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— ¡Jennie! ¡Jennie! — Escuchó la aludida desde su escritorio. Se levantó rápidamente y alisó con las manos su ajustada pollera, antes de caminar hacia la oficina de su jefa. Chaerin leía algo en su agenda cuando Jennie llegó junto a ella.

— ¿Diga? — Jennie preguntó, con el bolígrafo presto a escribir lo que su jefa ordenara. Ésta la miró fugazmente y le indicó el asiento de enfrente, frunció levemente los labios hacia la derecha y luego cerró la agenda.

— Tenía una reunión a las cuatro, pero necesito que la suspendas — Miró de nuevo su agenda y tachó una dirección y un horario — Pásala... para pasado mañana a la misma hora. Hoy es la fiesta de fin de año y debo hacer algo antes — Jennie asintió y lo agendó como se lo pidió la elegante mujer vestida de negro. Ni siquiera levantó la mirada para despedirse, sino que siguió anotando algo en su agenda.

Jennie ya la conocía a la perfección así que no le molestó su indiferente actitud. Era su segundo año en la empresa, aunque al principio sentía unas ganas incontenibles de ahorcarla, patearle el trasero o encerrarla en algún lugar oscuro cuando hacía gala de su ego, ahora simplemente hacía lo que le pedía, pasando por alto su soberbio carácter. Ella se giró en completo silencio, haciendo resonar sus tacones, dirigiéndose hacia su escritorio para hacer una llamada. Entonces escuchó que su jefa la llamó de vuelta cuando estaba por traspasar la puerta.

— Jennie, ¿Irás este año a la fiesta? — Esta vez sí la estaba mirando, con una ceja levantada, como si la estuviera desafiando — El año pasado no fuiste por lo de tu padre, pero espero verte ahí esta noche — El tono con el que mencionó el «espero verte» le hizo pensar que no aceptaría una negativa esta vez.

— Por supuesto. Ahí estaré, señora Lee — repuso educadamente. Chae-rin asintió conforme.

— Bien, porque me decepcionaría mucho que no lo hicieras — Lo dijo con un tono de voz que hizo erizar la piel de Jennie — Es todo, puedes retirarte.

La rubia caminó, elegantemente y tranquila hasta su escritorio y de inmediato se encargó de cambiar la cita que tenía su jefa, como se lo había pedido. Miró la tarjeta de invitación en color rojo y letras doradas sobre el teclado de su ordenador, sintiendo un cosquilleo en su interior. Recordó la misma fecha, un año antes. Había pasado semanas con su padre en el hospital, luchando con un severo cáncer de pulmón. Pero por fortuna y gracias a la ayuda de esa intimidante mujer que en ese momento abandonaba su oficina, su padre había superado el cáncer por completo.

No se hablaba de otra cosa en el edificio, desde el primero al décimo piso, que era en el que ella se encontraba. La fiesta de fin de año suscitaba expectación y emoción por todo un año y todos se aseguraban en asistir, ya sea por poder estar en una mansión como la de Chaerin o por no decepcionarla. A pesar de que sentían un poco de aversión hacia la mujer, también querían congraciarse con ella y Jennie no era la excepción.

Ella había conseguido que su mejor amiga, Roseanne, ingresara con ella como interna el mismo año, pero Jennie había sido la afortunada elegida para estar al lado de la abeja reina las casi diez horas que pasaba en el imponente edificio corporativo. Jennie aprendía rápido, teniendo enfrente a la persona que secretamente admiraba, aunque nunca se lo había confesado. El hecho de que su jefa no la humillara como acostumbraba hacer con los demás en las reuniones, debía ser una buena señal.

— ¿Lista para irnos? Reservé un turno para las dos en el salón de Jin — mencionó Rosé saliendo del ascensor, unas horas más tarde. Se colocó el bolso en el hombro derecho y luego se cruzó de brazos frente a su amiga, quien terminaba de apagar su computadora.

— Sabes que no puedo pagarlo, Rosé — Jennie reprendió con la mirada a su mejor amiga, alzando la tarjeta de invitación de su escritorio para meterla en su cartera. Verificó que no olvidaba nada y se dispuso a abandonar su lugar de trabajo para ir a su departamento a arreglarse.

The Secret [Jenlisa]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu