Capítulo 66 | Parte 2.

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Capítulo 66

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Capítulo 66. 

(Adrián)

— ¡No se vaya! — Lloraba desconsoladamente al ver como Marcella se marchaba con los ojos en lágrimas. — ¡Maestra, por favor! — Mi llanto continuaba mientras la cuidadora que se hacía cargo de mí me sujetaba con cierto esfuerzo.

Observábamos como la dulce mujer educadora intentaba cubrir su rostro para que no la vieramos llorar. Con casi ocho años de edad, ya comprendía mi situación y muchas cosas a mi alrededor.

— Volveré la próxima semana. — Marcella se despidió al extender la mano, agitándola en el aire. — Te lo prometo, Adrián.

Por alguna razón, sus ojos me llenaban de una pequeña esperanza desesperada. Era la segunda persona con la cuál me sentía cómodo y seguro después de mi cuidadora.

— Tranquilo, pequeño. — Me calma al posar sus protectoras manos sobre mis frágiles hombros. — Ella vendrá para la próxima sesión de clases.

— ¿Será mi maestra permanentemente? — La miré mientras analizaba la situación con miedo. Tenía temor de que no volviera nunca más, así como lo hizo mi madre biológica.

— Sí, pequeño.

— ¿Crees que ella me quiera? — La interrumpí al momento. — Quiero continuar aprendiendo con mis lecciones de piano, violonchelo, viola, y violín. — Mentí, aunque ya comenzaba a manejar los instrumentos con cierta eficiencia.

Las lágrimas bajaban por mis mejillas espontáneamente. Mi cuidadora me sonreía con dulzura, apacigüando mi llanto con paciencia y calma. La ironía brotaba de sus ojos. Sabía perfectamente lo que pasaba por mi mente.

Tenía miedo de perder a la segunda persona que me quería, pensando que también podría dejarme y olvidarme, así como lo hizo mi verdadera madre.

Tenía miedo de que las pocas personas que se convertían en seres especiales en mi vida volvieran a abandonarme por ser lo que soy...

*****

Despierto un poco sobresaltado y miro todo a mi alrededor. Siento que mi pesado y agotado cuerpo se llena de un calor agradable.

Rápidamente, me doy cuenta de dónde estoy. Alysha se remueve un poco sobre mi cuerpo por la repentina intranquilidad que los malditos recuerdos convertidos en pesadillas me causan.

Estaba dormida y su lengua viperina balbuceaba alguna incoherencia que me resultaba tierna.

— Shh... — Acaricio su abundante pelo que caía en cascadas hacia un lado, sobre uno de sus hombros. — Lo siento... — Susurro sobre su cabeza y poso un beso sobre los flequillos de su frente.

No puedo evitar acapararla con mis brazos y rodear su desnuda espalda con protección. Es una sensación muy jodida y deliciosa tenerla así, vulnerable y toda mía.

Su aroma junto al mío me enloquece. Siento como un frenesí se apodera de mí, porque nunca quiero soltarla. Quiero tener algo más serio con ella, pero...

"¿Y sí no resulta lo que espero? ¿Y si ella se arrepiente o me deja?"

Cada vez que le abro mi corazón a una persona que considero especial, termina hiriéndome o abandonándome.

Definitivamente, ésta niña es la persona más especial en mi vida. Es la mujer que malditamente tiene mi corazón, si es que tengo algo bueno en él. Tiene el poder de hacerme mierda en un segundo, y no quiero sufrir. No quiero que me abandone como lo hizo Johanna.

Me remuevo con impotencia y Alysha se arquea sobre mí al girar su cabeza hacia el centro de mi pecho, causando que el hueco de mi estómago se revuelque de patéticas cosquillas.

Mis jodidos deseos y mis padecimientos estaban bajo control en mi interior. Al parecer, dormidos, automáticamente, ya había salido de su interior. Aún así, sentía su deliciosa vagina junto a mi miembro. Me sentía en el jodido paraíso con mi jovencita.

Evidentemente, ya sabe muchas cosas de mí, pero aún dudaba por leves instantes si sería lo correcto pedirle que sea mi novia, aún yo sabiendo que todavía no conoce la peor parte de mí.

La abrazo con más insistencia, como si cualquier persona pudiera arrebatarmela. Me sorprende que vuelva a removerse.

— ¿Qué pasa, mi niño? — Su soñolienta voz me vuelve malditamente loco. Y mucho más ahora que acaricia mi mejilla al esconder sus ojos en mi cuello.

La amo con toda mi jodida y sufrida vida.

— Nada, pequeña. — Acaricio su suave piel, impregnando en mi memoria cada curva de su cuerpo. Quiero conocerlo todo de ella. Quiero recordar cada parte y cada centímetro de su cuerpo cuando estemos en horas laborales.

— ¿Estás incómodo? — Insiste, refiriéndose a nuestra posición.

"¿Cómo se atreve? De ninguna manera, se apartará de mí." Pienso y gruño mentalmente al envolver sus piernas con las mías.

— Estoy más que bien. — Intento controlar mi maldita necesidad de tenerla.

Juro por Dios que fundiría mi ser en ella si eso fuera posible. Me tiene desquiciado, desesperado, y apendejado. Por más que intenté evitarlo, me di cuenta que nunca he dejado de amarla. Eso me causa más temor.

"No puedo ser débil. No, no, y no."

— Te amo... — Me dice al besar la parte baja de mi barbilla e intentar anidar su cabeza bajo mi cuello.

"¡Mierda! ¡Mierda!"

Sin ningún tipo de esfuerzo físico, pero sí mental, levanto su cabeza y comienzo a besar su frente, sus mejillas, su nariz, su barbilla, la comisura de sus labios. Luego, al final, beso su boca, derretido por ella y sus cursilerías.

"Definitivamente, tengo que decirle que sea mi novia."

Hablaría con Jesse y le diría la maldita verdad. Le diría que es sólo mía. Me importa un carajo como se lo tome. Total, siempre debió ser mía. Sólo yo la hice mujer. Y saberlo, altera mi oscuro ego sobre él o cualquier otro hombre que se le acerque a ella.

Soy su hombre, el primero, el que ama y desea. Soy el que la enloquece y el que la hace perder la cabeza. Soy todo lo que ella se dejaría hacer por mí, porque soy el amor de su vida.

MCP | El Internado ©️ (¡Disponible en físico!) ✓Where stories live. Discover now