ⓘ 0069

795 96 17
                                    

[ 💜 Magnus ]

Once meses antes...

Los gemidos retumbaban por todo el lugar. Cerré los ojos, disfrutando del momento. Desde hace unas semanas, el sexo con Alexander se ha vuelto de mis actividades favoritas.

Estábamos parados a un lado del sillón, él me arremetía con fuerza, mientras dejaba algunas marcas en mi cuello.

Seguí gemíendo, mientras me aferraba a los bordes del sillón. Nunca lo habíamos hecho aquí y no buscábamos experimentarlo, pero eran las nueve de la mañana, aproximadamente, ambos estábamos apunto de irnos a trabajar, pero después de un beso que parecía de lo más inocente, terminamos en esta situación.

–Vamos –hablo Alexander, saliendo de mí, para sentarse al sillón. –Montame.

Con la poca postura que aún me quedaba, retomé. –Tenemos que trabajar.

Bufó. –Somos los jefes. No tenemos que dar explicaciones sí llegamos un poco tarde.

Tenía razón y quién era yo para contradecirlo.

Caminé hasta donde se encontraba, coloqué mis piernas alrededor de su cintura, acomodé su pene en mi entrada y me senté completamente. Suspiré.

Su pene es grade y grueso, estando así podía sentirlo en todo su esplendor, sin duda una de mis posiciones favoritas.

Alexander gimió. –Bien.

Besé su mejilla, tratando de hacer más romántica la situación, más fallé completamente por los sonidos obscenos que salían de mi boca, cerré los ojos y empecé a hacer movimientos pausados.

–Oh, sí. Más rápido –gimió.

Comencé a moverme más rápido, entregándome al momento, provocando que sus gemídos aumentaran. Sonreí.

–¿Justo así? –pregunté inocentemente.

–Justo así –respondió inaudible.

Seguí moviéndome, enfocándo mi atención en él; sus ojos estaban cerrados, mordía sus labios, y su cabello estaba despeinado, sus manos apretaban mi cadera, mientras una capa de sudor cubría su rostro.

Era un perfecto desastre, totalmente a mi merced.

Tomé sus labios en un fuerte y profundo beso. Dejó que mi lengua entrará y así comenzamos una guerra por tomar el control.

De pronto sus gemidos subíeron de tono, empezó a menearse más rápido, tomando mi cadera con fuerza. Sabía que terminaría pronto, entonces cómo pude me volteé, deje descansar mis pies en el suelo, me recargue en la mesa de centro y emprendí a dar saltos sobre él.

Su orgasmo llegó, y también el mío.

Nos quedamos en la misma posición por unos segundos, recargue mi espalda en su pecho, descansado.

–Increíble –susurro en mi oído. –Eres tan sexy...

Me estremecí.

Me levanté, limpiando el semen de mi entrada y me senté en el sillón.

Nos inundó el silencio. Después del sexo nunca sabíamos que decirnos. Nos quedamos así por unos minutos más, hasta que Alexander habló.

alguien como tú ¡! malec [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora