Desafío al Prima

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Los Santamaría salieron de la casa, vestidos para el entrenamiento. Maia y Gonzalo iban riendo mientras que Ignacio intentaba comprender la broma de los telones, ese tipo de chiste nunca le habían hecho gracia, les consideraba bromas demasiado estúpidas para su inteligencia.

Leticia les había prestado el auto para ir a la playa, necesitaban ensayar el intercambio de poderes. Esta vez Ignacio tomó la precaución de usar una polera que le cubriera los brazos y el cuello, no pensaba lastimarse, y Gonzalo, luego de reírse de las revolcadas que su hermano había recibido, optó por una prenda similar. Por su parte, Maia seguía llevando la suya con mangas tres cuartos.

Abordaron el auto, colocaron un poco de música. Gonzalo e Ignacio iban evaluando la situación, entretanto Maia buscaba en su celular, con uno de los auriculares cualquier información respecto a Aidan. Sin embargo, el heredero de Ardere se había olvidado por completo de ella.

Se había sumido en sus tristes pensamientos cuando un extraño hormigueo se desprendió de su espalda, subiendo por el cuello hasta llegar a su frente. La sensación hizo que se estremeciera.

—¿Pasa algo? —preguntó Ignacio, apoyándose en el respaldo de su asiento.

Por segunda vez, el estremecimiento recorrió el cuerpo de Maia.

—Creo que... —titubeó—. ¡Es Aurum! ¡Dominick nos necesita!

Bastó con que pronunciara aquellas palabras para que Ignacio tomara su teléfono. Sincronizó su GPS y Gonzalo, convertido en un conductor de Fórmula 1 se lanzó al encuentro del Primogénito de Aurum.

Dominick salió de la casa y con él otros más, entre ellos Zulimar, quienes armados, buscaban darle la cara a los Harusdra

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Dominick salió de la casa y con él otros más, entre ellos Zulimar, quienes armados, buscaban darle la cara a los Harusdra.

Afuera era un caos completo, era la primera vez que Dominick contemplaba a un grupo tan numeroso de enemigos atacando. Su chofer había muerto y Samuel tenía una herida debajo del hombro que sangraba masivamente, su rostro había palidecido, estaba muy mal.

La batalla cuerpo a cuerpo comenzó. Dominick se hizo con su centella, atravesando a más de uno. Zulimar intentaba quitarse de encima las espadas de sus adversarios, esperando a que su Primogénito electrocutara a unos cuantos, pero el dominio de Dominick sobre su Donum no le permitía llegar a tanto, eso sin contar que desconocía a su propia gente, y si no era precavido podía terminar atacándolos.

La adrenalina seguía corriendo por todo su ser. Cada minuto que pasaba se volvía más diestro con su Donum, descargando las líneas eléctricas se hizo con los indeseables. Sin embargo, su ataque no era suficiente, muchos de los suyos caían, y los heridos retrocedían.

—¿Dónde están? —murmuró entre dientes, intentando reorganizarse con los suyos.

—¿Dónde están? —murmuró entre dientes, intentando reorganizarse con los suyos

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El Corazón de la Luna |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now