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[ 💜 Magnus ]

Inhalo y exhalo serenamente, llenando de aire mis pulmones. Todo está tranquilo, la noche es negra, las estrellas brillan, y el silencio inunda el espacio.

Los ojos me pesan, como sí no hubiera conciliado el sueño durante mucho tiempo, mi cuerpo tan cansado, al punto de no querer moverse. Todo se siente mojado y áspero debajo de mí, haciéndome cosquillas, sospecho que estoy en un charco de agua, en algún punto de la ciudad. No sé que ha pasado, o cuánto llevo aquí, más no importa, no tengo intención de moverme. Observo el cielo, especialmente hoy es más hermoso. Desearía que Alexander estubiera aquí para verlo. Suspiro. Me encanta esta sensación de tranquilidad.

Escucho a alguien hablarme, preguntando por mi nombre, sé quién soy, más no sé cómo responderle, mi garganta está seca, mis labios comienzan a temblar, buscando las palabras.

Estoy realmente cansado, necesito dormir.

–¿Puede escucharme? –pregunta una vez más, yo muevo pesadamente la cabeza –. ¿Cuál es su nombre?

Magnus Lightwood Bane.

Intento hablar, fallando inmediatamente. No sé que pasá, pero presiento que nada esta bien. Mi cuerpo hormiguea, tengo la sensación de estar dejando algo pesado, amortiguador, algo que incluso duele, pero que a su vez relaja. No tengo fuerzas, pero estoy tranquilo.

No sé cómo, quién o qué, pero comienzan a moverme, lo sé, porque ahora el charco se siente cómodo y seco, veo el cielo oscuro convertirse en un techo blanco y ovalado.

–Estarán bien, no se preocupe –vuelve a hablar la misma persona, no logro verla pero sé que está ahí, puedo asegurar que se trata de una mujer –. Vamos a llevarlos al hospital. Solo mantenga los ojos abiertos, e intenté hablar conmigo.

Un escalofrío me recorre.

¿Hospital?

Así es como regreso a la realidad, estaba tan relajado, que no preste atención a lo que realmente sucedía.

El sonido de una ambulancia llega a mis oídos abruptamente, casi rompiendo las membranas. Las personas se mueven a mi alrededor, todo es un caos. Muevo lo único que puedo en estos momentos: la cabeza y observo todo. La camioneta de mi esposo está prácticamente destruida, un señor parece realmente preocupado, mientras habla con un policía. Suda y parece que en cualquier momento se va a desmayar. Él nota que lo veo, y me dedica una sonrisa, para después señalarme, estoy seguro que pego un grito, probablemente de felicidad, pero no lo alcance a oír.

Veo sangre, mucha sangre.

Entonces fragmentos de memoria llegan a mi mente. Y ahora todo tiene sentido.

Íbamos de camino al hospital.

Involuntariamente busco a Alexander, desesperado, haciendo el máximo esfuerzo para moverme, y ponerme de pie, intento gritar más sale como un murmuro.

–Alec..

–¿Tu nombre es Alec?

Negué rápidamente. Pero parece que fui brusco ya que un líquido comienzo a salir de mí, haciéndome entrar en pánico.

Mi bebé.

Con un último intento, muevo la mano, subiendola tratando de alcanzar mi vientre, pero algo me lo impide.

–Tranquilo, tú bebé está bien –su voz es insegura, y eso no me tranquiliza.

–Alec..

–¿La persona que venía contigo es Alec? –ella pregunta.

Asiento, mirándola a los ojos, intentando transmitirle mi pánico, mi miedo de escuchar malas noticias. Si algo le sucedió a él, no lo soportaría. Necesito saber si está bien.

Hago mi mayor esfuerzo por moverme, pero no puedo. Me siento inútil. Lo único que siento es la cabeza y las manos.

Es una mierda.

–¿Qué es de tí?

Muevo mi dedo lentamente, mostrándole mi anillo.

–De acuerdo, Alec está en buenas manos, lo prometo, ahora dime cuál es tu nombre.

–Magnus –paso saliva –. Bane. Magnus.

–De acuerdo, Magnus, parece que estas teniendo contracciones, pero tu cuerpo no reacciona a ellas. ¿Te duele algo? –. No contesto, porque no, no me duele nada, mi cuerpo sigue igual de relajado, pero mi mente da muchas vueltas –. Darás a luz en muy poco tiempo.

Mis ojos se llenan de lágrimas. Eso solo significa una cosa. Quizá no pueda moverme y todo mi cuerpo se sienta relajado, porque quizás, solo quizás... así es como se siente la muerte.

Quizás el destino ya había escogido quién viviría y ese no sería yo. Estaba bien, no me rehusó. Más no quiero irme así, tengo que asegurarme de que Alec, esté bien, solo así, puedo hacerlo.

La mujer enfrente de mí está segura que llegando al hospital recibiría a un bebé y que yo estaré bien. Pero como le explico que no podré dar a luz así como así, ya que mi bebé sufre de una extraña condición, que sin las medidas necesarias me matarían, o en casos extremos nos matarían a los dos.

–No.. no puedo.

–¿No puedes?

–Dar a.. luz.. no.

–¿Por qué?

–Tengo.. tengo, osteogenesis imperfecta.. –tartamudeo.

Ella remoja mis labios con un trapo, y eso me reconforta inmediatamente.

–Nunca he escuchado hablar de eso –respondé.

–Es una condición en los huesos. Lo más probable es que muera, sí doy a luz.. necesito a mi esposo.

No sé sí ella ya no contestó, o yo dejé de prestarle atención.

Los ojos cada vez pesan más, y de un momento a otro todo se vuelve borroso.

Un leve dolor en la parte baja de mi vientre, se extiende por todo mi cuerpo, haciéndome temblar. Supongo que es todo. Cerro los ojos e intento imaginar que Alexander está, y estará bien, que tendrá una vida bella, alado de nuestra hija y con ese último pensamiento me hundo en un profundo sueño.

[...]

alguien como tú ¡! malec [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora