Capítulo 34 | Parte 1.

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Capítulo 34

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Capítulo 34.

Cuatro, cuatro días desde la última vez que pude tener contacto con la persona que me estaba enamorando.

No mensajes, no llamadas y todo eso era una mierda que me preocupaba de una manera inexplicable.

¿Qué tanto le cuesta enviarme un mensaje o devolverme una llamada?

Eran casi las 9:00 de la noche cuando me subí al bus que nos llevaría hacia el hotel con los demás internos. Había sido un día pesado y estresante, pero más para mí, ya que tuve que ver la cara de mi director todo el maldito día, mientras supervisaba nuestras prácticas.

No era que me sentía estresada por el hecho de que el doctor Andrés Wayne nos supervisara, sino porque su hijo no se había puesto en contacto conmigo, mientras que él ejercía de manera natural en mis narices y yo seguía preocupada. No me atrevía a preguntarle directamente por él, no cuando era el director de internos y residentes.

Miré la pantalla de mi teléfono por milésima vez y me senté en el primer asiento desocupado que vi. Todavía faltaban internos y residentes por salir del hospital.

El Dr. Santiago, mi grupo y algunos pertenecientes del grupo de Damián; ya estaban ocupando asientos vacíos, aunque faltaba él y... Gloria.

Suspiré profundamente, y en ese momento vi a un hombre muy guapo con el cabello más rizado de lo habitual. Sus marrones y diabólicos ojos me observaron con cansancio. Damián se detuvo justo donde se encontraba mi asiento y me miró con seriedad. Él sabía que su manera intimidante de ser no me afectaba en lo absoluto y se sentó a mi lado totalmente resignado.

—¿Cómo lo llevas? —preguntó mientras soltó un suave y cansado suspiro.

Lo miré por un instante, demostrándole con mis ojos que su pregunta me confundía.

—Este proyecto, el internado, las guardias... —recapituló y carraspeó—. Todas las mierdas que conlleva ser un interno, ¿cómo lo llevas? —sonrió tranquilamente.

Las miradas curiosas de algunos internos y residentes lo observaban sonreír mientras hablábamos. Damián y yo siempre nos habíamos llevado bien y, de alguna manera, teníamos una amistad con un bonito respeto.

—Unos días mejores que otros —miré la pantalla de mi teléfono—. Sí que hay días y momentos muy mierdas, así como dices.

—¿Algún caso o paciente que te haya afectado el día de hoy? —analizó mis acciones con el teléfono y estudió mi expresión.

MCP | El Internado ©️ (¡Disponible en físico!) ✓Where stories live. Discover now