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Aunque Lisa había demostrado en reiteradas ocasiones su nulo interés en alguien más que no fuera Jennie, ésta última no pudo evitar sentir una molesta inseguridad con la inminente llegada del fin de semana en el cual se llevaría a cabo otra de las más esperadas fiestas de la empresa, la de los internos. No ayudaba para nada que por donde pasara oyera que las chicas comentaban con tanta ilusión las provocativas ropas que usarían con la idea de ligar con alguien esa noche, ni mucho menos que saludaran a su interna (quien caminaba a unos pasos de ella), con un tono más meloso que lo normal.

La chica dorada se tragó sus celos, dolorosamente, sabiendo que Lisa y ella no eran nada más que dos personas que habían tenido sexo dos veces en menos de una semana y declarado una mutua atracción. Miró a las chicas que se le insinuaban a su interna como si intentara grabar sus rostros antes de entrar a su oficina, desde donde podría observarlas igual con su mirada de felina.

Como si se hubiera metido en su atormentado pensamiento, Lisa se detuvo frente a ella antes de tomar asiento en su escritorio y, con las manos en los bolsillos de su pantalón, la observó intentando no reír con el rostro que tenía Jennie en ese momento. A la chica dorada le costaba mucho disimular sus emociones y eso le resultaba muy tierno a la pelirroja.

— No pienso ir a esa tonta fiesta — Jennie la miró muy sorprendida y, no por su comentario, sino porque había contestado a la pregunta mental que tenía desde que llegó al edificio y oyó la sarta de comentarios de las acaloradas internas.

— ¿Ah, no? ¿Y se puede saber por qué? Todos esperan esa fiesta desde antes incluso de ser confirmados como internos — La rubia no quería que Lisa notara en ella la repentina felicidad que la había invadido. Sus labios amenazaban con esbozar una sonrisa, por lo que tuvo que fingir que buscaba algo en su cajón.

— Mmm... Tengo otros planes — Esas palabras hicieron que a la rubia se le borrara la gana de sonreír. Miró a Lisa con un destello de tristeza y asintió apenas, como por inercia. Jennie en esos pocos días que llevaba de conocerla, había despertado en ella un profundo deseo de convertirse en parte de sus planes, de sus pensamientos, sin saber que ya lo era — ¿Y tú... que harás? — La rubia se encogió de hombros.

— Tal vez me quede en casa, hace mucho frío — Jennie no pudo pensar en una excusa mejor. Anteriormente el frío no la detenía para nada. Lisa sonrió por lo bajo y caminó hacia su escritorio — La fiesta es solo para los internos.

— Ya fui a la fiesta a la que deseaba ir y lo pasé de maravilla... — El tono de la voz de la pelirroja al mencionar la última frase hizo que se le erizara la piel a la chica dorada. Sabía perfectamente a cuál fiesta se refería su interna y lo que habían hecho. Ese calor repentino volvió a hacerla su presa y no pudo contener a su mano de acariciar su cuello.

Ella miró fijamente a Lisa y sus ojos decían todo lo que sus labios callaban en ese momento, todo lo que solo ellas podían entender. En ese momento recordó las palabras de la Rosé racional cuando le dijo que intentara no ilusionarse demasiado con su interna, que protegiera su corazón, porque no sabían cuánto tiempo estaría ahí con ellos ni el camino que tomaría luego, así que solo asintió con los labios formando una delgada línea y abrió la agenda de Chaerin para revisar lo que tenían ese día. Lisa entendió que no quería continuar la charla, así que la imitó y se puso a seguir copiando el contrato que le había pedido Jennie el día anterior.

La chica dorada miraba fugazmente de rato en rato a Lisa. Odiaba esa sensación de inseguridad que experimentaba con todo lo que se relacionaba a esa misteriosa chica que leía detenidamente esos papeles. Se preguntaba qué hacía los fines de semana, con quién los pasaba, hasta que vieron llegar a Chaerin junto al señor Leroy. Éste miró primero a Jennie, la saludó amablemente y luego saludó a Lisa. A pesar de los años, el hombre se mantenía fuerte. Sus plateados pelos, ni las abundantes arrugas en su rostro le impedían seguir con su ritmo o el de la abeja reina, quien le tenía una alta estima al parecer.

The Secret [Jenlisa]Where stories live. Discover now