0049

1.1K 165 48
                                    

[ 💛 Alexander ]

Tres meses después...

Observar a Magnus era una de mis cosas favoritas de todos los días, se veía tan bonito con su pequeño vientre abultado.

Era la cosa más hermosa que mis ojos podían ver. Magnus es de estatura promedio, pero ahora se más pequeño. La ropa que mi hermana se encargo de comprar para no aplastar al bebé es extremadamente grande y apenas se ve en ella. Es hermoso.

Sin embargo, tanta ternura y hermosura se esfuma con los repentinos cambios de humor. Había pasado de adorable a insoportable. Sin malinterpretar las cosas, amo a ese hombre, pero el embarazo no le está cayendo nada bien.

Se enoja, llora y ríe por todo.

Tengo que admitir que al principio fue extremadamente precioso verlo hacer pucheros y darme la espalda al no cumplirle todos sus caprichos.

Hablé con el doctor y concordó que cumplir todos los deseos y antojos, no es del todo sano. Magnus, de por sí ya es alguien demasiado extraño, todo lo que pide lo es aún más, se le antojan cosas realmente exoticas, e intenta hacer cosas que en su estado son imposibles.

Podíamos dañar al bebé sí se hace todo lo que pide. Esto claramente no lo entendió y ahora no sólo me da la espalda, pasamos al nivel en donde cierra la puerta de nuestra habitación,  dejándome afuera, mientras llora y repite mil veces lo poco que lo quiero.

Hoy amaneció bien, se levantó con energía, hizo algunas cosas, desayuno algo totalmente normal y comestible.

Pensé que después de tanto tiempo podría ir a trabajar. Desde que empezaron los antojos y emociones, no he podido ir, sé que soy el dueño pero también necesitan de mi presencia ahí. Hoy mismo tengo una junta de trabajo bastante importante, no puedo faltar.

Sin embargo, solo cinco horas después, cuando anuncie mi ida, se puso todo melancólico y se aferro a mí.

–No te vayas, no quiero estar sólo –abrazo mi cintura, cuando trate de salir por la puerta. –Te necesito aquí.

–Bebé, necesito saber como van las cosas en la oficina, regresaré pronto, lo prometo –hable lo más dulce posible.

–Ellos pueden arreglarse. No te vayas.

–Solo será una hora. No tardaré más.

–No –. Se tumbo al suelo, tomando mi pierna como si fuera un chango y yo un árbol. –Yo te necesito. Nosotros te necesitamos –empezó a llorar. –¿Por qué te quieres ir? ¿No nos quieres?

Oh no, aquí vamos.

–Sabes que no es eso, amor –. Trate de ponerlo de pie, pero él se aferraba más. –Tengo una junta importante y es mi obligación ir.

–¿Entonces yo no soy importante? –. En un movimiento rápido se zafó de su agarre. –Bien, vete, pero no vuelvas, ya dejaste en claro que el bebé que metiste en mí, no es tu obligación.

Perfecto, ahora lo hice enojar.

Magnus se puso de pie y camino a las escaleras. Sabía lo que venía. Cerre los ojos al escuchar el azote de la puerta de la habitación.

Dejé mis cosas del trabajo en el sillón y mande un mensaje a mi asistente avisándole que tenía que cancelar la junta de hoy y posponerla hasta año nuevo, eso si salía vivo de estos meses.

–Magnus... –. Toque la puerta. –Bebé, perdón, no quise decirlo así, tu eres más importante que cualquier otra cosa y mi primera obligación es ese pequeño que llevas dentro.

–¡No nos importa!

–Cariño, perdóname.

–No.

–Sabes que yo te amo. ¿Verdad?

–Eso dices... ¡Pero nunca lo demuestras! ¡Me tienes prohibido el atún con yogurt!

–Eso no es verdad, bebé, siempre lo demuestro, ahora mismo lo hago. Cancelé la junta, me quedaré contigo.

–¿En serio? –su voz se escuchaba más cerca de la puerta.

–Si, perderé una oportunidad grande pero no importa.

–¿Ahora me lo hechas en cara?

No otra vez, por favor.

–No, bebé.

–Vete.

Todo se quedo en silencio. No respondí más, la situación ya estaba tensa para seguir hablando.

Después de algunos minutos, los pasos de Magnus se escucharon, volviéndose acercar a la puerta. –¿Sigues aquí? –pregunto en un susurro.

Sonreí. –Siempre –susurre.

Está vez Magnus no respondió, lo conocía bien para saber que también está sonriendo.

–¿Puedes abrir la puerta? –pregunté.

–No quiero verte.

–Puedes abrir la puerta con los ojos cerrados.

Se escucho como se quitó el seguro de la puerta y después se abrió, dejando ver al amor de mi vida, con una mano en sus ojos y la nariz totalmente roja. No traía zapatos, solo usaba una de mis sudaderas, que lograba cubrirlo hasta los muslos.

–Tu ropa –hablo.

–Mi ropa –sonreí aún más. Amaba verlo usándola.

–La lance por la ventana –dijo.

–¿Qué?

–La mitad de tu ropa esta en la calle. -declaró, quitando la mano de sus ojos, me miró y sonrió, una sonrisa adorable. –¿Me preparas un pastel?

Y aún faltaban 6 meses...

[...]

alguien como tú ¡! malec [TERMINADA]Where stories live. Discover now