«Te Amo»

153 30 5
                                    

Aidan se apartó, bajando el rostro. Era imposible no recordar lo que había sucedido aquel día en el bosque. Él lo había visto, sin embargo jamás se había imaginado que aquel beso había traído consecuencias casi milagrosas para Amina. Ackley le había devuelto la vista, y ese era un regalo que él nunca podría darle.

—¿Aodh? —le llamó, al verle retroceder, tomándose de los cabellos.

—Esa vez —murmuró—, esa vez... ¿también pudiste ver?

—Sí.

—Entonces, a la primera persona que viste fue a Ackley. —La miró.

Amina asintió.

—Ahora todo está más claro para mí. —Sonrió compungido—. Si hubiera una mínima posibilidad de que las líneas del tiempo pudieran unirse, o que tú o él puedan estar en ambas épocas como ahora... Entonces...

—¿Entonces? —preguntó mirándole de perspicazmente, mientras se acercaba a él.

Aidan le miró con las pupilas dilatadas, continuar sería un suicidio emocional. Cerró sus ojos, dándose por derrotado: no podía competir contra Ackley, por más que estuviera seguro de que ella le quería. Ya Itzel se lo había dicho una vez, Ackley era la realeza de la Fraternitatem Solem, y en esa estructura social él no era más que un simple plebeyo.

—Entonces, el pasado se reivindicaría —respondió con el rostro caído.

—¿Reivindicarse? —se detuvo—. ¿De qué me estás...? ¡Je! ¿Acaso el Primogénito de Ardere está celoso?

Aidan levantó el rostro con ojos desorbitados. Por primera vez Amina pudo completar el verdor de sus iris. Se había acercado a los reflectores de la parte baja del salón, aún ocultos entre los árboles de cualquiera de los invitados que estuviesen en la planta alta disfrutando de la comida y la música.

—¿Estás celoso? —Sonrió.

—¿Nou? —respondió haciendo su expresión de puchero, con ojos algos risueños.

—¿No? —Cruzó las manos en la cintura—. Es bueno saberlo, Aidan Aigner... En especial cuando sé de muy buena fuente que te besaste con Natalia.

La expresión de asombro de Aidan no se hizo esperar.

—¡Naaa! ¡Ni siquiera lo negarás!

—No significó nada —le respondió, casi como súplica.

—¿Nada?

—Nada... Y sí, estoy celoso de Ackley. Aunque le estimo y le aprecio, lo quiero a veinte siglos de aquí.

—¿En el futuro o en el pasado?

—Donde sea menos aquí.

—Bien, bien —comenzó a caminar en círculo—. Aidan de Ardere quiere que Ackley esté a una distancia de veinte siglos de mí. —Aidan asintió, Maia se detuvo—. ¿Y a dónde mandaremos a Natalia? Porque yo también la quiero veinte siglos de aquí, pero no en el futuro, sino en el pasado, donde se supone que debería estar.

Aidan sonrió.

—Eso quiere decir que estás celosa.

—No lo he negado. —Bajó las manos de la cintura—. Ella es realmente hermosa. La vi sentada en tu mesa, compartiendo con la que me imagino es tu hermana y tu familia. —Aidan le miró con curiosidad—. El cabello. —Se lo señaló—. Son muy similares en color.

—¡Ven! —Le tomó de la mano.

Sacándola de entre los árboles se detuvieron ante una de las paredes de cristal de la planta baja. Amina podía verse por completo. Aidan se paró detrás de ellas, con sus manos en sus hombros, sonriendo con orgullo.

El Corazón de la Luna |EN EDICIÓN|Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang