tú has estado muy ocupado, y yo con el embarazo y los negocios de mi padre he caído muerta, pero...pero hoy estoy muy vivita.-susurro seductora mientras le desabrochaba la camisa.

Samuel: Me parece perfecto.-dijo sonriendo y atrapo los labios de Andrea, rodando para que ella quedara bajo él.-Estoy loco por ti.

Andrea: Entonces estamos en las mismas condiciones.-dijo sobre sus labios y los unió de nuevo a él.

El beso era ardiente, exigente y apasionado, Andrea metió sus manos sobre la camisa ya abierta de Samuel y la fue deslizando por sus brazos hasta que por fin la saco, lo miro sonriendo con sensualidad y comenzó besar su pecho, sus hombros, su cuello, mientras que Samuel le bajaba los tirantes del vestido para deslizarlo por su cuerpo, la acariciaba por todas partes mientras la iba desnudando, cuando estaba completamente desnuda, Samuel se acercó a besar uno de sus pezones, metiéndolo a su boca y succionándolo, sintiendo como la respiración de Andrea se hacía cada vez más y más irregular.

Necesitaba que la hiciera suya en ese mismo momento, y el necesitaba hacerla suya ya mismo, pero también tenía miedo por el bebé, lo sintió bajar de sus pezones a su vientre y sintió una oleada de placer cuando el aliento de Samuel estaba en su intimidad, y creyó desmayarse cuando la lengua de Samuel rozo su centro, la sujetaba, escuchando los jadeos y gemidos que Andrea sacaba cada vez que el besaba o succionaba su sexo, hasta que de pronto sintió los estremecimientos cada vez más fuerte haciéndola temblar y sacudirse llegando a su primer orgasmo.

Mientras se recuperaba observo como Samuel se quitaba lo que le restaba de ropa y se colocaba sobre ella, en una posición en la que no dañara al bebé, sus ojos ardían mientras la comía con la mirada, le separo un poco más las piernas quedando en la posición perfecta para penetrarla y la volvió a besar, enredando su lengua con la de Andrea exigiendo mientras Andrea le devolvía cada beso de la misma forma y entonces entro en ella.

Centímetro a centímetro, tomándose su tiempo, estaba matándola y Andrea abrió la boca para decírselo sin embargo, la cerro cuando lo vio, Samuel tenia cubierta la frente de sudor, los tendones del cuello a punto de explotar y los dientes apretados. También él se estaba muriendo.

Andrea: No...no me voy a romper.-susurro jadeante.

Samuel: Lo sé, pero el bebé. Tengo miedo.-dijo y ella lo miro sorprendida.

Andrea: No le pasara nada.

Samuel: Aun así, llevo más de dos semanas viéndote dormir, rendida sin poder tocarte, te daría miedo saber cuánto te deseo en este momento, deseo hacerte el amor hasta que desfallezcas.-dijo moviéndose lentamente sobre ella y aunque era una exquisita tortura, ella necesitaba más. Así que puso las manos en sus hombros para besar su mentón, su cuello, y mordisqueo un poco su mandíbula mientras se movía sobre él, sintiendo la fricción de sus pechos contra el torso de Samuel.

Andrea: Lo sé, porque yo también necesito lo mismo, necesito más.-susurro y escucho como Samuel jadeaba.-Te deseo ahora.-dijo y el empujo un poco más.-Si, así.

Samuel: Andrea, por favor...-susurro en tono de súplica pero soltó un gemido cuando ella enrollo sus piernas sobre su cadera moviéndose provocativamente, por un momento se contuvo, pero luego perdió el control, embistiéndola con fuerza y un ritmo convulsivo, entonces Andrea lo abrazo mientras se movían sin control, y de una forma salvaje, hasta que por fin llegaron al clímax.

Cuando amaneció Andrea miraba como Samuel se vestía, ella aun estaba enrollada entre las sábanas blancas y tenía los labios ligeramente resecos, quiso levantarse y abrazarlo por detrás pero, cuando se incorporó sintió el estómago revuelto, él la miro atravez del espejo y sonrió acercándose a ella y dándole un beso en la frente.

Samuel: Hasta que por fin despiertas.-dijo y ella sonrió dirigiéndose al baño.-¿Estas bien?

Andrea: Si, pero odio vomitar.-dijo tomando su cepillo de dientes y comenzó a lavarse los dientes.-Tu a dónde iras?

Samuel: Tengo que ir a la empacadora y revisar algunas cosas.

Andrea: ¿Regresaras para la comida?

Samuel: Si, aunque si quieres puedes ir a verme y desayunar ahí, así sirve y sales un rato.

Andrea: Bien, o podemos ir al pueblo vecino, hace mucho que no vamos.

Samuel: Esta bien, aunque eso depende de cómo estén las cosas en la empacadora.

Andrea: De acuerdo.-dijo sonriendo y se acercó a besarlo.-Te amo.

Samuel: Yo más.-dijo volviéndola a besar y salió del cuarto.

Subió a la camioneta, dirigiéndose a la empacadora y cuando llego vio como los empleados lo miraban con forme se dirigía al despacho del encargado, pero no le dio importancia, seguramente ya sabían de lo que había sucedido entre su papá y él.

Samuel: Héctor hola.-dijo entrado.

Héctor: Joven Samuel, que hace por aquí?-pregunto extrañado cuando lo vio entrar a la oficina.

Samuel: ¿Cómo que, que hago aquí? Vine a que me rindas cuentas, como cada mes.

Héctor: Lo siento joven, pero eso no se va a poder, su padre nos dijo que usted ya no tenía mando aquí.-dijo apenado y Samuel frunció el ceño.

Samuel: ¿Cómo dices?

Paul: Lo que escuchaste.-dijo sonriendo y Samuel volteo.-Ahora el nuevo director, y vicepresidente soy yo ¿Cómo la ves primito?...

CAMINOS UNIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora