Domun Maiorum

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Dominick se detuvo donde Aidan le había indicado. El Primogénito de Ardere recordaba muy bien aquella calle. La casa estaba a oscuras, solo una bombilla de poca potencia iluminaba la fachada de piedra. Con algo de recelo, Dominick le contempló, parecía una fortaleza discordante con las otras que le rodeaban. 

Tanto Aidan como Itzel salieron velozmente del auto, seguido por los otros cuatros, los cuales todavía se preguntaban cómo habían entrado en el compacto.

—¡Espera! —Le detuvo Dominick—. ¿Cuál es el plan?

—Obligarlo a que nos diga cómo rayos volvemos al pasado.

—¿Hablas de un viaje al pasado? —lo cuestionó Gonzalo con tono irónico—. Porque si es así, yo no me quiero perder esa vaina por nada del mundo.

—¿En serio? —le reclamó Dominick—. ¡Espero que ninguno de los dos estén hablando en serio! Porque si ese era el plan desde el principio no pienso acompañarlos.

—¡Ya va! —interrumpió Itzel—. Para empezar, hablemos con el chico, luego decidimos. En todo caso, Dominick, solo Aidan y yo podemos volver al pasado.

—Entonces, ¿qué es lo que hacemos aquí? —le cuestionó Ibrahim.

—¡Vamos, pana! —Gonzalo lo atrajo hacia sí—. No seas aburrido. Toca ya la puerta Aodh, o entraremos como neutrinos.

El rostro de Aidan fue todo un poema al escuchar el diminutivo de su nombre en sus labios, si Itzel no le hubiese tocado el hombro, hubiera estado en shock por un tiempo indeterminado. Decidieron atravesar las paredes. La sala se encontraba más oscura de lo habitual, pero la luz de la pantalla de tv atrajo la atención de todos, quienes sin demora se presentaron en la sala de estar. Luis Enrique se puso de pie de un salto al verlos frente a ellos.

—¿Qué haces aquí?

—Necesitamos volver al pasado —respondió Aidan, tajantemente.

—¿Volver al pasado?

—Ocurrió un problema. Nos enfrentamos a los Harusdras y... Natalia fue herida.

—¿Qué? —palideció, cayendo en el sofá.

—Su piel se está desintegrando y queremos encontrar una forma de devolverla a su época, o de consultar con Ackley sobre lo qué debemos hacer.

—Es imposible —murmuró el chico afligido.

—¿Qué? —preguntó Aidan.

—Es imposible que volvamos. Lo he intentado.

—David —le llamó Itzel, cayendo de rodillas frente a él, con las manos en sus rodillas. El joven tenía su mirada fija en el televisor—. David, por favor, mírame. ¡Mírame! —le suplicó. El chico obedeció—. ¿Te acuerdas de mí? —Él asintió—. Yo pude viajar al pasado. ¿Sabes por qué conmigo funcionó y con ella no lo hará?

—Porque eres la Primogénita de Lumen, y tu Donum primitivo es controlar el tiempo. —Itzel le miró asombrada, entretanto los demás se observaban con incredulidad. ¿Era eso posible?—. Fuiste a mi época porque tu Donum ancestral se estaba manifestando.

—¿Y él? —señaló a Aidan—. ¿Por qué él y no otro?

—Porque así como tu Donum Maiorum es controlar el tiempo, el de él es la Neutrinidad y no la clarividencia como siempre se ha creído.

—¿Quieres decir que solamente nosotros podemos viajar? —La chica preguntó.

—Sí.

—Una vez me hablaste de la Cor Luna, de la piedra que tiene el poder de controlar el tiempo.

El Corazón de la Luna |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now