Capítulo 24 | Parte 2.

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Capítulo 24

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Capítulo 24.

La luz de la claridad del día azota directamente por las acristaladas ventanas del apartamento. Me arqueo en la cómoda cama y me estiro vagamente. Reconozco el aroma que me rodea. Huelo a él... a Mi Cura Prohibida. Puedo sentir como la felicidad toca levemente mi corazón.

Éste no era el típico silencio al cuál estaba acostumbrada, porque definitivamente, en ésta planta era muy difícil distraerse de cualquier mínimo sonido urbano.

Miro a mi alrededor, estudiando mi ambiente. Achico los ojos al darme cuenta que Adrián ya no está en la cama. Todavía recuerdo que me acurrucó en sus brazos en la madrugada. Llegó tarde del hospital, pero eso no me impidió verlo y tocarlo.

Acaricio las suaves sábanas dónde él había estado. Sí... Durmió conmigo, a mi lado. Comprobarlo me hizo sentir llena. Mordí mi labio con una vaga sonrisa.

Escucho algunos ecos que provienen del lujoso baño y mi cuerpo reacciona de manera exaltante. Me pongo nerviosa al instante. Siento los latidos de mi corazón en mis oídos.

Un aroma extremadamente exquisito comienza a inundar todo el lugar. Su carísima y distinguible fragancia era muy difícil de olvidar.

Qué extraño... Me siento relajada, más de lo normal. Siento que mi cuerpo se tambalea como una gelatina en proceso. Al moverme de la cama, siento mis piernas un poco débiles.

Cuando intento levantarme, la repentina presencia del precioso espécimen me distrae. Camina hacia mi dirección al terminar de abotonar su camisa azul cielo de vestir. Está radiante y guapísimo como siempre. Ésta vez, combina su elegante camisa con un pantalón de vestir color gris oscuro y sus carísimos zapatos negros que brillan como el charol lustroso.

Me mira serio para esquivar mi mirada instantáneamente. Prosigue hacia la mesa de noche de su lado de la cama. Achico los ojos por su extraño comportamiento que, evidentemente, percibo.

Acaricio algunos revueltos mechones de mi lacio cabello, el cuál debe estar hecho un desastre.

— ¿Qué hora es? — Pregunté con timidez al ver que realmente estaba muy serio.

Permanece en silencio por unos segundos más, mientras recoge sus teléfonos y su cartera. Al guardarlos en el bolsillo de su pantalón, comienza a ponerse el reloj de muñeca.

"¿Qué coño le sucede?" Mi subconsciente está lista para su mentecita tan obstinada.

— Las 10:30 de la mañana. — Responde con frialdad.

— Qué excelente manera de dar los "Buenos días," Doctor Wayne. — Le digo mi primer sarcasmo del día.

Pone los ojos en blanco inconscientemente y me da la espalda al terminar de ajustar su reloj.

— ¿Te sucede algo? — Vuelvo a preguntar al levantarme de la cama con una extraña sensación entre mis piernas. Me tambaleo un poco y me siento en el borde de la misma con una satisfacción realmente genial.

MCP | El Internado ©️ (¡Disponible en físico!) ✓Where stories live. Discover now