El Custos de Ibrahim

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El olor a carne quemada invadió los sentidos de Ibrahim y de Gonzalo. Ambos caminaron detrás de la joven quien no tomó atajos para llegar al centro de la sede, luego cruzaron a la derecha descendiendo unos metros por debajo de la tierra. La joven les hizo entrar en un ascensor, bajando aún más.

En cuanto la puerta se abrió, Gonzalo se encontró en el corazón mismo de la Fraternitatem. El hemiciclo era una circunferencia, dividida en seis partes, cada una, en su centro tenía la especie de trono, debajo del cual estaban ubicado cuatros puestos, siguiendo las coordenadas de los puntos cardinales, en donde el Prima se ubicaba. Sobre cada trono estaba el sello de un Clan, con una altura aproximada de dos metros, tan grandes que lucían majestuosos. Debajo de las sillas del Prima estaban las butacas rojas del Populo, todas dirigidas hacia una tarima de mármol blanco circular con un cuadro concéntrico, al cual se accedía a través de una escalera.

El Auditorio estaba lleno. Miembros de todos los Clanes se habían hecho presente, todos adultos, pues eran los encargados de cimentar las bases de la Fraternitatem. Gonzalo no esperó a recibir indicaciones. Tomó a Ibrahim del brazo, informándole al oído que debían llegar al centro, tendrían que subir algunos escalones. Ibrahim asintió dejándose llevar.

El techo del Auditorium era un falso vitral atravesado por rayos de luz artificial que simulaban los rayos del sol. En él estaban representadas las escenas más importantes de cada Clan.

Gonzalo observó el rostro de Monica y de Ackley, este último fue causante de mucha polémica para los nuevos miembros de la Fraternitatem Solem.

En los curules de Ignis Fatuus estaban sentados el señor Arrieta en el puesto del norte, el señor Monasterio al este, el señor Ortega al oeste y el señor Jung al sur. Únicamente, este último le inspiraba algo de confianza a Gonzalo, pero estaba más que seguro de que él no sería quién le interrogaría.

—Buenas tardes, Primogénito de Sidus. Segundo Custos de Ignis Fatuus —habló una señora de voz maternal, la cual respondía al nombre de Hortencia Botero. Ibrahim sintió pánico, un nudo se hizo en su garganta, pero de alguna manera las duras palabras de Ignacio estaban haciendo que se mantuviera firme. Tomó la iniciativa de imitar a Gonzalo, pues él era el único que había estado ante aquel estrado—. Les hemos convocado por los sucesos acontecidos en este funesto día. Ustedes son los únicos sobrevivientes del área externa, por lo que la información que puedan suministrar es de vital para esta Coetum.

—Como secretario de esta corte es mi deber informarle del procedimiento que se llevará en la misma. —La palabra «corte» inquietó a Ibrahim, mucho más cuando la plataforma giró. Gonzalo fue el único, de los dos, que pudo ver al señor Elías Zamora, uno de los miembros más distinguidos de Aurum. Allí también se encontraban Samuel, Zulimar y el señor Rodríguez, quien estaba encargado del caso de Saskia—. Cada Prima hará una y solo una pregunta a los involucrados, con el fin de aclarar su participación en los hechos. Se les pide a los Primas no excederse en el interrogatorio y a los interrogados ser sinceros al momento de responder.

—Se breve en tus respuestas, no des muchas explicaciones —le murmuró Gonzalo antes de que el primer Clan procediera a interrogarlo.

—¿Qué vino a hacer hoy a la Coetum, Primogénito de Sidus? —preguntó María Portillo, una señora caucásica de cabello rojizo. Era de Ardere.

—Vine a entregar unos recaudos que la señora Molina le pidió a mi mamá.

—¿Podría decirnos que contenían esos papeles? —intervino Zulimar, levantando murmuraciones en Sidus.

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