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Ese lunes, Jennie había encontrado extraño que la abeja reina no se presentara a trabajar. Sabía que tenían una reunión crucial con el señor Meyer y Chaerin jamás faltaba a una reunión así. ¿Acaso se sintió mal de nuevo? Miró la hora en la computadora y notó que ya llevaba atrasada por casi treinta minutos. Afortunadamente, la reunión era recién en unas horas.

Mientras tanto, Rosé y Lisa repasaban unas anotaciones que les había hecho la chica dorada y parecían no prestar atención a tamaña ausencia. Tamara había pasado unas dos veces frente a la oficina y parecía preocupada, lo que no pasó desapercibido para la asistente. Todo estaba en absoluto silencio, ni siquiera los teléfonos sonaban, por lo que oír el ascensor llegar al décimo piso, hizo que todas giraran a mirar en esa dirección.

Las puertas se abrieron para dar paso a un maduro pero apuesto hombre trajeado. Algo de él había llamado la atención de la chica dorada, pero por más que intentaba descubrirlo, no lo consiguió. Supuso que tendría poco más de cuarenta. Lisa se sobresaltó un poco al verlo, pero el hombre saludó a todos amablemente y dedicó una mirada especial a Jennie. Rita se acercó rápidamente a Tamara, quien observaba al recién llegado como si fuera una visión. Rosé se quedó parada al lado de Lisa (con una carpeta pegada al pecho) y miró a la interna como si buscara una respuesta de quién era ese hombre.

— Es el ex esposo de la señora Lee... — susurró muy bajito. La castaña recordó que Jennie le había comentado una vez que Lisa conocía a la abeja reina y a su familia.

— Oh, ¿habrá venido a buscarla? — preguntó Rosé con los ojos entrecerrados — Porque ya está un poco atrasada. Es muy extraño en ella...

— No tengo idea — repuso la pelirroja, con los labios en una delgada línea. No había mentido, realmente no sabía por qué su madre no había llegado.

El hombre se presentó a todos como Kwon Jiyong y anunció que estaría reemplazando a Chaerin por unos días y, aunque supuso que todos debían estar preguntándose el motivo de su ausencia, sólo mencionó que ella se tomaría esa semana para descansar.

— ¿Señorita... Kim? — preguntó señalando a Jennie. La rubia asintió amable y se paró — Me gustaría que me acompañara a la oficina. Creo que tendrá que informarme sobre la reunión de hoy.

— Claro, ya lo alcanzo. Nada más busco unos documentos y estoy con usted — afirmó, mientras apilaba unas carpetas y sobre éstas, su agenda.

Jiyong asintió y se fue directo a la oficina de su ex esposa. Se sentó detrás del escritorio y de inmediato se puso a leer sus correos electrónicos y la correspondencia corporativa, separando las privadas para llevárselas a Chaerin al salir.

— La señora Lee me pidió que lo asistiera durante su ausencia, así que no dude en preguntarme lo que necesite saber — mencionó Jennie al llegar frente a él. Jiyong asintió sin mirarla, ya que estaba leyendo algo en una de las cartas que había llegado.

Jennie le explicó en detalle lo que habían avanzado con el futuro inversionista y algún que otro detalle que consideró necesarios. Él oyó todo muy atentamente y anotó algunos puntos en su agenda. «Tiene una caligrafía envidiable», pensó la chica dorada al fijarse discretamente.

— Gracias, señorita Kim. Supongo que estos son todos los papeles que debe firmar el señor Meyer... — Revisó el interior de una de las carpetas que le había pasado la rubia. Abrió otra y la volvió a cerrar — ¿Qué... tanto sabe de la ausencia de la señora Lee? — Jiyong miró a Jennie desde donde estaba. Ella se sorprendió un poco y, con los labios apretados, consideró si sería prudente comentarle que sospechaba de su enfermedad.

The Secret [Jenlisa]Where stories live. Discover now