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[ 💜 Magnus ]

–¡Magnus puedes dejar de temblar! ¡Me pones nerviosa! –me regañó mi mejor amiga, al ver que no podía mantenerme quieto.

Intenté hacer lo que me pedía más no funcionó, mi cuerpo seguía moviéndose sin parar, el lugar y las personas a mi alrededor me causaban una multitud de escalofríos.

Estábamos en un clínica, esperando mi turno para entrar con él médico.

Ya me habían sacado sangre, solo tenía que pasar con el doctor a qué leyera mis resultados e hiciera un ultrasonido de ser necesario. Después de contarle todo lo sucedido a Isabelle y esperar que Alexander saliera de casa, nos dirigimos al médico para hacerme una prueba de embarazo.

Decidimos venir con un especialista: no confiamos en las pruebas caseras de orina, después de vivir una experiencia nada satisfactoria tiempo atrás.

–Lo siento. ¡No puedo evitarlo! Si estuvieras en mi lugar, lo entenderías.

Ella sonrió burlona. –Al único que le suceden este tipo de cosas es a tí, esta es la segunda vez que estamos en esta situación por tú culpa y aún sigues sin entender que existen los condones, los cuales son más seguros. Comprendo que te guste así, pero no logro entender porque te arriesgas, existen enfermedades, además, se siente exactamente igual, con o sin condón.

–Cállate, por lo que más quieras no me recuerdes lo que pasó hace unos años. Sé como se siente con condón.

–¿Entonces por qué no los usaste en estas situaciones, si sabes que es lo mismo?

–En la primera situación estaba ebrio: no sabía lo que hacía. Y en esta situación, Alexander es demasiado caliente, hace que se me nuble todo y cuando menos me doy cuenta ya estoy en medio del coito pidiendo más.

–No quería oírte decir que mi hermano mayor es caliente, mucho menos lo del coito. Me perturbaste, por toda la existencia.

–Te recuerdo que tú hace tiempo me llamaste aburrido por no "aprovechar".

Se encogió de hombros: –Mi trabajo es dar consejos, el tuyo es no escucharlos.

–Magnus Lightwood Bane, es su turno –nos interrumpió una enfermera.

Me puse de pie jalando en el proceso el suéter a Isabelle para que no me dejara solo y entrara conmigo.

–Solo puede pasar usted –aviso la doctora. Escuche el suspiro de mi amiga y como se acomodaba nuevamente en su asiento.

–Te espero aquí, cualquier cosa, sabes que amaré ser tía.

La mire con amargura y caminé a paso lento hacía el consultorio, esperando con ansias quien me atendiera fuera una mujer.

Toque un par de veces la puerta, hasta que escuche un "pase" de una voz masculina. Maldije en ese momento y mis instintos de cobardía aparecieron diciéndome que era mejor hacerme la prueba de horina y esperar mi resultado en el baño.

Retrocedí dos pasos, alejándome de la puerta.

–Joven, él doctor lo espera –me volvió hablar la enfermera.

–Sí, gracias.

Respire profundo y entre al consultorio.
–Buenas tardes, doctor –salude, al joven doctor que estaba sentado, revisando unos papeles.

–Buenas.. ¿Magnus, verdad?

–Ese mismo.

–Bien, tome asiento –me señalo una silla enfrente de su escritorio. –Estas aquí para una prueba de embarazo, ¿cierto? –asentí con la cabeza. –Hablame de sus síntomas..

–Realmente no he tenido ninguno. Solo tengo la duda. Tuve relaciones sexuales sin protección y tome mal los anticonceptivos.

–De acuerdo... ¿Hiciste una prueba de orina?

–No confió en esas pruebas. Cuando tenía 18 años, en una fiesta las cosas se descontrolaron, no recuerdo mucho, pero mi amiga me menciono que me desaparecí con un chico y que no me volvió a ver hasta el otro día, angustiado fui por una prueba y me llevé el susto de mi vida. Mi única opción, era salir del país, ahorré dinero, solo para que mi papá no me hiciera nada malo, pero al final solo fue un positivo falso. No quiero que eso suceda de nuevo. Si lo estoy quiero estar seguro y si no lo estoy, también.

No debí contarle eso, pero cuando estoy nervioso, hablo de más.

–Buena elección. Ahora acuéstate en la cama y alza tu camisa, te haré un ultrasonido, en lo que llegan tus resultados.

Me puse de pie e hice lo que me pidio.
A pesar de lo fácil que es la acción se me complico demasiado, porque no dejaba de temblar.

–Tranquilo. No sucede nada.

–Claro que sucede. ¿Sabe que pasara sí hay un bebé en mi estomago? ¿Sabe quien es el papá?

–No pienses de más, sea lo que sea, no es bueno para tu salud. Ahora pondré esto en tu estomago. ¿De acuerdo? Esta algo frío pero se pasara.

–Bien.

Él, movió el aparato sobre mi estómago, vió algo ahí, y después dió un leve movimiento de cabeza.

–Observa la pantalla y dime si vez algo.

Mire hasta donde me señalaba. Sentí como todo el aire dejaba mis pulmones.

[...]

alguien como tú ¡! malec [TERMINADA]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum