Antídoto

149 28 7
                                    

La noticia del ataque a los Primogénitos corrió como pólvora entre los Clanes. Padres y Prima no se hicieron esperar en la clínica de Ignis Fatuus, quienes vieron sus plantas superiores invadidas de miembros de la Fraternitatem.

Itzel estaba descansando, su desvanecimiento se trataba solo de debilidad, por lo que en cuestiones de un par de horas le darían de alta. Pero su situación no era la misma que la de Natalia; los médicos habían dado con el veneno, estabilizándola y limpiando sus heridas, mas parecía no ser suficiente, su piel, antes tersa, comenzaba a perder elasticidad. Le hicieron pruebas para verificar que el antídoto hiciera efecto, y así parecía ser, aun así su dermis contaba otra historia.

Aidan caminaba de un lado para otro. Ibrahim decidió tomar a su amigo por el brazo y llevarlo cerca de uno de los pocos balcones del edificio. Quizá un poco de aire fresco le ayudaría a refrescar su mente. 

Ignacio hizo otro tanto con Maia.

—¿Te encuentras bien?

—La hirieron por mi culpa.

—¡Vamos, Amina! Tampoco fue para tanto.

—Sabes que le salve la vida a Aidan y arriesgue la de otra persona.

—Para empezar esa chama no tenía que haber estado allí. Segundo, fuí yo quien gritó Ardere, y la verdad que no me arrepiento. Prefiero la muerte de cualquiera, incluida la de mi hermano y la mía que poner a los Primogénitos en riesgo, ¿o no fue en eso en lo que quedamos?

 Prefiero la muerte de cualquiera, incluida la de mi hermano y la mía que poner a los Primogénitos en riesgo, ¿o no fue en eso en lo que quedamos?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Está aquí algún familiar de la joven —preguntó el doctor Montero.

Por primera vez todos se preguntaron sobre la procedencia de la chica, incluídas Elizabeth y Dafne, pues no le conocían familiares, ni hermanos, ni allegados.

—Nosotros nos haremos responsables de ella —intervino Andrés.

—Bien, la joven presenta un envejecimiento de la dermis, no sabemos a qué se debe. El suero antiofídico ha hecho su efecto, aun así hasta que no demos con un antídoto para detener el avance de la pérdida de lozanía de la dermis, probablemente salga de aquí aparentando la edad de una anciana de cien años.

—¡Todo esto es tu culpa! —le gritó Dafne a Maia, justo cuando Aidan llegaba—. ¡Tu envidia le ha causado esto!

Aidan se metió entre ellas, entretanto Amina se aferraba a Ignacio. Con fuerza, Aidan sostuvo a Dafne, evitando que alcanzara a la Primogénita de Ignis Fatuus, mientras Andrés daba su apoyo a Elizabeth.

—¡Es su maldita culpa! —gritó—. Por su causa Natalia está muriendo. ¡Deberías morirte y dejarnos en paz!

—¡Basta, Dafne, basta! —le gritó Aidan, empujándola con la suficiente fuerza como para hacerla reaccionar—. ¡Esa flecha me iba a matar! Y la Primogénita de Ignis Fatuus salvó mi vida... Lamentablemente nadie detuvo el avance de la flecha. —Bajó el rostro—. ¡La fecha debía detenerse en mi cuerpo! —Se señaló—. Natalia no está muriendo. Su mal debe tener una solución, y lo encontraré.

El Corazón de la Luna |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now