Obediente

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Los adultos no salían del recinto, por lo que Gonzalo e Ibrahim se dirigieron de nuevo al estacionamiento. Gonzalo no tenía ganas de hablar, en especial porque no tenía ni la menor idea de la reacción de Amina cuando se enterara de la decisión tomada en la Coetum, e Ibrahim estaba tan apenado y agradecido con él que no sabía que decirle.

En cuanto aparecieron en el estacionamiento, el sello de Gonzalo centelló en su frente, haciendo que Amina se levantara del pretil. Ignacio la tomó rápidamente del brazo para conducirla hasta donde estaba Gonzalo, quien se fundió en un abrazo con su prima.

Aidan e Itzel fueron a reunirse con Ibrahim, mientras los demás esperaban respuestas.

—Lo siento, en verdad lo siento.

—¿Qué pasó, Gonzalo? —preguntó con ternura.

—Ibrahim ha estado de maravilla. Sin embargo, yo no pude hacer lo propio. Te he fallado.

—¿Podrías ser más específico, hermano? —insistió Ignacio, entretanto los demás observaban la escena.

—Han prohibido que los Primogénitos estén juntos. Ni siqueira en el colegio podrán tratarse.

Los «¿qué?» no se hicieron esperar. Solo Ignacio y Amina continuaban imperturbables antes Gonzalo. Esta última le tenía tomado de la mano, apretándosela con sutileza.

—¿Qué fue lo que les molesto para que tomaran esa decisión? —quiso saber Aidan, quien no dejaba de contemplar a Amina.

—No le perdonan que me haya ayudado. El Prima de Ignis Fatuus fue muy claro al respecto —respondió Ibrahim, debido a que Gonzalo no respondía, concentrado en su prima y en su hermano—. De lo contrario, les castigarán con la Umbra Solar.

—¿Qué es eso? —preguntó Dominick.

—Una piedra —respondió Ignacio sin dejar de ver a Gonzalo—. Pero no es un piedra cualquiera. En su centro hay un vórtice capaz de succionar el Donum de una persona... y su vida.

Su explicación hizo palidecer a los presentes.

—Entonces, es mejor que obedezcamos —intervino Itzel—. No es justo que Ignis Fatuus termine pagando por nuestras negligencias.

—¿Esa propuesta vino de la Fraternitatem o de Arrieta, Gonzalo? —Ignacio había hecho caso omiso a Itzel.

—De Arrieta.

—¿Y piensas obedecerla? Porque yo no estoy dispuesto a hacerlo.

—Creo que es algo que no solo le compete a tu Clan, sino a todos nosotros —intervino Dominick.

—No he pedido tu opinión Aurum. —Ignacio le respondió secamente, sin dejar de ver a su hermano.

—Dominick tiene razón. Creo que lo mejor es someterlo a votación —interrumpió Aidan—. ¿Quién esté a favor de obedecer a la Coetum resguardando la integridad de los miembros de Ignis Fatuus por favor, levanten la mano?

Dominick y Aidan fueron los primeros en levantar sus manos seguidos por Saskia y unos titubeantes Itzel e Ibrahim. Sin embargo, ni Ignacio, ni Gonzalo, ni Maia lo hicieron.

—Haré lo que mi Primogénita me indique —le respondió Gonzalo a Ignacio.

—Entonces, la decisión es tuya, Primogénita —le aseguró Ignacio a su prima.

—No escucharé la amenaza de Arrieta, y si quiere venir por alguno de nosotros, pues le haremos frente. Puedo obedecer toda sentencia justa, aún cuando no esté a mi favor, pero jamás podré seguir una en donde no solo se arriesgue la vida de cualquier Primogénito sino también de la misma Fraternitatem. Es una orden y una exigencia: Ignis Fatuus velará por la vida de sus miembros y la de los otros Primogénitos, teniendo como prioridad estos últimos.

El Corazón de la Luna |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now