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[ 💜 Magnus ]

-¿Magnus ya terminaste? -preguntó mi mejor amiga, una vez más.

Estábamos en el salón de clases intentando terminar el trabajo de matemáticas. El tiempo en la escuela ya había concluido, pero el profesor de la última clase no te deja salir sí no entregas la actividad. Isabelle terminó antes que yo, así que no paraba de apurarme para que saliéramos juntos.

-No, aún no -respondí.

-¿Y ahora? -volvió a cuestionar.

Rodé los ojos, ignorandola. La quiero con todo mi corazón, pero a veces es desesperante.

No pasaron más de dos segundos cuando volvió a entablar: -¿Ya?

-¡Espérame! -me alteré -. Recuerda que las matemáticas no son lo mío y hacer unos simples ejercicios, es como un trabajo imposible.

-De acuerdo, serenate, no te enojes.

Me concentre lo más que pude. Me considero bueno en muchas materias, historia y literatura son mis fuertes, química lo más sencillo. Pero álgebra y sus derivados son como chino mezclado con árabe: imposible para mi cerebro.

Pasaron unos minutos más, para que Isabelle volviera hablar. Afortunadamente ya sólo me quedaba poner la fecha, admito qué después de analizarlo y leer más de ocho veces el problema decidí hacerlo como saliera. Escribí el primer número que se me vino a la mente.

-¡Vamos, Magnus!

-Ya terminé -mostré la hoja y caminé hasta el profesor que todo este tiempo, estuvo sentado haciendo algo en su computador. Deje la hoja en su escritorio.

-Hasta que termina -habló este, mirando mi trabajo -. Muy bien.

Fruncí el ceño. Según yo lo había hecho fatal. Estaba dispuesto a preguntar pero la inestable de Isabelle llego jalando mi brazo. -¡Genial! ¡Vamos a mi casa!

Salimos de la escuela directo a su casa. No tenía que preocuparme por mis padres, ellos sabían que siempre estoy con ella.

Compramos algunas cosas para pasar el tiempo. La noche llegó después de ver algunas películas. La oscuridad indico lo tarde que era para volver a casa, no hubo otra opción más que dormir en casa de los Lightwood.

Los padres de mi mejor amiga nunca tiene problema con ello, saben que jamás tendría una mala intención con Isabelle, por ende me dejan quedarme sin tanto cuestionamiento.

Por suerte tampoco hubo ningún inconveniente con mis padres, sólo le mencioné que no llegaría a casa porque estaba con Isabelle y me dejaron. Entonces, con los permisos necesarios nos metimos a la cama, e inmediatamente nos fuimos a dormir.

En medio de la noche me desperté con unas incontrolables ganas de tomar agua, conocía el lugar a la perfección así que decidí bajar por un poco.

Ya en la cocina de los Lightwood, me serví un vaso de agua fría. Estaba a punto de beber el contenido de este, cuando de la nada se prendió la luz, que en todo ese tiempo estuvo apagada. Me sobresalte, tirando el vaso de vidrio al suelo. Este se rompió de inmediato.


-Lo siento, no quise asustarse -se disculpó Alexander, entrando por completo a la estancia.

-Esta bien -recogí los vidrios con cuidado de no cortarme y los lleve al bote de basura -. ¿Qué haces aquí? -pregunte curioso.

Era de madrugada.

Él me miró extraño: -Te recuerdo que también es mi casa, estúpido -respondió enojado.

Después de conocerlo todos estos años sé que siempre lo está. No existe un día en el que él este de buen ánimo.

-Sé que también es tu casa, no me refería a eso. Y sí aún te quedan modales no me vuelvas a llamar estúpido.

Yo lo hacía.

Lo llamaba de muchas formas, pero no por falta de educación, más bien siempre me enseñaron a no dejarme humillar por nadie.

-Te llamaré como quiera. Tú lo haces todo el tiempo. ¿Por qué es diferente?

-Tengo 16 años. Tú no cuentas con edad para andar discutiendo inmaduramente.

-Tengo 22, no es demasiada la diferencia.

Tenía que salir de ahí, antes de que la discusión tomará seriedad, así que camine hacia la salida, pero las manos fuertes de Alexander me detuvieron, rodeando mi cintura.

-¡Suéltame! -exigí, incómodo.

-¿Qué me harás sí no lo hago?

-¡Alexander, por favor! -. Desde lejos se podía percibir su olor a alcohol. Eso me alertó.

En el fondo de mi corazón, sé que no sería capaz de hacerme daño físicamente, pero tampoco quería ponerlo a prueba.

-¿De verdad quieres que te suelte, Magnus?-. Sujetó mi cara con ambas manos y la acercó a la suya, creando un roce con nuestras narices.

Me estremecí. Tenerlo tan cerca me provocaba un sinfín de sensaciones nada agradables.

-Sí, suéltame -. Traté de zafarme pero fue inútil, él tiene mucha más fuerza.

Rápidamente movió una de sus manos a mi mejilla y la acaricio con suavidad. Me estremecí.

-Alexander... -intenté decir nuevamente que me soltará mas fuí interrumpido con sus esponjosos y suaves labios.

Abrí los ojos impactado.

¡Me estaba besado!

Tarde un poco en reaccionar, pero lo hice colocando mis brazos alrededor de su cuello.

El beso era suave, el olor a alcohol y a coco se mezclaron e hicieron de ese, un gesto magnífico.

Yo había aprendido a besar gracias a un tutorial que ví en internet y a la constante práctica que tuve con una manzana, pero aun no era experto, ni conocedor de la sensación de algunos labios ajenos.

Alexander tomó las riendas del beso y me guió para hacerlo bien. Nos separaron por falta de aire.segundos después.

-¿Por qué lo hiciste? -pregunté aún sorprendido -. Se supone que nos odiamos.

-No lo sé, creo no estar en mis cinco sentidos. Eres menor de edad. Esto no debió suceder, fue un error.

Salió de la cocina casi cayéndose por lo borracho que se encontraba y subió a su habitación, dejándome completamente confundido y dolido por haber llamado a mi primer beso, que él había robado, como un "error".

[...]

alguien como tú ¡! malec [TERMINADA]Where stories live. Discover now