(+21) (Libro 1 & Libro 2) Alysha N. Doménech Losada, una brillante y aplicada estudiante de medicina que está a punto de comenzar su internado en medicina general. Su vida era tranquila, entre libros y anotaciones, con el novio que siempre había sid...
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Capítulo 34.
Con cierto gusto, me remuevo bajo las suaves sábanas de Adrián. Intento acomodarme como puedo cuando la fría madrugada nos inunda. Presiono mis ojos con cierta inquietud al escucharlo balbucear incoherencias en susurros.
Al abrir mis ojos con ímpetu, me giro y ahí lo encuentro, a mi lado, acobijado hasta la cintura, posicionado boca arriba. Fruncía el ceño repetidas veces al mover su cabeza de un lado a otro con lentitud, como si su sueño le pesara.
Con atrevimiento, acerco mi mano hacia su rostro y comienzo a acariciarlo lentamente y con timidez. Su mandíbula está muy tensa bajo mi palma, lo que causa que me abrume y quiera acariciar todo su rostro para besarlo.
— No quiero... — Susurra con dolor. — Por favor, no... — Insiste en su pesado sueño.
— Andy... — Acaricio su mejilla con más dulzura y firmeza.
— Es que no quiero... No quiero mirar... — Su pecho sube y baja agitadamente. Presiona sus ojos.
— Adrián, por favor... Despierta, Ojitos Bonitos... — Trago saliva cuando el miedo de lo impredecible me invade.
— No quiero... No quiero... — Tiembla al instante y se sienta muy rápido sobre la cama al respirar agitadamente.
Me mira estupefacto y yo me alejo un poco, cubriendo mi desnudez hasta mis pechos con sus sábanas. Lo miro con recelo y cuidado. Bajo un poco la mirada, con la inquietud de que me gritara o me reclamara.
Puedo escuchar cómo intenta relajar su respiración una y otra vez. De reojo, veo que toca su frente junto a los mechones húmedos gracias al sudor que los nervios le habían causado.
— Yo... Lo... — Me cuesta mirarlo a sus ojos llenos de desesperación. — Lo siento. Yo sólo... quería que despertaras para que te calmaras. Yo...
"Nere, eres una tonta. Una tonta de verdad." Mi subconsciente se burla de mí después de haber recibido sexo ardiente por el espécimen que tenía frente a mis ojos.
Con seriedad, Adrián tira de las sábanas que cubrían mi cuerpo. Por su expresión, sé que no estaba feliz con que lo haya visto tan vulnerable y sensible.
Mierda, siento que esto se volverá a poner feo.
De repente, él sujeta mi muñeca con ímpetu y tira de mi mano, acercando mi desnudo cuerpo junto al suyo. Me abraza fuertemente e inspira mi aroma en la piel de mi hombro.
— No me gusta cómo esos dulces ojos me miran. — Me advierte en un ronco y soñoliento susurro.
Adrián se acuesta junto a mi lado, de forma lateral, mirándome fijamente. Se agacha un poco y esconde su rostro en mis pechos, acobijándonos en el momento. Mi cabeza y mi rostro queda sobre la almohada y mi barbilla apoyada sobre su cabeza y su lacio cabello. Se estaba escondiendo en los rincones de mi cuerpo, como un niño cuando tiene miedo.
