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Luego de unos minutos, Lisa bajó las escaleras con una radiante sonrisa. Sus ojos brillaban de una manera especial, pero Chaerin solo sonrió de costado y le señaló el asiento frente al suyo con amabilidad. Su padre la miró con los ojos entrecerrados, preguntándose tal vez el motivo de su buen ánimo, porque usualmente, cuando Lisa bajaba a almorzar con ellos (las escasas ocasiones que podían hacerlo juntos), la pelirroja no se mostraba tan dispuesta ni sonreía de esa manera.

— Padre, madre... — Lisa saludó a ambos y tomó asiento. Colocó la servilleta sobre su regazo y seguidamente, una de las jóvenes que trabajaba para su familia, sirvió el almuerzo.

— Me sorprende que hayas aceptado de buena manera almorzar con nosotros — mencionó divertida la abeja reina. Su ex esposo la apoyó levantando exageradamente las dos cejas.

— Estoy de buen humor — respondió Lisa, levantando los hombros. Chaerin y Jiyong se miraron fugazmente y sonrieron.

Aunque se habían divorciado hace algunos años, ellos seguían manteniendo una buena amistad, a diferencia de la mayoría de los matrimonios separados. Tenían negocios en común (además de su única hija), por lo que habían decidido tratarse con respeto siempre. Se habían casado muy jóvenes, por alianzas entre ambas familias, por lo que su matrimonio se había basado, más que nada, en una racional amistad.

Ambos tenían el mismo carácter y el mismo amor por los negocios, lo que los llevaba a pasar largos días o semanas en sus oficinas o de viaje, incrementando sus ganancias (las cuales ya ni podían contar). Ganancias que algún día heredaría esa animada joven de bella sonrisa y seductora mirada que tarareaba una música (muy bajito), mientras cortaba su pasta.

— Me acaba de informar tu madre que decidiste por fin meterte en los negocios — pronunció su padre a modo de comentario. Lisa llevó a su boca un trozo de pan y asintió — Y que no quieres que sepan quién eres... — La pelirroja frunció el ceño y entrecerró los ojos, cargados de curiosidad.

— Es que... quiero que me conozcan como soy, sin prejuicios por ser la hija de la presidenta – Jiyong bajó la comisura de sus labios, como si estuviera considerando su punto — Por lo menos ahí quiero tener una vida normal.

— Sabes que puedes entrar como miembro del directorio, como accionista que eres — repuso su madre, quien mezclaba su ensalada en un cuenco de vidrio morado — No necesitas entrar como una pasante.

— Lo sé, madre, pero eso me delataría. Recuerda que tengo motivos para querer ocultar mi identidad — Lisa hizo una mueca cómplice. Chaerin sonrió de costado y luego asintió.

— Si ese es tu deseo, hija, no veo el inconveniente — repuso su padre, con total desconcierto. Él confiaba en que su ex esposa tendría todo bajo control.

— No te quejes luego si soy implacable — mencionó la abeja reina, clavando su ensalada con un tenedor — Por mi parte, nadie sabrá que eres mi hija. No creo que te cueste llamarme Chaerin, siempre lo has hecho — añadió, con cierto tono sarcástico — pero mis empleados me llaman Señora Lee, no lo olvides.

— Me alegra que por fin hayas aceptado tu destino, hija — El rostro de su padre demostraba un evidente orgullo, aunque siempre se hubiera caracterizado por ser más racional y calculador.

Lisa seguía desconcertada por la extraña actitud de ambos, pero su corazón sintió un extraño candor. Era irónico que a estas alturas se comportaran como los padres que nunca habían sido durante todos esos años.

— Sólo debía encontrar mi motivación — Lisa sonrió y metió un pedazo de lasaña a su boca. Jiyong asintió y continuó con su almuerzo también.

The Secret [Jenlisa]Where stories live. Discover now