(+21) (Libro 1 & Libro 2) Alysha N. Doménech Losada, una brillante y aplicada estudiante de medicina que está a punto de comenzar su internado en medicina general. Su vida era tranquila, entre libros y anotaciones, con el novio que siempre había sid...
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Capítulo 31.
— Es una excelente noticia, Andy.
— Sería una excelente noticia si tu no fueras una interna y mi futura residente.
— No se preocupe, Doctor Wayne Milán. — Le robo un ansiado beso y él enarca las cejas. — Ya encontrarémos la manera.
Asiente más calmado y sonríe vagamente.
— Yo me encargaría de buscar la manera. Créeme...
— Te creo... — Rio abiertamente y sabe que es por su forma tan intensa de ser.
Pellizca mi nariz con cariño y ensancha su sonrisita de niño travieso.
— ¿Te burlas de tu mentor, superior, futuro jefe y director?
— Y si continúas sería una lista larguísima, de un tamaño parecido como lo que tienes entre medio de tus piernas.
Estalla en carcajadas, y como un niño mimado, esconde sus ojos en mi cuello. Siento como mi semidesnudo cuerpo sufre de un inquietante escalofrío al sentir cómo Adrián suspira profundamente y su cuerpo se relaja por completo. Es una sensación única, como si nuestras almas estuvieran conectadas de una manera celestial y especial.
Acaricio su cabello y poso un cálido beso sobre su cabeza, sintiéndome tan vulnerable y enamorada entre sus fibrosos brazos. Huelo su aroma, a gel mezclado con el suyo tan personal y glorioso. Me estremezco sobre su cuerpo, con ganas de que fuera más allá para que me incitara, pero no estaba ocurriendo. Se mantuvo contenido, lo cuál me gustaba, pero a la vez me hacía sentir una pizca de decepción.
— ¿Te sucede algo? — Me pregunta en un dulce susurro y siento que sonríe sobre la piel de mi cuello. Se tensa placenteramente bajo mi cuerpo.
— Uf... Muchas cosas me suceden. — Me sonrojo.
— Te gusta sentirte mía. — Besa mi cuello y mi piel se eriza al instante. — Me fascina que te sientas así. — Sus besos descienden hacia mis pechos, causándome cosquillas con su nariz y su barbilla.
En el acto, continúa sonriendo y pasea sus manos por mi desnuda espalda al escucharme gemir con deseo. Sujeto su cabello con dulzura y firmeza, incitándolo, para que continuara con sus deliciosos besos. Suelta varias carcajadas muy dulces sobre mi piel al notar mi intención.
— ¿Sonríes? — Gimo en un susurro. — Aún estoy muy disgustada contigo.
— Estoy muy concentrado en darte la disculpa que te mereces. — Muerde uno de mis pezones y luego me da un casto beso en la mejilla para levantarse conmigo entre sus brazos. — Pero primero quiero que comas algo. Llevas todo el día con el desayuno nada más.
— Come conmigo.
Asiente muy permisivo y lo abrazo con más reticencia al estar apoyada de su cuello.